Pero las señales a veces nos pueden confundir y lo que nuestro bebé nos pide no es comer, sino otra cosa. Intentar averiguar que nos transmite a través de los signos exteriores, nos ayudará a satisfacer sus necesidades.
La leche no sólo sirve para apaciguar el hambre del bebé, también es necesaria para hidratarlo y adquirir sustancias que como hormonas, enzimas y otras moléculas. Lo mejor es ofrecerle el pecho, esta si que es una señal inequívoca, si no quiere no mamará y recuerda no forzarle nunca. Con el biberón es distinto, se siente más obligado a beber, ya que la leche cae por su propio peso obligándole a tragar.
Es muy importante aprender a controlar los matices del niño, las pautas de comportamiento, unas señales de nerviosismo, no siempre indican una necesidad de tomar pecho, si descartamos que tiene hambre, debemos intentar buscar cual es la causa de este nerviosismo.
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