Alrededor del mundo se gastan millones de dólares para encontrar el secreto de la longevidad. Sin embargo, la verdadera cuestión es cómo cumplir muchos años gozando de buena salud física y mental, porque no se trata solo de vivir más, sino de hacerlo de la mejor manera posible.
Casos como el de María Branyas, una mujer residente de Olot, Girona, que acaba de cumplir 117 años, arroja muchas luces sobre los secretos que nos pueden llevar a alcanzar una edad centenaria en unas condiciones excepcionales.
Muchas gracias por las felicitaciones. Mi agradecimiento, de corazón, a todas las personas que ayer me manifestaste su cariño, respeto y bonitas palabras. “Sólo con una sonrisa que me hayas dado, ya me lleno de alegría y veo el mundo más grande” (Joana Raspall)
Totalmente lúcida, con una salud prodigiosa incluso para alguien que tuviese 50 años menos (salvo algunos problemas de audición y en las articulaciones), y muchas historias qué contar, se ha convertido en la musa y motivo de estudios desde hace nueve meses de Manel Esteller Badosa, médico y director del programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge.
Según ha contado el Dr. Esteller al programa "La Ventana" de La Ser (y en el que por cierto, se puede escuchar a la misma María), los datos que ha recogido están mostrando resultados muy interesantes: María viene de una familia con tradición longeva, nunca ha sufrido cáncer, enfermedades cardiovasculares, demencia ni neurodegeneración. En sus células han detectado varias mutaciones, lo que confirma que es posible vivir con ellas y en sus microbios hay presencia elevada de bacterias asociadas a la leche y los yogures, alimentos que consume con regularidad.
Su edad biológica, la de sus genes, es de 103 años, 14 menos que su edad cronológica "Eso la convierte en una excepción, un milagro diario, del que podemos y debemos aprender muchas cosas. Entre ellas, por ejemplo, observando si tiene elevadas determinadas proteínas, lo que podría proporcionar información valiosa para diseñar fármacos anti-envejecimiento", ha afirmado el doctor en la entrevista.
La epigenética nos puede dar las claves para vivir más y mejor
Si nuestros padres son longevos, tenemos más posibilidades de que nosotros lo seamos, aunque tenemos un límite que marca nuestros cromosomas, según cuenta el Dr. Esteller "su estructura permite vivir aproximadamente de 120 a 125 años, y si quisiéramos vivir más los científicos deberían realizar modificaciones en el ADN que de momento no se han hecho".
Por eso la epigenética, el estudio de los cambios en la función de los genes que son hereditarias y que no se pueden atribuir a alteraciones de la secuencia de ADN, es el punto de partida de numerosos estudios. Uno de los más importantes es el desarrollado por Nir Barzilai, que ha encontrado una gran importancia en los genes que modulan nuestro colesterol "bueno" para ayudarnos a mantenernos más saludables de diversas maneras.
Los resultados muestran que los participantes centenarios de su estudio tienen muchas más probabilidades de tener una variante específica del gen CETP que controla el colesterol, y esos pacientes tienden a vivir más tiempo con una mejor función cerebral.
La genética es determinante, pero también lo es nuestro estilo de vida
Otro factor determinante para alcanzar una edad centenaria con un buen estado de salud es el ambiente en el que vivamos, "porque estos terminan afectando el material genético", afirma el Dr. Esteller.
Cuestiones como la alimentación y el estilo de vida incluyen directamente en la calidad de nuestra vejez. Según Sharon Inouye, médica y científica de la Facultad de Medicina de Harvard que se especializa en envejecimiento "en este punto es muy importante la prevención: una dieta rica en frutas y verduras y baja en carbohidratos, mantenerse mentalmente activo y socialmente comprometido con actividades como el voluntariado, el ejercicio aeróbico y de fuerza, evitar el tabaco y el exceso de alcohol".
Otro estudio a través de entrevistas a un grupo de centenarios realizado por el demógrafo Juan Manuel García González, Profesor Titular de Universidad en el Departamento de Sociología de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, ha encontrado que la gran mayoría de ellos tienen vínculos familiares fuertes y de calidad, que tienen un papel importante dentro de su familia y mucho apoyo en una buena red de amigos: "Siempre han sido personas muy activas, incluso a edades muy avanzadas y no han perdido la ilusión por hacer cosas, aunque muestran mucha resiliencia ante la muerte".
Es importante tener en cuenta que las personas objetos de este estudio han pasado por dos dictaduras, una guerra civil y una vida generalmente difícil, especialmente en sus años de juventud. Sin embargo, una cosa que remarca el investigador es que "han llegado a su edad de jubilación con la posibilidad de hacer lo que querían, después de haber hecho 'lo que les tocaba'". Posiblemente tener una vida llena de desafíos y vicisitudes te hace resiliente, y llegar a una edad adulta con la posibilidad de vivir tranquilamente te hace envejecer en condiciones más saludables.
En la resiliencia puede estar la clave
Resiliencia. Esa palabra tan de moda, cuyo significado muchos hemos empezado a descubrir, aún cuando nuestros adultos mayores la vienen practicando desde que eran niños sin saberlo y que sigue siendo la consigna de su vida, como lo he podido comprobar con la misma María, protagonista de este artículo.
A través de Rosa, su hija, he podido hacerle una pregunta. Como de los secretos de su longevidad ya se están encargando los científicos, sólo he atinado a tocar otra cuestión que perseguimos todos: ¿Cuál es el secreto para tener una vida feliz?
Según la mujer más longeva del mundo, "Para vivir feliz es necesario arrinconar las cosas oscuras de la vida y pensar sólo en las claras. La vida es mucho mejor si tienes la suerte de poder rodearte de buenas personas. Una estabilidad emocional y una buena conexión con las amistades y la familia es muy importante. Aunque ahora, al vivir yo tantos años, la familia es muy importante, pero los amigos ya no están. Y he aprendido a vivir en el silencio y la soledad. No hay que tener miedo a la soledad. Para ser feliz no es necesario tener compañía, es necesario tener paz".
Imagen | Foto cedida por la familia de María Branyas