Cuando un bebé o un niño muy pequeño necesita gafas, nos asaltan muchas interrogantes. ¿Qué tipo de gafas necesita? ¿Las debe llevar siempre? ¿Qué hago si le molestan o se las quita? ¿Cómo le ayudo a que entienda que no puede quitárselas? ¿Y cuando no estoy con él? Te explicamos las situaciones que debes tener previstas para poder ayudarle a sobrellevar este proceso y te damos consejos para conseguir que sus gafas se conviertan en un elemento más de su día a día.
Los peques no siempre aceptan las gafas a la primera. Según la edad del niño, la incomodidad inicial o el miedo al rechazo entre sus compañeros son factores que pueden generarle rechazo o inseguridad. Para ayudarle a superarlo y conseguir que el peque entienda que son beneficiosas para él, hay determinadas pautas que tendrás que tener en cuenta desde la elección de las gafas más adecuadas, hasta el proceso para generar un hábito de uso progresivamente.
Ayúdale a entender por qué necesita gafas y disipa sus miedos
La miopía, hipermetropía o el astigmatismo son algunos de los problemas de visión que con más frecuencia obligan a los niños a llevar gafas. Si tu peque ya es mayorcito, explícale de forma sencilla en qué consiste su afección y de qué forma le van a ayudar las gafas a corregirla.
Si se trata de un niño mayor, deja que exprese sus temores, dudas y recelos. Que el niño también se exprese es fundamental para que los adultos podamos comprenderle, apoyarle y tranquilizarle.
Adapta la explicación a la edad del niño y a su nivel de comprensión y pídele al óptico-optometrista que le describa al peque "cómo funcionan" y qué hacen sus gafas nuevas, y por qué es importante que las lleve puestas. Es un especialista que estará acostumbrado al rechazo inicial de sus pacientes más pequeños. Él te ayudará a darle los argumentos necesarios.
La naturalidad es un factor clave para desdramatizar la situación. Hoy en día muchas personas llevan gafas, incluso como complemento estético. Seguro que puedes mencionarle a varias personas de su entorno que las llevan y son geniales. De hecho, ¡muchos superhéroes las llevan! Superman o Spiderman son algunos ejemplos. Incluso puede que papá o mamá lleven gafas, algún abuelo, un hermano o algún amiguito... Todos ellos son personas a las que los niños quieren y admiran, y que pueden servirles de modelo.
Escoge las gafas más adecuadas y haz que participe en el proceso
Es muy importante que le dejes participar en la elección del modelo. Al fin y al cabo, las va a llevar puestas él. De esta forma, el niño se sentirá involucrado en todo el proceso en lugar de sentirlo como una imposición. Puedes, por ejemplo, ofrecerle varios modelos, pero tampoco demasiados o perderá por completo el interés. Échale una mano a probárselas —si lo necesita— y respeta sus gustos.
La mayoría de las lentes actuales se fabrican con termoplásticos transparentes CR39 o policarbonato, mucho más difíciles de romper que el cristal. Estas gafas son, por tanto, mucho más seguras que las lentes de cristal. Y también más ligeras.
Lo ideal es escoger una montura cómoda, ligera y resistente, ya que las va a usar con frecuencia. Si el peque tiene menos de dos años, es mejor apostar por una montura de plástico o silicona, y dejar las gafas de montura metálica para los niños más mayorcitos.
Uno de los puntos de atención son las bisagras de las varillas, que deben ser flexibles ya que se las pondrá y quitará muchas veces usando sólo una mano —aunque lo correcto sea emplear las dos—. Esto evitará que se desajusten. Las almohadillas de silicona también son perfectas para los niños ya que se acomodan en el puente de la nariz evitando que las gafas se le claven, le incomoden o le hagan daño.
Por último, no te olvides de comprobar que el modelo le quede bien sujeto. Si se trata de un bebé o al niño le cuesta acostumbrarse a ellas y se las quita constantemente, una cinta elástica puede ser una buena solución para que no acaben en el suelo.
Los niños más activos, inquietos o que practican alguna actividad física, pueden optar por la línea deportiva: gafas con talones de silicona en las patillas para evitar que les molesten en caso de golpes. Este tipo de gafas suele contar también con una cinta que las ajusta y sujeta detrás de la cabeza.
Cómo crear el hábito de llevar gafas en los peques
Los primeros días puedes empezar por ponerle las gafas por cortos periodos de tiempo, e irlos ampliando gradualmente para aumentar la tolerancia del niño. Si el peque ya es grande, quizás sea mejor probar antes las nuevas gafas en casa que mandarle desde el primer día con ellas al colegio. Si no se siente lo suficientemente cómodo y a gusto con ellas, es posible que se las quite en cuanto tenga ocasión.
Para empezar con buen pie, escoge una hora del día en que la que el peque esté descansado y de buen humor. Prepara alguna actividad favorita o divertida para entretener con ella al niño y mantenerle suficientemente ocupado. Es una buena forma de ayudarle a que se adapte a las gafas sin que esté constantemente preocupado por ellas.
Además, de esta forma puede comenzar a asociar llevar gafas a sensaciones positivas. Si se quita las lentes, puedes pausar momentáneamente la actividad hasta que se las vuelva a poner, sin forzarle y sin imponerle.
La manera de ir incrementando los intervalos de tiempo es algo que debéis ir explorando juntos. Para convertir las gafas en una rutina más de la vida cotidiana del niño, una idea es ponérselas por la mañana como parte de la rutina de vestirse y quítaselas antes de la siesta, el baño o la hora de acostarse, siempre ajustándonos a las necesidades que vengan marcadas por el tipo de problema visual que exista.
Ser positivos desde el principio y evitar pensar en que "es una faena" o "no va a querer ponérselas" son claves para que no nos desanimemos.
¿Debe llevarlas todo el tiempo?
Por lo general, sí —a menos que el Óptico-optometrista te recomiende lo contrario—. Aunque muchos adultos afectados de miopía leve solo usen gafas para determinadas situaciones, como conducir o ir al cine, la situación no es igual con los niños.
Los ojos de los niños tienen que aprender a ver, así que si no tienen las gafas adecuadas, pueden desarrollar el llamado "ojo perezoso" o ambliopía, porque nunca han visualizado una imagen nítida en la retina. También se ha demostrado que la prescripción correcta mejora la velocidad de lectura y reduce el riesgo de desarrollar estrabismo.
El hecho de no usar gafas cuando son necesarias puede ocasionarle efectos negativos a largo plazo. En cambio, no hay nada que indique que el uso de las gafas adecuadas empeore la vista.
¿Y qué hago si se las quita o se queja constantemente de que le molestan?
Utilizar un programa de incentivos puede hacerle sentir motivado para ponerse las gafas y desistir de quitárselas constantemente. En esto, como en otras tantas cosas, el refuerzo positivo suele funcionar mucho mejor que el castigo o la amenaza.
Puedes planificar una lista de pequeñas recompensas al final de la cual el peque obtenga un premio especialmente atractivo para él. Por ejemplo: si a tu peque le gustan mucho las canicas, puedes obsequiarle con una nueva cada vez que quiera quitarse las gafas pero no lo haga. Para cuando haya conseguido llenar todo un bote, ya se habrá acostumbrado a llevarlas y como recompensa, podéis construir juntos un circuito especial para lanzar esas canicas.
En cuanto a cómo controlar que las lleve puestas fuera de casa, habla con sus profesores y familiares para asegurarte de que todos saben que debe llevar gafas y de que apoyaran tus esfuerzos para conseguirlo fuera de casa.
Pídeles que solo hagan comentarios positivos del tipo "qué bien te quedan", y que eviten los chistes y las bromas. Es importante que el entorno del niño evite comentarios despectivos, especialmente en el colegio. Pídeles a los docentes que estén atentos para detectar a tiempo este tipo de comportamientos.
Si el modelo de gafas es el adecuado, después de un periodo razonable de tiempo para acostumbrarse, no deberían molestarle en absoluto. En caso contrario, los optomestristas resolverán cualquier duda que os surja al respecto y os darán los consejos necesarios para ayudarle a habituarse.
Puede que a tu peque le cueste un poco acostumbrarse a llevar gafas, pero con un poco de paciencia, el paso del tiempo y la ayuda de estos consejos poco a poco irá habituándose a ellas y terminará por considerarlas un complemento de lo más beneficioso para su día a día.
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