Conozco la historia de una madre que tras dar a luz le pidió a su marido que no perdiera de vista a su bebé recién nacida ni un segundo, por el miedo que tenía a que se la pudieran cambiar. Claro que esta mujer, mi madre, dió a luz hace más de 40 años y los procedimientos eran otros.
Ahora conocemos una historia que parece el argumento de una película de vidas cruzadas, pero lamentablemente es la vida real. Sucedió en el año 2002 en el hospital público San Millán de Logroño, cuando intercambiaron a una recién nacida con otra bebé nacida horas después.
Vivir la vida de otra persona
Las bebés nacieron el mismo día, en el mismo hospital, con cinco horas de diferencia. Una pesó 2,270 kilos al nacer, y la otra 2,290 kilos. Al tener bajo peso, ambas fueron ingresadas en el área de incubadoras del hospital, donde fueron intercambiadas por un "error humano". A partir de ese instante, cada una de ellas vivió con una familia que no era la suya, viviendo una vida que no le tocaba.
Vivieron cada una su vida sin saber nada durante 15 años. Hasta que, según cuenta LaRioja.com que dió a conocer la historia, una de las chicas tuvo que realizarse en 2017 una prueba de ADN con su padre, que no se hacía cargo de ella.
La prueba reveló que el hombre no era su padre genético, y tampoco lo era quien ella creía que era su madre, que murió en 2018. Además, salió a la luz que su grupo sanguíneo tampoco coincidía con el que estaba registrado en su historia clínica. Se inició entonces un proceso legal para averiguar su identidad y tirando del hilo, se descubrió el intercambio.
La niña vivió una vida que no le tocaba vivir en una familia que pasó por grandes dificultades económicas. Desde 2003 lleva en situación de riesgo, y su abuela tuvo que hacerse cargo de la niña debido a la incapacidad de los padres para criarla.
Un error irreparable
La Consejería de Salud de La Rioja ha admitido que hubo un error, pero no sé sabe quién ha sido el responsable ni cómo ha sucedido exactamente.
Hay un proceso judicial en marcha por la confusión de la identidades, en el que la denunciante reclama tres millones de euros por haber crecido todos estos años en un entorno completamente distinto al de su familia biológica. Por su parte, Salud le ofrece una indemnización de 215.000 euros.
El abogado José Sáez-Morga considera que el daño producido es "inconmensurable, continuado y de por vida" y que "esta persona no se va a librar nunca del estigma de esta confusión". Lo que se pretende es "fortalecer su personalidad económica con la finalidad de que tenga un futuro asegurado", aunque lo ocurrido "no sea reparable".
Ahora se están esperando nuevas pruebas de ADN para probar que los padres de la otra bebé serían los progenitores biológicos de la chica denunciante. La otra niña, por su parte, no se ha pronunciado.
¿Cómo es posible que suceda un error tan grande?
Hoy sería prácticamente imposible que sucediera un error de este tipo, ya que los métodos de identificación de los recién nacidos en los hospitales son más complejos y rigurosos.
Al ingreso al hospital se le coloca a la madre una pulsera identificativa y cuando nace el bebé se coloca, en presencia de los padres, una copia de esa pulsera con los mismos datos en el tobillo o en la muñeca del recién nacido. Ambas contienen un número identificativo que está incluido en el historial, así como en la documentación de identificación filial.
Además, en los hospitales se toma una muestra de sangre de cordón del recién nacido para ADN y, por ley, se toma la huella dactilar del recién nacido junto con la de la madre, ya sea mediante tinta o con sistemas biométricos.
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