Incendios, inundaciones, fenómenos climáticos que arrasan ciudades... los efectos del cambio climático cada vez se perciben con más fuerza y la incertidumbre que genera está calando en la población. Según ha publicado CNBD, la famosa firma de servicios financieros, ha advertido a sus inversores que los temores sobre este tema están afectando las tasas de fertilidad más rápido que cualquier otra corriente asociada a los controles de natalidad.
Cambio climático, ¿causa o consecuencia en una disminución en las tasas de fertilidad?
Está claro que a tenor de las noticias que no dejamos de ver en los medios de comunicación, es normal que este se haya convertido en un factor a tener en cuenta cuando una persona o pareja se plantea tener un bebé: se estima que cada nueva vida genera aproximadamente 58,6 toneladas de CO2, motivo por el que han surgido corrientes como el antinatalismo, que abogan por dejar de reproducirnos al menos hasta que logremos disminuir los indicadores con los que se monitoriza el cambio climático.
La mayoría de nosotros estamos presenciando de una u otra forma indicios del avance de fenómenos relacionados con el clima y es comprensible que esto nos haga evaluar todos los posibles escenarios a los que tendrían que enfrentarse nuestros hijos. Hace algunos años la Universidad de UCLA demostró que tras un evento de calor extremo, la cantidad de nacimientos en los EEUU. disminuyó en los nueve meses posteriores, así que si la tendencia continúa, puede que cada vez más personas renuncien a convertirse en padres, ya sea por los temores ante el futuro de su prole, o como acto de responsabilidad ante la huella que carbono que generamos día tras día.
Otro punto a tener en cuenta es que el cambio climático también puede generar un efecto directo sobre la salud y la fertilidad: un estudio realizado en China con 18,000 parejas, mostró que la contaminación por partículas se asoció directamente con un aumento del 20% en la probabilidad de infertilidad.
De hecho, no tenemos que irnos muy lejos para observarlo: hace un par de años en el Primer simposio internacional sobre estilo de vida y fertilidad realizado en Barcelona, se revelaron estudios que demostraron que el incremento de las partículas contaminantes en suspensión durante los tres días antes de la fecundación, hace crecer el riesgo de aborto o disminuye la posibilidad de gestación. Así, directa o indirectamente, el cambio climático puede suponer un factor determinante en las tasas de natalidad a nivel mundial.
Está claro que el tema ya no es ajeno a la sociedad: es una preocupación de la que hablan personajes muy conocidos (el príncipe Harry mencionó en una entrevista que tendría máximo dos hijos por responsabilidad con las generaciones futuras), y políticos que llaman a la reflexión sobre si deberíamos tener menos hijos, como lo hizo Alexandria Ocasio-Cortez en un directo en su perfil de Instagram.
Seguramente este tipo de noticias y debates estarán más presentes debido a la intensidad de los efectos del cambio climático en nuestro día a día. Sin embargo creo que el análisis debe tener en cuenta otros factores, como la tasas de contaminación por persona en cada país (por ejemplo, la huella climática de un qatarí es 100 veces superior a la de un malí), el sistema económico y de producción, y como no, nuestra responsabilidad a nivel individual.
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