Después de ocho años en los que mi pareja y yo hemos ejercido como padres trabajadores que crían sin familia en la que apoyarse y sin ayuda externa, puedo decir que hemos alcanzado un punto de la rutina en que salvo por imprevistos, va rodada y funciona como un reloj suizo.
Preparar las niñas para el cole, hacer la compra, cocinar, limpiar... toda esa coreografía diaria está más que ensayada, organizada y depurada, y aunque no soy una adicta a la limpieza, tengo unos mínimos para poder funcionar bien: que la casa esté recogida, que haya comida en la nevera y que no vea ropa apilada en un rincón de la casa. Esta es nuestra forma de conseguirlo, teniendo a dos niñas de 4 y 8 años.
Empieza el curso con una limpieza a fondo
Este es el principio de una buena organización. Sacar la ropa que ya no les viene a las niñas, los juguetes que ya no usan (y que se donan por iniciativa suya), la ropa que nosotros que ya no usamos y hacer limpieza de armarios de toda la casa es fundamental para que el día a día en el tema textil no se convierta en una locura.
Precisamente que tengan solo lo necesario y no prendas y zapatos que ya no van a usar, facilita que tengan autonomía para vestirse solas. Eso, a la larga, es algo que ahorra tiempo a la familia en conjunto.
Aligera la decoración de la casa
Quitar el polvo de la casa es una actividad que te puede tomar muy poco tiempo si no tienes muchas cosas que lo compliquen. Una decoración minimalista no solo ayuda a ahorrar tiempo para matener la casa limpia, sino que también te da paz mental. Hace un par de años me propuse reducir la cantidad de objetos decorativos de casa y lo único que lamento es no haberlo hecho antes.
Asigna un sitio para cada cosa
Que cada cosa tenga "su sitio" es fantástico para todos en casa y no me refiero solo a los niños. Los accesorios para organizar armarios y cajones facilitan muchísimo el tenerlo todo bien recogido (no solo oculto en algún cajón y que cuando necesites no encontrarás), además de ser un mecanismo muy útil para que los niños aprendan a ser ordenados sin mucho esfuerzo.
Haz un reparto claro de tareas
Esta es una de las cuestiones que deberían abordarse desde el momento mismo que empezamos a compartir techo con alguien y afinarse de cara a la llegada de más miembros a la familia. El cuidado de una casa y de otras personas es un trabajo muy duro y generalmente invisible, y hasta que todos los miembros de la familia nos implicamos, no sabemos el valor real que tiene.
No se trata de repartir y no recoger un plato "de más" porque no te toca. Se trata de buscar un equilibrio entre todas las cargas que llevamos, especialmente los padres y las madres, echarnos una mano cuando lo necesitamos y enseñar a los que vienen que esta es la mejor forma de convivir.
Si los niños se crean en un ambiente donde todos nos comportamos como adultos funcionales, ellos lo normalizarán, aprenderán con el ejemplo y querrán colaborar también. A su ritmo, pero con buenos cimientos.
Planear los menús semanales
Siempre he procurado alimentarme de una forma saludable y desde que soy madre, es algo que he querido enseñar a mis hijas. Una gran herramienta para lograrlo y de paso ahorrar tiempo y dinero, es planear los menús: de esta forma miras en perspectiva todo lo que comes durante la semana y sabes si se trata de una dieta equilibrada, haces la compra de una forma eficiente y no pierdes tiempo pensando "qué cenamos hoy".
Practicar el batch cooking (cocinar para la semana)
Destinar algunas horas para cocinar y tener la comida prácticamente lista para el resto de la semana va en línea con el punto anterior. En mi caso lo hago con purés, guisos y legumbres que puedo complementar fácilmente con alguna proteína a la plancha o una ensalada.
Si haces cálculos, el ahorro de tiempo que resulta de cocinar estas comidas de golpe a hacerlo cada día, puede suponer una media de tres horas a la semana (lo he hecho y a mi me supone una ahorro extraordinario de tiempo).
Dejar la casa recogida en la noche
Después de llegar del colegio con las niñas, hacer los deberes, jugar un ratito, el baño y la cena, obviamente se nota en la casa. Cada uno sabe que debe dejar las cosas en su sitio (ropa en el cesto, platos en el fregadero, juguetes en la estantería), y cuando las niñas se duermen, entre los dos rematamos los quehaceres en unos pocos minutos.
Tanto hacerlo en la noche, como levantarnos en la mañana con la casa recogida, es un hábito que ya tenemos todos y nos facilita mucho las cosas para empezar la jornada con buen pie. No es algo que se consiga de la noche a la mañana, pero doy fe que se puede.