La llegada del verano comporta, entre otros cambios, la adaptación de la dieta de grandes y pequeños para combatir el calor. En estos meses debemos incorporar nuevos alimentos más refrescantes y ligeros, así como aumentar el consumo de líquidos para hacer frente a la subida de las temperaturas y evitar problemas de salud tales como mareos, golpes de calor o deshidratación. Hoy os queremos dar algunas pautas para adecuar la alimentación de los más pequeños a la temporada veraniega.
Alimentación saludable e hidratación a todas las edades
En términos generales y en las edades en las que es así posible, en verano es recomendable que ofrezcáis a los niños productos ligeros y, a la vez, refrescantes para combatir las altas temperaturas. La ingesta de frutas y verduras, debido a su un alto contenido en agua y a la posibilidad de consumirlas fresquitas, mantendrán a los más pequeños hidratados. Por ende, durante los meses más calurosos os recomendamos huir de platos propios del invierno, como guisos, estofados, sopas o consomés, ya que además de ser más calóricos les resultarán poco apetecibles con las elevadas temperaturas.
Mantener una dieta equilibrada es importante todo el año, también durante los meses de verano. En este sentido, además de los alimentos ya mencionados, debéis ofrecerles a los niños a diario cereales, preferiblemente integrales (arroz, pasta, pan…) y lácteos; varias veces por semana, legumbres, carnes (a ser posible magras), pescado, y huevos. Los productos procesados y azucarados, tales como bollería, snacks o dulces deberéis reservarlos para consumos muy puntuales, tal y como recomienda la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición.
La ingesta de líquidos durante la época estival es fundamental para combatir el calor. Durante el verano aumenta la temperatura corporal y la sudoración, y más en el caso de los niños que no paran quietos. Para mantenerse correctamente hidratados deben beber agua frecuentemente. La leche también es un alimento altamente recomendable para los peques, por ser un producto muy rico en agua (88%). En cambio, el consumo de otros líquidos, tales como bebidas de refresco carbonatadas o zumos industriales, debe limitarse por su elevado contenido en azúcar, ya que su ingesta habitual se asocia a problemas de caries, obesidad y sobrepeso.
Platos veraniegos, comidas divertidas
Una buena manera de saber qué alimentos debemos comer según la época del año es basarnos en la producción y consumir productos de temporada siempre que sea posible. Tomate, pepino, sandía, melón, aguacate, ciruelas, melocotón son algunos de los productos propios del verano con los que podréis preparar muchos platos distintos. Las frutas y verduras contienen una gran cantidad de vitaminas y minerales, que son muy necesarias para el desarrollo de los niños, así como un alto contenido en fibra, que evita el estreñimiento y la obesidad.
Son especialmente adecuadas en esta época del año las ensaladas y las sopas frías, como el gazpacho, platos con los que conseguiréis combinar muy bien los vegetales, además de obtener propuestas muy sencillas y fáciles de preparar. En el caso de las frutas, y pensando en los peques, las podéis servir cortadas en trozos, en macedonias o bañadas en leche o yogur. También podéis prepararlas con coloridas fuentes o formas muy originales, así les resultarán más divertidas y apetecibles.
Para conseguir que muestren interés por estos productos, además de preparar recetas divertidas como las comentadas, os recomendamos que disfrutéis todos juntos de las horas de la comida, así los niños os verán comer los mismos alimentos y sentirán curiosidad por probarlos.
Hay que tener precaución cuando estemos fuera de casa, por ejemplo, si salimos a pasar el día fuera o de escapada, ya que el calor estropea fácilmente muchos alimentos. Las frutas son especialmente perecederas y de seguida se oscurecen y se echan a perder. Para esos casos, podemos optar por productos preparados adecuados para bebés. Nutribén cuenta con una amplia gama de potitos, en diferentes formatos, de frutas y verduras, pero también con carne, cereales y pescado elaborados con las mejores materias primas y pensando en la salud de los peques.
Estos consejos más generales pueden puntualizarse en función de la edad de cada niño. Aunque la idea es la misma –mantenerlos frescos, bien alimentados e hidratados–, en cada momento de sus vidas tenemos que hacer pequeños ajustes para adaptarnos a sus necesidades.
Bebés lactantes (de 0 a 6 meses)
Los bebés recién nacidos, y hasta los 6 meses de edad, deben alimentarse con leche materna en exclusiva y a demanda, es decir, siempre que el bebé lo requiera, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud por ser la alimentación más natural y beneficiosa tanto para la madre como para el bebé.
Esta recomendación se hace extensiva también a los meses de verano, durante los cuales el único alimento de estos pequeños debe ser la leche materna, ya que les proporciona todos los nutrientes necesarios además de mantenerles correctamente hidratados. En ese sentido, no se recomienda ofrecerles ni agua ni infusiones ni otro tipo de líquido o alimento en esta franja de edad.
A los bebés que toman leche artificial tampoco es necesario darles agua, ya que con las tomas que realizan a lo largo del día reciben agua suficiente, siempre y cuando se prepare el biberón como indican los fabricantes y no más concentrado.
A partir de los 6 meses
Alrededor de los 6 meses de edad los bebés dejan de alimentarse sólo con leche e inician la alimentación complementaria. A partir de ese momento hay que empezar a ofrecerles alimentos, pero la leche seguirá siendo el alimento principal del bebé así que conviene seguir ofreciéndole el pecho a menudo, en caso de seguir con la lactancia materna, o el biberón, en caso de haber optado por la lactancia artificial.
Los primeros alimentos que se recomienda ofrecer a los bebés son la fruta y los cereales, por lo que en los meses más cálidos resultará una buena idea empezar a ofrecer algunas frutas, trituradas o bien chafadas con un tenedor, dependiendo de cada niño. Las frutas por las que se puede empezar son la pera, el plátano, la manzana, la sandía, el melón o las uvas. El melocotón y los frutos rojos no conviene introducirlos hasta pasado el año de edad, por ser un alimento alérgeno.
Hasta los 12 meses, iremos incorporando nuevos alimentos a la dieta del bebé, tal y como nos recomiende su pediatra, hasta conseguir que su alimentación sea completa y variada e incluya carne, pescado, legumbres, vegetales, cereales, huevos y lácteos.
Si se siguen estos consejos y la leche continua siendo parte importante en la dieta del bebé, no es necesario darle agua porque estará bien hidratado. Aún así, después de las tomas y de la comida se le puede ofrecer si así se desea por si tiene sed.
Entre uno y cuatro años
A partir del año de edad la mayoría de niños ya comen todo tipo de alimentos. Durante los meses de verano, tal y como ya hemos comentado, conviene ofrecerles alimentos más frescos y ligeros. La leche, que seguirá formando parte de su dieta, ya no será el alimento principal, por lo que deben beber agua de manera habitual, especialmente en verano.
¿Qué cantidad deben beber? La que precisen. El principal indicador de que necesitamos beber agua es la sed, pero en el caso de los niños pequeños es adecuado ofrecerles agua a menudo para satisfacer esta necesidad de la que, quizá, aun no son plenamente conscientes. Hay que tener en cuenta que, si tienen sed, beberán, y si no, no pasa nada, será señal de que no lo necesitan.
A partir de los cuatro años, dependiendo de la madurez de cada uno, los niños ya serán capaces de identificar cuando tienen sed y pedir el agua cuando lo consideren necesario.
Siguiendo estas pautas conseguiréis que vuestros hijos estén correctamente alimentados e hidratados durante los meses más cálidos. Platos frescos, ligeros y basados en productos de temporada. Todo ello sin olvidar beber agua frecuentemente y ofrecérsela a los más pequeños.
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