Hace unos días leía unas declaraciones de la ministra de Educación, Isabel Celaá, sobre el uso de mascarilla en los niños. Según comentaba, no se va a priorizar la retirada de las mascarillas para el próximo curso académico, y aseguraba que "los niños se sienten héroes llevándola y ayudando a Sanidad".
Confieso que leer estas declaraciones me ha revuelto por dentro y me ha llevado a reflexionar sobre la etiqueta de "héroes" con la que los niños llevan cargando desde que comenzó la pandemia. ¿Realmente los niños deben comportarse como héroes en medio de este caos? ¿Acaso les hemos preguntado qué opinan de ello? ¿En qué momento y por qué la sociedad ha dejado de tener en cuenta sus necesidades?
Los niños tienen que ser niños, no héroes
Quienes tenemos niños coincidimos en destacar su comportamiento heroico durante toda la pandemia. Yo misma escribí una reflexión al respecto durante la cuarentena del año pasado, ¡y es que los niños no dejan de darnos grandes lecciones!
Pero una cosa es que entre nosotros, los adultos, valoremos la capacidad de resiliencia de los pequeños y reconozcamos su enorme esfuerzo por adaptarse a las circunstancias, y otra es que vayamos soltando a diestro y siniestro el apelativo de 'héroe', imponiéndoles continuamente esa pesada etiqueta y haciéndoles asumir un rol que un niño jamás debería asumir.
Los héroes son personas abnegadas que se sacrifican por el bien común: ¿acaso deben los niños sacrificarse por la sociedad? ¿No les hemos exigido ya bastante? ¿Por qué seguimos poniendo el foco en ellos, como si sus actos fueran determinantes para parar esta pandemia? Y lo más importante: ¿les hemos preguntado si quieren seguir siendo héroes?
Los niños no eligieron ser héroes. Llevan mascarilla porque tienen que llevarla; juegan en grupos burbuja porque no se les permite mezclarse con otros compañeros; aprendieron a mirar los parques y columpios desde la distancia porque una cinta les impidió el paso durante mucho tiempo; se han acostumbrado a celebrar sus cumpleaños con numerosas restricciones porque no se les ha permitido hacerlo como antes...
Podría seguir poniendo ejemplos sin parar, pero hay tantos que hasta duele reflexionar sobre ellos.
Y es que a veces me da la sensación de que nos amparamos demasiado en la etiqueta de 'héroes' y en la gran capacidad adaptativa de los niños para restar importancia a sus sentimientos. Pero, ¡oh sorpresa!, los niños sienten igual que los adultos y el hecho de que no se quejen (o al menos no lo hagan con la misma vehemencia que nosotros) no significa que sean de piedra.
Con esto no estoy diciendo que debamos permitir a los niños saltarse las normas higiénico sanitarias, pero sí valorar el enorme esfuerzo que están haciendo, escuchar y priorizar sus necesidades de una vez por todas, y permitirles quejarse como niños que son.
Porque al final, los niños, al igual que los adultos, lo único que desean es que todo acabe de una vez por todas para poder volver a disfrutar de la vida que conocían antes de la pandemia.
Fotos | iStock
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