Me tengo que sentar un momento cuando escucho "Mamá ¿por qué todo está ardiendo?". La pregunta la hace un niño que no consigue entender lo que ve en la televisión, lo que nos escucha hablar a los adultos. Un niño que no consigue entender por qué arde el monte, el campo, los bosques, las casas…
Y me tengo que sentar para pensar en cómo explicárselo para que sepa lo que pasa y para que lo entienda. No es fácil, pero es de esas preguntas que prefiero no dejar pasar y que tal vez no deberíamos dejar pasar nunca, ni cuando nos las hacemos a nosotros mismos.
Las imágenes son dolorosamente espectaculares. En los últimos días hemos visto como arde Funchal, la capital de Madeira, por los cuatro costados. Como ardía la isla de la Palma, como ardía Galicia, como ardía Portugal y no, no tengo una razón de por qué está pasando esto, ni yo misma consigo entenderlo.
¿Por qué todo está ardiendo?
No se trata de asustarle ni de engañarle, se trata de encontrar precisamente el término medio entre esos dos extremos, se trata de decirle la verdad pero de forma que la entienda.
El monte arde en verano porque hay gente que le prende fuego sí, porque hay accidentes también pero no sólo por eso.
Verás, el monte hay que cuidarlo todo el año, es como un jardín enorme que tenemos que cuidar entre todos cada vez que salimos a dar un paseo y además, los responsables del país, de la comunidad, de la provincia, del pueblo, ellos también tienen que cuidarlo y exigirles a sus superiores que lo cuiden a su vez.
Si el monte lo abandonas durante el año a los árboles se les caen las ramas y ahí se quedan, en medio de un camino que quizás podría servir de cortafuegos en un incendio pero claro, si está lleno de ramas secas funciona justo al revés.
¡Exacto! Hay que limpiarlo durante el invierno, hay que cuidarlo, hay que buscar especies autóctonas que quizás crezcan más despacio pero que son más resistentes al fuego y a la sequía.
Y sobre todo hay que convencer a todos de que el monte no es nuestro monte, los bosques no son nuestros, de los adultos que los gestionan o los recorren, el monte y el bosque son vuestros, de los niños que nos los habéis prestado hasta que crezcáis y nos pidáis cuentas por no haber cuidado bien de lo que es vuestro.
¡Claro!¡Eso sería perfecto!¡Será como si tuviéramos una misión! Y luego en casa hacemos recuento a ver quien es el que ha completado la misión con más éxito ¿te parece?
Pero también tenemos que aprender a cuidar lo que es de todos y a pedir que todos los cuiden también y podemos participar en alguna acción de repoblación de las zonas quemadas que nos pillen más cerca de casa y así evitamos que donde había un bosque crezca un desierto ¿te parece? (tristemente hay muchas más zonas cerca en las que podemos plantar árboles después de un incendio de las que nos imaginamos…)
No sé si habrá conseguido entender mi explicación o si yo habré conseguido hacerme entender, la verdad es que explicar realidades como esta que se repiten dolorosamente cada año, a mí también me cuesta... será porque no consigo entenderlas yo tampoco.
Fotos | unsplash.com
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