Cada vez vemos menos noticias sobre la situación de los refugiados sirios en su huida del infierno. Cada vez vemos menos cómo sigue siendo igual de terrible la situación de miles de niños que con sus familias tratan de dejar atrás el dolor de la guerra.
Muchos de esos niños y sus familias han tenido la fortuna de llegar hasta Canadá, donde ciudadanos canadienses han colaborado en una acción para que niños y mayores superen el miedo y el dolor que les genera el mar al mirarlo con los ojos con los que lo miran ahora. Porque sólo con salir del infierno no se curan las heridas.
Los niños han estado viendo a diario el horror de la guerra en la televisión aunque ellos mismos no hayan sido conscientes de ello cuando cruzaron el mar con sus familias o muchos de ellos, solos. Para todos ellos, el Mediterráneo se ha convertido en un mar dramático y mortal para miles de personas.
La mayor parte de los refugiados que han sobrevivido al mar lo miran con miedo y con dolor, sobre todo los más jóvenes y los niños, tristemente son situaciones que nunca deberían vivir los niños pero que lamentablemente, las viven.
Agua símbolo de muerte
Voluntarios canadienses de un club de canoa y kayak cercano al lago de Edmonton, se han propuesto que los niños y los adultos dejen de mirar al mar como si fuera un símbolo de muerte.
Hace unos días reunieron en un fin de semana a unas 30 familias en las que había en torno a 50 niños huidos de la guerra de Siria. A todos ellos junto a voluntarios (psicólogos y terapeutas) que hablaban árabe y otros que no, los llevaron al lago Kirk en San Alberto para ayudarles a superar ese tremendo trauma que para ellos supone el mar, el agua.
Solidaridad y acompañamiento
Se han planteado hacerlo periódicamente, para que niños y adultos recuperen la percepción de que el agua puede ser divertida. Sí, es una acción poco ortodoxa pero a la vista de los resultados muy efectiva al oír la risa de algunos niños al sentirse confiados y seguros de nuevo en los kayaks, sólo por eso el esfuerzo de los voluntarios ya les valió la pena.
Puede que sea un acto pequeño pero da una muestra de lo que una sociedad puede hacer en una situación como esta, algo que está en su mano, en su entorno, algo que sólo requiere de la solidaridad del que ofrece su ayuda a aquel que más la necesita para recomponer poco a poco su propia vida.
Vía | cbc.ca
Fotos | savethechildren.es | un.org
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