Parece del siglo pasado, pero sucede en algunas escuelas de primaria en Alemania en pleno siglo XXI. Unos 200 centros de ese país utilizan chalecos rellenos con entre 1,2 y 6 kilos de arena para que los niños con TDAH se queden quietos en clase y, según sus defensores, mejorar así la concentración.
El periódico alemán Der Tagesspiegel desató la polémica al publicar un artículo sobre estos controvertidos chalecos de arena, que aunque muchos aseguran que "funcionan", ha provocado una gran indignación por considerarlo una medida coercitiva que estigmatiza a los niños, que impide el libre movimiento, y lo más importante, sin evidencia científica sobre su uso.
Terapia de arena
El chaleco, que cuesta entre 80 y 170 euros, es un producto de la marca Beluga Healthcare, y forma parte de su línea "Terapia de arena", junto con otros productos rellenos de arena indicados, según aseguran, para trastornos de percepción, déficit de atención, demencia, coma vegetativo y autismo.
"Son inquietos por la falta de conciencia corporal", asegura Silke Turley, directora gerente de la compañía Beluga Healthcare que comercializa los chalecos. "Distribuyen el peso y la presión a lo largo de los músculos y estimulan los sentidos, lo que provoca un incremento del rendimiento cognitivo", se puede leer en la web de la compañía.
También señalan que la terapia se usa con éxito en Alemania, Austria, Suiza, los Países Bajos e Inglaterra por cada vez más terapeutas, bien como terapia independiente o como suplemento terapéutico.
Entre sus ventajas aseguran que permite controlar los síntomas del TDAH sin tener que recurrir a fármacos o tratamientos psiquiátricos.
Su uso es completamente voluntario y la única advertencia que se incluye es que sólo puede ser utilizado durante una hora al día.
La repercusión que ha tenido la polémica, ha obligado a la marca a emitir una aclaración en su web en la que asegura que sus chalecos "logran excelentes resultados en niños con trastornos perceptuales propioceptivos" y que quieren evitar que se utilicen como una solución mágica. Señalan que no todos niños "naturalmente inquietos" necesitan un chaleco de arena.
Estigmatizante e inmovilizante
Hay padres realmente indignados con su uso que lo comparan con los métodos de tortura:
“Sería mejor si evitáramos esos métodos de tortura”. ¿Cómo puedes decirle a un niño: “Estás enfermo, y como castigo, tienes que llevar este chaleco lleno de arena, que no solo es una agonía física sino que te hará parecer un idiota frente al resto de la clase”? Creo que algunas personas han perdido la cordura”.
Por su parte, según ha declarado a El País Cordula Lasner-Tietze, directora de la Agencia de Protección del niño alemana considera que “los llamados chalecos de arena imponen una restricción física a la libertad del niño, que en principio no debe ser prescrita por un pedagogo. En las escuelas debe haber un diálogo interprofesional para asegurar el correcto desarrollo del niño”.
No hay evidencia que recomiende su uso
También los pediatras alemanes han mostrado su indignación sobre los chalecos de arena. Hermann Josef Kahl, portavoz de los pediatras en Alemania, señala que "no existe una base médica para asegurar que esta terapia favorece la concentración en niños con hiperactividad", y coincide con algunos padre que hacer que los usen "es una forma de estigmatizar, de tachar al niño como problemático".
En un comunicado explica que solo entre el 3 y el 5% de los pacientes hiperactivos necesitan un tratamiento.
“Muchos de los otros niños que no pueden concentrarse, que están inquietos y molestan en la clase, simplemente no han aprendido cómo adaptarse a las exigencias del aula. En muchos colegios, hay demasiados niños por curso, o las aulas son demasiado pequeñas y los educadores están sobrecargados y no pueden ocuparse de las necesidades individuales de cada niño. […] poner un chaleco no soluciona estos problemas”.
Aunque algunos padres aseguran que a sus hijos les funciona, lo fundamental es que su eficacia no está comprobada científicamente para el tratamiento de niños con TDAH. Y la preocupación no es únicamente que no produzca beneficios, sino que además de la estigmatización de la que hablábamos antes, si su uso prolongado pudiera ser perjudicial para el crecimiento y desarrollo de los niños.
Hemos consultado con un experto
Hemos consultado con Manuel Antonio Fernández (@El Neuropediatra sobre el uso de los chalecos de arena y nos deja claro para comenzar:
"Debemos tener claro que este tipo de productos no son nuevos ni es la primera vez que aparecen en el mercado europeo".
Y continúa:
"En España no he tenido conocimiento hasta la fecha de que se haya comercializado nada parecido pero en 2010 nos presentaron en un congreso internacional de neuropediatría que se celebró en Berlín una línea de prendas parecidas para niños con problemas del Neurodesarrollo.
Al igual que estos que han salido a la luz ahora, de la empresa Beluga Healthcare, su fundamento estaba en la terapia de integración sensorial.
De una forma o de otra, y aunque digan en su web que hay estudios que están realizando y experiencias positivas con su uso, la verdad es que no hay en la actualidad ningún estudio científico que analice la utilidad de este tipo de prendas o dispositivos".
Dicho esto, recuerda la importancia de ser imparciales y objetivos y no debemos perder el norte ni caer en la demagogia o el sensacionalismo barato de criticarlo todo sin analizar y evaluar seriamente.
"No parece razonable, desde un punto de vista ético (no se si legal), afirmar que estos productos mejoran la situación de los niños con TDAH si no hay estudios que lo avalen. Pero por otro lado, tampoco me parece razonable demonizar el uso de estos productos como discriminatorios o estigmatizantes. De serlo, también podrían serlo las gafas que llevo, una muleta para alguien con problemas de movilidad o una silla de ruedas para una persona que ha sufrido un ictus.
"El uso del producto es una cuestión diferente a la utilidad del mismo. Estos chalecos podrán ser útiles o no, eso debe evaluarse y medirse... pero determinar si su uso es percibido como negativo por lo demás niños, por ejemplo, es otra cosa".
Vía | El País
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