La llegada de un bebé a la familia supone toda una revolución, y muy especialmente en el caso de que ese hijo no sea el primero. Y es que a pesar de contar con experiencia en lo que a cuidados y crianza se refiere, tener un segundo hijo (o tercero, o cuarto...) conlleva el manejo de una circunstancia nueva y delicada: la relación entre los hermanos.
Es lógico y natural que los niños sientan celos ante la llegada de un nuevo hermanito. Al fin y al cabo, la estructura familiar tal y como el niño la conocía se modifica, y ese nuevo bebé parece querer adueñarse en exclusiva del tiempo de mamá y papá.
Esa reacción de celos, frustración y enfado que siente el niño mayor se le conoce como "síndrome del príncipe destronado". Te explicamos cómo identificar esta situación y qué puedes hacer para ayudar a tu hijo.
Por qué aparece el síndrome del príncipe destronado
Los celos ante la llegada de un hermanito son completamente normales y surgen como respuesta al proceso de adaptación que el niño debe hacer ante la nueva situación.
En esa reestructuración familiar que se produce tras la llegada del bebé, el niño empieza a darse cuenta de que ya no es el "rey" ni el centro de atención exclusiva de sus padres. Ahora hay un nuevo bebé con el que debe compartir atenciones, tiempo y amor de papá y mamá. Y lógicamente, eso duele y asusta a partes iguales.
El temor a sentirse desplazados o menos queridos por los padres hace que los niños vivan esta adaptación como un acontecimiento realmente estresante. Por eso es tan importante que los padres sepamos manejar la situación de forma positiva y respetuosa para que estos celos no se cronifiquen y la relación entre los hermanos sea buena.
¿A quién puede afectar el síndrome del príncipe destronado?
Aunque en general, el 'síndrome del príncipe destronado' se da sobre todo en en hijos primogénitos, los celos no son exclusivos de los hermanos mayores y ante la llegada de un nuevo bebé cualquier hijo podría experimentarlos, con independencia del orden de nacimiento.
Por otro lado, algunos expertos consideran que ciertos factores de la personalidad del niño podrían influir en la aparición de celos. Tal sería el caso, por ejemplo, de los niños altamente sensibles, con poca tolerancia a los cambios o a los que les cuesta expresar sus emociones.
La edad y el momento vital que esté atravesando el niño también podría influir, como por ejemplo entrar al colegio o la escuela infantil por primera vez o estar viviendo alguna otra situación familiar especial.
Asimismo, cabe destacar que los celos no tienen por qué surgir necesariamente tras el nacimiento del bebé. A veces, estos se manifiestan más tarde, cuando el bebé crece y empieza a estar más activo y despierto.
Cómo saber si mi hijo tiene celos de su hermano
Aunque todos tendemos a asociar los celos a una mala relación del hermano con el bebé (le pega, le hace llorar, le quita los juguetes, le evita, no quiere hablar de él...), lo cierto es que los celos pueden manifestarse de múltiples formas.
Regresiones
Las regresiones infantiles hacen referencia a serie de conductas propias de una etapa evolutiva anterior, que el niño vuelve a repetir cuando ya parecía haberlas superado.
Por ejemplo: comienza a hablar como si fuera un bebé; empieza a tener escapes de pis cuando el control de esfínteres ya estaba superado; empieza a chuparse el dedo; vuelve a pedir chupete o biberón cuando ya lo había dejado...
Crece la dependencia de los padres
Ligado al punto anterior, el niño empieza a demandar ayuda de los padres para la realización de tareas que antes hacía por sí mismo y sin dificultad, y a llamar su atención continuamente.
Cambia la relación con los padres
El niño puede no enfadarse con su hermanito, pero sí con sus padres. Este enfado podría manifestarse en forma de manotazos u otros ataques, indiferencia o agresividad. También es posible que muestren una conducta retadora, negándose a cumplir límites o a hacer lo que sus padres le piden que haga.
Cambios en el comportamiento del niño
Aunque las rabietas son normales en niños de corta edad, cuando estas se intensifican o se suceden de forma recurrente podrían indicar la presencia de celos. Los estallidos de rabia, ira o agresividad, así como el nerviosismo, la tristeza, el miedo o la apatía también son indicadores.
Alteraciones del sueño y alimentación
Algunos niños podrían mostrar cambios en su apetito, así como dolor de tripa o malestar. También el sueño se puede ver alterado, manifestándose en forma de miedos nocturnos, pesadillas, dificultad para conciliar el sueño o necesidad de dormir con los padres cuando el colecho no es una práctica habitual en la familia.
¿Cómo tratar los celos entre hermanos?
Sobre los celos entre hermanos hemos hablado en reiteradas ocasiones en Bebés y Más, tanto desde el punto de vista de la prevención (incluso ya desde el embarazo), como de consejos a seguir una vez que los celos han hecho acto de presencia.
Jamás debemos culpar, castigar o enfadarnos con el niño, ni por supuesto etiquetarle o compararle con su hermano. También es fundamental evitar cargarle con el "rol de hermano mayor" y fomentar su buena relación desde una crianza respetuosa, igualitaria y amorosa.