Los juegos de mesa son una herramienta fundamental que, además de proporcionar muchas horas de diversión a vuestros hijos, fomentan en ellos habilidades cognitivas, motrices y de aprendizaje. Tener un buen armario con juegos de mesa es una garantía para que, este próximo curso, los padres podáis convertiros en los mejores compañeros de vuestros hijos y podáis compartir con ellos momentos inolvidables a la vez que les ayudáis a aprender mucho y bien. Hoy os contaré diez razones para usar los juegos de mesa con los niños pequeños.
Hay juegos de mesa de todo tipo y también los hay adecuados para niños menores de seis años, pues existen en el mercado muchas opciones pensadas para pequeños que han cumplido los tres años. Antes de esa edad no tiene demasiado sentido esperar que un niño tenga el interés, la comprensión y la paciencia necesarias, pero a partir de los tres o cuatro años muchos van a disfrutar si elegimos juegos adecuados para ellos y les ayudamos en sus primeros pasos.
Los juegos de mesa son juegos
Los juegos de mesa son divertidos. Eso es lo principal. Los niños aprenden, de forma natural, mediante el juego, pues es de esa forma en la que los cachorros de mamífero están diseñados para aprender. En el caso de los seres humanos, en los que la infancia es un tiempo largo e intenso destinado principalmente al aprendizaje necesario para la compleja vida adulta, el juego adquiere un valor indispensable. Y, aunque el juego infantil es, principalmente activo y físico, el disfrute de los juegos de mesa puede añadirse perfectamente a este campo siempre que el niño lo pase bien.
Los juegos de mesa enriquecen la relación familiar
Los niños lo pasarán genial y trabajarán, sin ser conscientes de ello, conocimientos y habilidades educativas y emocionales integrados, además, con la familia. Los lazos que se establecen entre los compañeros de partidas cimentan el conocimiento mutuo, el respeto y el crear recuerdos comunes de experiencias gratificantes, algo importantísimo para enriquecer la relación familiar.
Los juegos de mesa enseñan matemáticas
Los juegos de mesa introducen al niño en el reconocimiento de conjuntos, pautas, aritmética básica, cálculo mental, geometría y comprensión del espacio, es decir, matemáticas. Al estar integradas en el juego como herramientas para su uso el niño se acerca a ellas con alegría por el conocimiento, descubre un uso útil y empieza a incorporar el pensamiento matemático de manera vivencial.
Los juegos de mesa enseñan a leer
Aunque en los juegos de mesa para los niños más pequeños no es indispensable leer ni se suele tener que usar esa habilidad, si vamos a encontrar letras y palabras que, de manera natural, irán conociendo. Su natural curiosidad por un tema que están disfrutando tanto les hará querer saber más y preguntarnos sobre las palabras o nombres que aparezcan escritos. Además, al convertir al niño en un amante de los juegos de mesa, cuando vaya creciendo deseará manejar juegos de mayor complejidad en los que si será necesario leer tarjetas e instrucciones.
Los juegos de mesa enseñan a ganar y a perder
En muchos juegos de mesa se compite entre los jugadores. Algunos niños se acercan a la experiencia de la victoria o la derrota con ansiedad y sufren si no consiguen ser los primeros. Otros, cuando quieren ganar, nos asombran con una actitud ferozmente competitiva y con comportamientos poco elegantes hacia los derrotados. Esto, que podemos verlo en otro tipo de juegos, puede trabajarse muy bien con los juegos de mesa pues, en ellos, unas veces ganarán y otras perderán, sin que eso reste al juego lo que más les ha aportado, el placer de estar jugando, que es mucho mayor que el de conseguir un premio o una nota más alta.
Al estar jugando con nosotros podemos acompañarles en su nerviosismo o frustración, educarles para comprender esas emociones y, al final, saber perder con elegancia y ganar con gentileza, disfrutando del procesos y aprendiendo que el esfuerzo puede cambiar el resultado en la próxima partida.
Los juegos de mesa enseñan a cooperar
Además de los juegos de mesa competitivos existen otros en los que se coopera entre los jugadores para lograr un objetivo común, lo que enseña a los niños las grandes oportunidades que nos ofrece en la vida la capacidad de trabajar en equipo y ayudarnos unos a otros. Pero incluso en los juegos competitivos hay grandes oportunidades de cooperación, pues, en el fondo, el objetivo es común, el propio juego. Los niños ayudarán a montar y recoger la partida, y verán como los más expertos les explican a los novatos la forma de juego, tomando incluso la responsabilidad de advertir a un jugador menos hábil si comete un error de principiante.
Los juegos de mesa enseñan a resolver problemas
Todos los juegos de mesa suponen un problema que hay que resolver y el propio juego es la resolución de ese problema. Este aprendizaje es importantísimo tanto para la vida académica y escolar como para la propia vida de una persona. Valorar la situación, comprender las reglas de actuación, manejar los propios recursos y tomar decisiones es precisamente lo que necesitamos para resolver problemas y los juegos de mesa les permiten realizar este aprendizaje por ensayo y error.
Los juegos de mesa enseñan a tomar decisiones
Una vez analizada la situación y los datos que maneja el jugador llega el momento de tomar decisiones. Hay que actuar basándose en lo que se sabe y asumir lo realizado, comprendiendo luego si las consecuencias de nuestras acciones han sido las deseadas. Pero hay que atreverse a decidir hacer una cosa u otra y además, a hacerlo por uno mismo. Los juegos de mesa, de esta manera, están trabajando en una auténtica autonomía personal, la de ser responsable de tus actos y decidirte a realizarlos con las herramientas de las que dispones. Asumir riesgos y tener autoconfianza son habilidades para la vida que los juegos de mesa les van a enseñar.
Aceptación y comprensión de las normas
Una parte importantísima en el desarrollo correcto de un juego es que todos los participantes acepten y comprendan las normas. Y en la vida vamos a descubir que las normas, si son justas y aceptadas por todos, son indispensables para las relaciones humanas, sociales y económicas. Los niños, con los juegos, comprenden su importancia y descubren que solo es posible jugar divirtiéndose si las han asumido como necesarias. Y también descubren que hacer trampas, al final, no es divertido, pues desvirtúa el juego y enfada a los amigos.
Eso no quiere decir que jugar nos haga sumisos, o que jugar desaliente la sana rebeldía contra normas injustas, sino que ayuda a entender que determinadas reglas comunes que todos acepten hace la vida más sencilla y justa. Cuando el niño a asimilado en la experiencia vivencial del juego que esas reglas son importantes podrá, luego, entender que algunas reglas que propongamos no son arbitrarias, y que es necesaria su cooperación para que el juego de la vida se desarrolle también.
Los juegos de mesa trabajan la memoria
La memoria es una de las capacidades y habilidades cognitivas que más se trabajan en cualquier juego de mesa. Los niños recordarán las reglas del juego, sus partidas anteriores, las enseñanzas que han hecho de sus errores y aciertos, e incluso, en muchos de ellos, necesitarán ejercitar específicamente la memoria para recordar posiciones o jugadas.
Muchos juegos de mesa para los niños más pequeños se basan, específicamente, en la memoria y la agilidad visual, realizando un esfuerzo el jugador que es una ejercitación de estas habilidades que luego podrá trasladar a otras experiencias.
Como os he contado, existen muchas razones para introducir en los juegos de mesa a los niños más pequeños y todas van a reforzar su desarrollo cognitivo y emocional a la vez que les proporcionan horas y horas de diversión. La semana que viene os presentaré algunos juegos de mesa que recomiendo para los menores de seis años para que podáis ir preparando vuestro armario de juegos para el curso que comienza. Ya la lluvia o el frío se covertirán en aliados del juego cuando no se pueda salir tanto a la calle como en verano.
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