La explicación a por qué te quedas dormido enseguida en el sofá pero cuando vas a la cama no puedes dormir

Después de un largo día y cuando por fin ya estamos en casa tras cumplir nuestras obligaciones diarias, muchos nos dirigimos hacia el sofá para relajarnos un rato antes de irnos a la cama.

Pero a veces, independientemente de si ese momento de relajación incluye algo como leer o ver televisión, comienzan a cerrarse nuestros ojos, empezamos a dar cabezadas e incluso, sin darnos cuenta, nos quedamos dormidos. Tras algunos minutos, nos despertamos por alguna razón y decidimos que lo mejor será irnos ya a la cama para continuar durmiendo.

Sin embargo, una vez acostados en nuestra habitación, ese sueño tan pesado que teníamos en el sofá ahora brilla por su ausencia. ¿Qué ha pasado?

Seguramente esta experiencia te resulta familiar, pues quedarse dormido en el sofá es algo que a la mayoría en algún punto nos sucede. Después de todo, se trata de un sitio cómodo al que llegamos en un momento en el que estamos cansados.

El verdadero misterio, más que cuestionarnos si el sofá tiene propiedades somníferas, es el saber por qué ese mismo sueño que sentimos al estar en él no se manifiesta al irnos a la cama.

La respuesta está en la presión del sueño

Foto | Andrea Piacquadio en Pexels

La explicación a este fenómeno podemos encontrarla de mano de Madeline Sprajcer y Sally Ferguson, expertas en sueño de la Universidad de Australia, quienes explican en un artículo de The Conversation los motivos por los que esto sucede:

"La presión del sueño es una de las razones por las que te quedas dormido en el sofá. Este término se refiere a la fuerza del impulso biológico de dormir. Cuanto más tiempo has estado despierto, mayor es la presión del sueño", escriben Sprajcer y Ferguson.

Las expertas señalan que además de la presión del sueño hay otros factores que pueden influir, como los ritmos circadianos, que nos indican que al terminar el día es hora de dormir, y el ambiente en el que nos encontramos: un sofá cómodo en una habitación con temperatura agradable, luz tenue y quizás la televisión de fondo.

Sin embargo, aún teniendo estas últimas dos cosas, la presión del sueño es quien tiene la respuesta a ese sueño que desaparece una vez que nos trasladamos del sofá a la cama.

"Si tomaste una siesta en el sofá antes de ir a la cama, es probable que tu presión del sueño sea mucho menor que antes de la siesta", dicen las expertas. "En lugar de haber estado despierto más de 16 horas, acabas de despertarte, por lo que tienes menos presión de sueño. Esto puede dificultar mucho conciliar el sueño en la cama".

Dicho de otro modo, ese pequeño descanso nos sirvió para recargar algo de energía durmiendo de manera profunda y al no estar tan cansados como lo estábamos al quedarnos dormidos en el sofá, resulta más difícil volver a dormirnos en la cama.

Además, las actividades que podemos hacer al levantarnos del sofá, como encender luces brillantes, cepillarnos los dientes o ponernos el pijama, pueden hacer que nos sintamos más despiertos y aumentar esa dificultad.

Qué puedes hacer para evitar esta situación

Sprajcer y Ferguson señalan que la mejor manera de facilitar que nos quedemos dormidos en la cama y no en el sofá, es evitar éste último cuando existe el riesgo de quedarnos dormidos, como al sentirnos muy cansados. "Esto garantizará que toda la presión del sueño que acumules durante el día se dirija hacia un sueño profundo en tu cama".

Por otro lado, recuerdan que mantener una buena rutina nos facilitará el conciliar el sueño en la cama, como tener un ritual antes de acostarnos, una habitación oscura y silenciosa para dormir, no usar el móvil en la cama, poner música suave o ruido blanco.

Foto de portada | Ron Lach en Pexels

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