Una profesora prepara a sus alumnos para la muerte de un compañero: una valiente lección de educación emocional

Una profesora prepara a sus alumnos para la muerte de un compañero: una valiente lección de educación emocional
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Federica es una profesora de Uruguay, con más de 20 años de experiencia como docente en una escuela rural.

Por desgracia, ha tenido que enfrentarse a uno de los desenlaces más duros por los que nadie quiere pasar, pero sí ocurre y hay que saber cómo gestionarlo: la muerte de uno de sus alumnos, Alejo, enfermo de cáncer desde hace tres años.

Así que como sus compañeros preguntan por él, porque no acude a clase desde mayo, ha decidido ir preparando a sus niños para el fatal desenlace. Sin duda alguna, una lección necesaria y valiente de educación emocional, que los niños aprobaron con sobresaliente.

Una lección de vida y muerte

Mis hijos tuvieron que vivir la muerte muy de cerca, cuando falleció su padre. Así que no engaño a nadie si aseguro que hubiera agradecido cualquier ayuda del colegio para que preparase a mi hija mayor (el pequeño era casi un recién nacido) para lo que iba a ocurrir, y que después se ocuparan de su rendimiento emocional y no solo del académico.

Porque, aunque rehuyamos hablar de la muerte y sea casi un tema tabú para tratar con los niños, existe y puede tocarnos de cerca a cualquiera de nosotros.

Por eso, la iniciativa de esta profesora, bautizada por el diario 'El Observador' (no importa cómo se llame), me parece tan hermosa y cargada de amor, además de muy necesaria para sus alumnos.

Según explica el diario, Federica adora su trabajo y busca que sus niños de la escuela rural tengan las mismas oportunidades que otros que hayan nacido en un barrio acomodado de una gran ciudad.

Así que, cuando se enteró que uno de sus pequeños no regresaría más a su aula, confiesa que pasó noches en vela llegando incluso a descuidar a su familia porque reconoce que no sabía qué hacer.

Alejo lleva luchando contra un agresivo cáncer desde hace tres años. Tras un año sin acudir a clase a causa de un fuerte tratamiento oncológico, volvió a correr con sus compañeros en el patio. Pero, aunque parecía que había mejorado, lo cierto es que no era así: la enfermedad ha regresado con más fuerza y no va a superarla.

Sus compañeros le extrañan y preguntan cuándo va a volver. Por eso, la profesora convencida de que es peor callar, pidió asesoramiento a un psicólogo, para saber cómo era más adecuado hablar con los niños. También consultó varios libros sobre el tema y reunió a los padres para explicarles que Alejo iba a morir y era importante que lo comentaran a sus hijos en casa, para que pudieran enfrentarse a lo que va a pasar.

Porque Federica sabe que va a pasar, no cree en los milagros, y así se lo hizo saber a sus alumnos, explicándoles que su compañero está muy enfermo, que el tratamiento no ha funcionado. Los pequeños se quedaron mudos con la cabeza baja. La profesora reconoce que fue muy complicado continuar con la clase.

Sí a la oportunidad de despedirse

Nino Triste

Tras conocer la situación de Alejo (nombre también ficticio), sus compañeros le hicieron llegar cartas con palabras de cariño junto con un regalo especial de su profesora. Reconoce la docente que saber que le había gustado, le reconfortó.

Poco más se puede hacer en una situación así, salvo ofrecer el hombro para que los niños pregunten sus dudas e incluso lloren, tal y como hace esta profesora.

Asegura que algunos de los libros que consultó le ayudaron a saber cómo responder y apoyar a sus alumnos. Entre ellos nombró a:

  • 'Vacío', de Anna Llenas. Una vida apacible y feliz puede verse truncada de repente por la toma de conciencia de un gran vacío, un agujero que nos atraviesa el pecho y nos lanza de inmediato a una forma de vida que no sabemos cómo llevar. Esto es lo que le pasa a la protagonista de esta historia, una niña feliz que, tras sufrir una inesperada pérdida, descubre en su interior un gran vacío. Su capacidad para enfrentarse a la adversidad es lo que le hace especial.

  • 'La estrella de Lisa', de Claude Dubois, que precisamente cuenta una bonita historia llena de amistad, sobre una niña que pierde la batalla contra el cáncer. Y es que su amigo Benja visita a Lisa cada día durante su enfermedad.

Y es que, como aseguran lo expertos, los niños tienen diferentes etapas de comprensión de la muerte. Debemos hablarles con sencillez, con un lenguaje cercano y comprensible para cada edad. Pero tenemos que hablarles de ella.

Mentirles "para que no sufran" solo sirve para acrecentar aún más su desconcierto sobre la muerte. Tenemos que decirles la verdad, como hizo Federica, con palabras que puedan entender según su edad.

También es positivo hablar con ellos de los sentimientos que surgen ante la muerte de una persona cercana y querida y apoyarles si lloran o se ponen tristes. La muerte de un ser querido siempre es impactante, por lo que no debemos disimularlo o reprimirlo delante de ellos, porque necesitan saber que es algo natural.

De hecho, como madre que he tenido que hablar a mis hijos sobre la muerte y enfrentarme a la tristeza a diario, creo que nos equivocamos al disimular delante de ellos para evitarles el dolor. Reconozco que era de las personas que lloraba a escondidas, cuando mis hijos dormían. Pero un día mi hija me sorprendió llorando y no necesitó preguntarme el porqué. Tenía ocho años y había pasado solo un año de la muerte de su padre cuando me soltó:

"Tranquila mamá. Todos le echamos de menos y tus lágrimas me demuestran lo importante que era para nosotros. No me ponen triste, porque yo también lo estoy, y me ayudan a comprender que es normal llorar".

Así que, no sé si Alejo habrá ya fallecido, pero si no es así, sería una buena idea que les dieran a sus compañeros la posibilidad de despedirse de él, darle un último adiós. Necesitan cerrar la herida y en mi caso, siguiendo la recomendación de un psicólogo infantil, ayudó a mi hija.

Pero cada padre sabe qué tiene que hacer y actúa como cree mejor para sus hijos. Son recomendaciones generales, porque lo que es adecuado para unos puede ser nefasto para otros. Aunque los gestos de amor de los niños, cuando saben la verdad, no dejan de sorprendernos.

Vía | 'El Observador'

Fotos | lihuihuiycg en Pixabay

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