Ya sabéis que una imagen vale más que mil palabras, así que un vídeo debe valer muchísimo más todavía. Cuando hablamos de leche materna estamos hablando de un tejido vivo. Tejido, porque está formado de células, y vivo, porque son células vivas con su misión cada una de ellas.
Ayer, una mamá decidió ver cómo era su leche materna al microscopio y aprovechó para grabar el evento. Una vez hecho, lo colgó en Facebook donde se ha hecho viral, porque por fin podemos ver todos la leche materna de cerca.
Un montón de células vivas...
Lo que veis en el vídeo es una gota de leche materna de Jansen Howard, que decidió utilizar el microscopio de su padre (trabaja analizando muestras de sangre) para ver cómo era la leche que le estaba dando a su bebé.
Pletórica y totalmente emocionada, compartió el vídeo explicando que ese era el oro líquido al que conocemos como lactancia materna, en movimiento. Su leche, viva y cambiante para las necesidades de su bebé en cada momento, hasta el punto de cambiar incluso si un niño está enfermo.
...flotando en agua
No es solo agua, claro, pero el agua constituye la parte principal de la composición de la leche materna (por eso no hace falta dar agua a los bebés hasta al menos los seis meses). Las bacterias, inmunoglobulinas, enzimas, proteínas, minerales, vitaminas y todos los componentes que tiene la leche materna, muchos cuyas funciones están aún por descubrir, flotan en líquido para convertirse en el alimento más nutritivo y lógico para el bebé.
Y no sólo para todos los bebés, sino sobre todo para cada bebé concreto. Un bebé, un tipo de leche. Para cada bebé, su leche, la de su madre.
Que el mundo entero lo entienda
Y no para presionar a las madres que no quieren, o a las que no pueden amamantar. El mundo entero debe comprender que el alimento normal y lógico para un bebé es la leche materna. Lo debe entender así porque la lactancia debería estar promovida y protegida.
Sí, claro que todos la promocionan como lo mejor, pero a la hora de la verdad siguen vivos los mitos, y siguen existiendo los prejuicios. Pero no solo eso (muchas mujeres se salvan, por suerte, de opiniones erróneas al respecto): sigue existiendo el desconocimiento de muchos profesionales que, cuando hay problemas, no solo no ayudan, sino que en ocasiones dan soluciones que aceleran el fracaso de la lactancia.
Por eso, una vez más, quiero hacer un llamamiento público a todos mis compañeros sanitarios: las mamás nos necesitan. Reciclarnos, formarnos y aprender a ayudarlas es nuestra obligación.
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