La mayoría de mujeres son capaces de producir leche suficiente para amantar a sus bebés de manera exclusiva, incluso aquellas que han tenido gemelos. La naturaleza es sabia y el cuerpo será capaz de producir el doble de leche.
La hipogalactia primaria (incapacidad de la madre para producir leche suficiente para su bebé) es muy rara. Pero sí hay casos en los que los bebés no extraen leche suficiente (frenillo, prematuros, mal enganche, horarios muy rígidos…) y deben recibir un aporte extra de leche. Es lo que llamamos suplementar. Y aunque el uso del biberón está muy extendido, podemos darlos de muchas otras maneras.
¿Cuándo son necesarios los suplementos?
La mayoría de los bebés no necesitan suplementos. Ni siquiera en los primeros días de vida, cuando se alimentan de calostro; estas cantidades tan pequeñas son suficientes para aportarles todo lo que necesitan. Sin embargo, hay algunas situaciones especiales en las que puede ser necesario suplementar la lactancia materna. En la mayoría de los casos, estos suplementos serán transitorios.
- Bebés prematuros o de muy bajo peso. Al principio tienen poca fuerza para mamar y se cansan rápido, pueden no ser capaces de obtener del pecho toda la leche que necesitan.
- Bebés que pierden mucho peso los primeros días de vida. Es normal que los bebés pierdan peso tras el nacimiento; suelen recuperarlo a los 10-15 días de vida. Cuando la pérdida es superior al 10% o si pasadas 2 semanas no han recuperado el peso del nacimiento es probable que necesiten suplementos (mientras buscamos la causa y solucionamos el problema).
- En situaciones en las que se retrase la subida de la leche (por ejemplo por enfermedad materna) y la pérdida de peso sea en torno a un 8-10% también puede ser necesario suplementar temporalmente.
- Bebés que sufran hipoglucemias (bajadas de azúcar) a pesar de lactancia materna muy frecuente. También suele ser un problema transitorio, por ejemplo en bebés prematuros, de bajo peso y/o que han crecido poco durante el embarazo (crecimiento intrauterino retardado)
- En hipogalactias primarias. Afortunadamente son la excepción, pero sí hay situaciones en las que las madres no pueden producir leche suficiente para amamantar de manera exclusiva: mujeres con hipoplasia mamaria, cirugías de pecho en las que la cirugía se realice a través de la areola y se seccionen conductos y nervios o alteraciones hormonales.
¿Los suplementos deben ser de fórmula?
En absoluto. Es indiscutible que la leche materna es el alimento ideal para el recién nacido y, siempre que sea posible, lo recomendable es que sea el único alimento durante los primeros 6 meses de vida.
Cuando tenemos que dar suplementos, lo recomendable es que estos sean también de leche materna. Los beneficios de la leche materna son tantos que, incluso en los bebés muy prematuros que están ingresados, si la madre no puede proporcionar toda la leche que necesitan y existe la posibilidad, se les ofrece leche materna donada.
Sin embargo, muchas personas tienen la falsa creencia de que la leche de fórmula “engorda” más. Y es totalmente erróneo. De hecho, las leches de fórmula se fabrican tratando de que se parezcan lo máximo posible a la leche materna, tanto en componentes como en calorías, pero hay características únicas de la leche materna imposibles de imitar y esto hace que sus beneficios sean superiores.
La leche materna ha demostrado disminuir el riesgo de tener determinadas enfermedades tanto en los niños (menor incidencia de otitis media, gastroenteritis, asma, obesidad o diabetes) como en sus madres (menor riesgo de cáncer de ovario y de mama, menor riesgo de diabetes), además de favorecer el vínculo madre e hijo.
Además, la leche materna tiene la particularidad de poder cambiar de composición a lo largo de lactancia, y es diferente si el bebé es prematuro o a término; incluso puede variar durante el día y durante la toma; así, la primera parte de la toma es más rica en hidratos de carbono y menos calórica, mientras que la parte final de la toma es más grasa, más calórica y por tanto más saciante.
Si nos centramos en el "engorde" y hablamos de calorías, ambas son muy similares. La leche materna aporta entre 62 y 70 kcal por cada 100 ml, mientras que las leches artificiales contienen entre 60 y 75 kcal por cada 100 ml. Así pues, la leche de fórmula no engorda más.
Por lo tanto, intentaremos que los suplementos sean de leche materna siempre que se pueda y tendremos un doble beneficio; por un lado, la extracción (tanto con sacaleches como manual) estimulará y aumentará la producción de leche en la madre; por otro, el bebé tendrá todos los beneficios de la leche materna.
¿Cómo extraigo leche para suplementar a mi bebé?
Cada mamá encuentra la manera que mejor le funciona a ella. Podemos realizar extracción manual o con sacaleches eléctrico, y también podemos recoger la leche que gotea del otro pecho cuando estamos amamantando (existen recipientes especialmente diseñados para ello llamados colectores o conchas recolectoras, pero podemos usar cualquier otro).
Un buen momento para extraerse leche es mientras mama el bebé, colocando el sacaleches en el otro pecho (aprovechamos el reflejo de eyección del otro pecho); pero también podemos hacerlo al acabar la toma o entre tomas. A veces no conseguimos grandes cantidades pero nos sirve para estimular al pecho y aumentar la producción; es como un entrenamiento. En estos puede ser necesario administrar leche de fórmula temporalmente.
Suplementar con finger-feeding (dedo-jeringa)
Finger-feeding significa alimentación con dedo. En español hablamos de dedo-jeringa. Este método de suplementación es adecuado para pequeñas cantidades y puede ser útil en los primeros días de vida, cuando los bebés están muy dormidos o si tienen dificultades en engancharse al pecho.
Consiste en ir dando la leche mediante una jeringuilla a la vez que el bebé succiona nuestro dedo. Para ello, meteremos nuestro dedo meñique en la boca del bebé tocando la parte superior del paladar y manteniendo su boca bastante abierta. Mientras, introduciremos la jeringuilla por la comisura y cuando notemos que el bebé va succionando vamos dejando caer la leche poco a poco. Lo podéis ver en el vídeo.
Podemos usar una jeringuilla normal o una específicamente diseñada para este propósito. Conviene que el bebé esté semiincorporado y nosotros frente a él. Esta forma de suplementar es bastante similar a la succión de pecho y ayuda a "entrenar" a los bebés.
Suplementar con vasito
Por increíble que parezca, los bebés son capaces de beber de un vasito si lo inclinamos y les acercamos la leche a los labios. Existen recipientes en el mercado especialmente diseñados para este propósito pero muchas familias emplean vasos o tazas normales sin problema. Podéis ver como se hace en este video.
Este método también es útil cuando las madres se incorporan al trabajo y los bebés rechazan el biberón.
Suplementar con relactador
Este método es perfecto si el bebé se engancha al pecho pero por diversas circunstancias no es capaz de extraer toda la leche que debería. También se usa en relactaciones (madres que amantaron a sus bebés pero dejaron de hacerlo) y en inducciones de lactancia.
El relactador está formado por un recipiente donde pondremos la leche y una pequeña sonda que colocaremos al lado del pezón. De esta manera, cuando el bebé se enganche cogerá el pezón y sonda y al succionar extraerá leche tanto del pecho como del relactador. Las sondas son finas y flexibles y no suelen molestar al bebé. Es una buena manera de aportar mayor cantidad de leche, de que el bebé permanezca más tiempo enganchado y de que estimule más la producción de leche (a mayor succión, mayor estímulo). En este vídeo la IBCLC Alba Padró cuenta cómo funciona un relactador
Suplementar con biberón
Como asesora de lactancia, prefiero usar otras formas de suplementación ya que el uso de biberón se asocia a lactancias más cortas y podría aparecer el síndrome de confusión tetina-pezón; la manera en la que los bebés succionan el biberón difiere mucho de la técnica que emplean para mamar y el uso de biberón podría hacer que se enganchasen peor al pecho (no sucede en todos los casos, ni mucho menos).
Sin embargo, hay situaciones en las que los suplementos se dan con biberón (padres poco seguros con otros métodos, grandes cantidades, dificultades del bebé ...). En estos casos podemos emplear el método Kassing, creado por una asesora de lactancia estadounidense, que trata de recrear unas condiciones similares al pecho. Para ello deberemos emplear una tetina larga y estrecha, redonda y de consistencia blanda.
Rozaremos primero la nariz y los labios para estimular el reflejo de búsqueda y meter la tetina cuando la boca esté bien abierta. El biberón lo daremos lo más horizontal posible, para el flujo sea más lento y trataremos de hacer varios descansos durante la toma.
¿Los suplementos son para siempre?
¡Para nada! Hemos comentando que en la mayoría de los casos las mujeres somos capaces de producir leche suficiente, pero a veces hay circunstancias que impiden que el bebé extraiga toda la cantidad que necesita y que estimule nuestra producción adecuadamente. La mayoría de estas situaciones se pueden corregir (frenillos que se cortan, bebés prematuros que crecen, enganches poco adecuados que se mejoran...) por lo que la suplementación de la lactancia materna debería ser transitoria.
Hay casos puntuales en los que no podemos retirar los suplementos y la lactancia mixta sigue ofreciendo beneficios adicionales a la fórmula en exclusiva y podremos mantenerla en el tiempo tanto como la mamá y el bebé lo deseen.