Una de las mejores cosas de tener hijos es descubrir que ellos vienen, de serie, siendo puros e íntegros. No nacen odiando a nadie, no tienen prejuicios, no vienen dispuestos a rechazar a nadie por ser como es: no son, por ejemplo, racistas.
Una clara muestra de ello la dieron estos dos niños, ambos adorables, que han protagonizado una de las anécdotas más divertidas de los últimos días, cuando uno de ellos decidió cortarse el pelo como su amigo para gastar una broma a la profesora: "Así no sabrá quién es quién".
Dos grandes amigos
Jax y Reddy son dos niños, muy amigos, que se han ganado el corazón de miles de personas con la historia que la madre de uno de ellos ha compartido.
Ella es Lydia Stith Rosebush, madre del niño rubio, y hace unos días compartió sus fotos junto a la descripción de la anécdota que hoy os cuento. Como veis en la siguiente foto, Jax tenía el pelo un poco más largo que Reddy, y empezaba a estar tirando a "salvaje", difícil de peinar:
Por ello, le dijo que el fin de semana harían algo con su pelo. A él se le ocurrió gastar una broma a su profesora, así que pensó que sería buena idea cortarse el pelo muy corto, para llevarlo exactamente igual que su amigo Reddy, y que así no pudiera diferenciarlos.
Al parecer, era tal la emoción por llevar a cabo su increíble plan, que estuvo de lo más excitado esperando a que llegara el día en que los dos pudieran estar juntos en clase y la maestra mostrara claramente su confusión: "Estoy segura de que todos vosotros podéis ver cuánto se parecen", dijo la madre en su Facebook al compartir las fotos.
Una clara muestra de que los niños no tienen prejuicios
Y ella misma escribió esta gran reflexión: "Si esto no es una prueba de que el odio y los prejuicios es algo que se aprende, no sé qué puede serlo. La única diferencia que Jax ve entre los dos es su pelo".
Obviamente, y como se suele decir, un solo caso no demuestra nada. Pero no es difícil pensar que si los niños crecen en un ambiente rico en cuanto a diversidad cultural, todo ello le parecerá normal. Y esta es la suerte de las sociedades: las generaciones posteriores tienen la oportunidad de ser más plurales, tolerantes y respetuosas, y lo lógico es que acaben siéndolo. Sobre todo si comprendemos que nacen siendo así, y que somos nosotros, los adultos, los que echamos a perder eso (y en nuestra mano está el evitarlo).
Vía | BoredPanda
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