¿Puede un cuento remover recuerdos de nuestra infancia y hacernos sentir nostalgia porque en cuestiones de crianza "no todo tiempo pasado fue mejor"? Eso precisamente fue lo que me sucedió al leer "Mamitis", el último cuento de Marta Prada, en el que se intenta explicar a los niños a través de una preciosa historia que sentir apego hacia los padres y necesitar de ellos de forma constante es normal, positivo y una necesidad natural que todos tenemos.
Aunque el título ha sido arriesgado por las connotaciones que se le ha dado a la palabra a lo largo de los años, describe a la perfección ese sentimiento indescriptible que tenemos cuando somos niños de necesitar a nuestros padres, a veces de una forma muy intensa.
Hoy hablamos con Marta de su fantástica historia, y por supuesto os animo a que la leáis y la compartáis con vuestros pequeños, os aseguro que les encantará verse reflejados en la historia de Martina.
Mamitis (Tesoros)
¿De dónde nació la idea de utilizar esta palabra como título para tu libro?
Esta idea nace de mis propias vivencias como madre y de lo que me han transmitido las familias a lo largo de estos años. ¿Por qué no visibilizar el significado tan bello y natural que en realidad tiene la palabra "Mamitis"? En general, todavía siguen existiendo mucho prejuicios y falsas creencias en torno al desarrollo del ser humano y precisamente son los que nos dañan a la hora de criar.
Afortunadamente, a día de hoy, la neurociencia ha demostrado la trascendencia que tiene el apego seguro. Mamitis, que a muchas madres y peques nos han dedicado y que a través de este libro ahora vemos que lejos de ser un problema, significa cosas muy bonitas, sanas y naturales.
¿Por qué crees que se ha estigmatizado tanto la llamada "mamitis"?
No tenemos suficiente consciencia sobre el desarrollo humano. Antes pensábamos que era positivo dejar llorar a un bebé para que aprendiese. Hoy, gracias a la ciencia, sabemos que desatender sus necesidades no solo no es positivo, sino que es un obstáculo para su desarrollo sano. Los bebés no nos manipulan, los bebés no tienen una dependencia insana. Los bebés necesitan sentirse a salvo con su figura principal de apego para forjar la confianza básica en el mundo, para abrise a explorar, a descubrir...
El llanto es la gran vía de expresión de necesidades de los bebés. Cuando lloran y nadie acude se acaban rindiendo y dejan de llorar, sí, pero lo que en realidad aprenden es que no son escuchados, vistos y queridos como necesitan. Esto influye en la construcción de su personalidad; de sus miedos, de sus inseguridades, de su actitud con el mundo.
¿La información con la que contamos los padres ayuda a normalizar y difundir la idea del apego seguro?
Por supuesto que sí. Estar informados es muy positivo. En este sentido internet ha sido una gran herramienta. Hace 60 0 70 años nos criaban de una forma muy diferente porque prácticamente la información de la que disponía una madre primeriza sobre crianza era la que le trasladaba su entorno más cercano (su madre, su suegra, cuñadas, amigas...).
Todavía queda mucho por visibilizar. La infancia todavía sigue relegada a un segundo o tercer plano en nuestra sociedad. Todavía hay mucha falta de consciencia. A veces diría que muchas personas prefieren taparse los ojos y seguir haciendo las cosas como se han hecho toda la vida, porque abrirse a formas de criar más respetuosas supone remover nuestras propias heridas, desaprender y salir de los patrones que nos han condicionado toda la vida, y eso es todo un proceso que requiere esfuerzo y perseverancia día a día.
¿Por qué deberíamos criar desde una perspectiva positiva del apego?
En los primeros años de vida se forja el apego seguro y la confianza básica en el mundo. Esto es posible gracias a un entorno emocional estable y al afecto, cercanía y vínculo con la mamá, que suele ser comúnmente la figura principal de referencia. La mamá es el nexo de unión con el mundo: gracias este vínculo tan fuerte el bebé se siente a salvo y protegido, eso le da seguridad para explorar y adaptarse a su entorno.
Esa "Mamitis" que se ve equivocadamente como algo negativo, en realidad es un trampolín. Para ser un adulto independiente y seguro, primero debió haber sido un bebé dependiente, apegado, sostenido y amado. Cuando no consiguen establecer ese apego seguro se generan heridas que, en ocasiones, permanecerán en el subconsciente durante toda la vida. La infancia es la etapa más trascendente para la formación del ser humano.
¿Cómo podemos saber si nuestro hijo tiene un apego exagerado hacia nosotros?
El amor sano en todos los aspectos siempre tiene que encontrar un equilibrio entre dar y soltar. El apego no puede ser exagerado cuando hemos respondido a sus necesidades. Hay que tener en cuenta que no somos productos en serie. Por ejemplo, en muchas ocasiones pensamos que los niños tienen que dormir solos a una edad concreta, quizá porque hemos visto que otro niño de nuestro entorno de una edad similar ya lo hace, entonces pensamos que está teniendo una dependencia excesiva y no es así. Los seres humanos somos seres genuinos y seguimos ritmos diferentes.
Sí es cierto que los niños pueden empezar a sentirse más inseguros cuando han vivido experiencias de hostilidad o inestabilidad en el entorno, o bien cuando no han sentido lo suficientemente cerca a sus figuras de referencia.
Cuando les falta afecto o presencia es probable que quede de manifiesto una inseguridad. Siempre estamos a tiempo de reparar el vínculo, de construir relaciones sanas basadas en el amor y en el respeto y de fomentar la autonomía con un buen ambiente preparado en el que el punto principal sea el tiempo y la confianza. Para evitar caer en la sobreprotección y trasladar nuestros miedo y expectativas a nuestros hijos lo más efectivo es iniciar un proceso de autoconocimiento para darnos cuenta y sanar nuestras propias heridas. Detrás de un niño seguro de sí mismo siempre hay un adulto que primero confió en él.