Hace unas semanas nos hacíamos eco de los varios estudios realizados hasta la fecha que demuestran que los niños de hoy juegan menos que los de generaciones pasadas, un dato que es realmente preocupante.
Y es que jugar constituye un pilar fundamental para el correcto desarrollo y aprendizaje en la infancia, por lo que la disminución del tiempo de juego influiría negativamente en el proceso de adquisición de habilidades, socialización, desarrollo emocional y felicidad de los niños.
¿Por qué los niños juegan cada vez menos? ¿Qué hay detrás del abandono temprano del juego en la infancia? Analizamos las posibles causas que apuntan los expertos.
Problemas de conciliación. La falta de conciliación familiar es un problema grave en nuestro país. Y es que la incompatibilidad entre los horarios laborales de los padres y el horario escolar de los niños dificulta pasar tiempo diario en familia y, en consecuencia, jugar con los hijos o llevarles al parque cada día.
Exceso de extraescolares. Bien sea por un tema de necesidad derivado de la falta de conciliación, o por la falsa creencia de que el niño necesitan estar estimulado con actividades dirigidas, muchos padres tienden a sobrecargar la agenda de sus hijos con multitud de extraescolares que apenas les dejan tiempo diario para jugar de forma libre.
Exposición temprana a las pantallas. Los móviles, tablets y ordenadores tienen cada vez más peso en la vida de los niños. Tanto es así, que es frecuente ver a bebés paseando en sus carritos absortos en la pantalla del móvil de sus padres, o a niños pequeños estallar en rabietas cuando se les quita la tablet. A la edad de 10 años, muchos niños ya cuentan con móvil propio, siendo Youtube la aplicación más utilizada para su entretenimiento.
Si hablamos de adolescentes la situación resulta aún más alarmante si cabe. Tanto es así, que los pediatras ya han denunciado en varias ocasiones el uso abusivo que se hace de las pantallas y redes sociales en esta franja de edad, provocando incluso problemas de adicción en uno de cada cuatro adolescentes.
Exponer a los niños a las pantallas de forma temprana les lleva a sustituir el juego simbólico, libre y con juguetes, por juegos interactivos en solitario.
Entornos poco adaptados a la infancia. Antes era habitual encontrar a niños jugando en las calles con peonzas, pelotas, juegos tradicionales o grupales sin la supervisión continua de los adultos. Pero en la actualidad cada vez cuesta más ver este tipo de estampas, especialmente en las grandes ciudades o fuera de las áreas infantiles habilitadas como parques, jardines públicos o pistas deportivas.
En España tan solo hay 120 ciudades amigas de la infancia, y aunque no es en absoluto un mal dato, todavía queda mucho por hacer para que los niños recuperen la calle y puedan jugar en entornos más amables y seguros.
Desconfianza y falta de seguridad. En gran parte derivado del punto anterior, los padres sentimos desconfianza y miedo ante la idea de que nuestros hijos jueguen solos en la calle. El tráfico, la contaminación, el miedo a que hablen con extraños o sufran algún tipo de percance nos lleva a prohibirles jugar en exteriores si no estamos a su lado. Pero como mencionábamos al inicio, los problemas de conciliación hacen que esto no siempre sea posible, por lo que al final acabamos entrando en un círculo difícil de romper.
Baja natalidad y pérdida de la crianza en tribu. Tradicionalmente, era común tener varios hermanos y crecer rodeados de primos o niños de otros familiares directos, con quienes no solo se jugaba, sino que también se aprendía. En la actualidad, la crianza en tribu ha desaparecido para dar paso a un modelo de vida totalmente individualista. Cabe además mencionar que la baja natalidad hace que cada vez más familias tengan un solo hijo.
Exceso de juguetes. En ocasiones, para compensar el poco tiempo que pasamos con los hijos, los padres tendemos a hiperregalar a los niños, colmándoles de juguetes de todo tipo, creyendo que así estarán más entretenidos. Pero ocurre justamente lo contrario: el exceso de juguetes anula la creatividad del niño, favoreciendo el síndrome del juego inacabado y perdiendo rápidamente el interés en la actividad.
Abandono precoz de los intereses infantiles. Con la Educación Secundaria Obligatoria, los niños abandonan el colegio a la edad de 11-12 años para pasar al instituto, mientras que antes este importante cambio se hacía a los 14 años. Indudablemente, esto lleva aparejado un rechazo casi instantáneo a los intereses infantiles, abandonando el juego por otras actividades o intereses más propios de la etapa que comienzan.
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