El bullying es un tema muy serio que no debería dejarnos indiferentes. Prevenirlo y frenarlo es un trabajo de toda la sociedad, empezando por los colegios y las familias, -a través de la educación, concienciación y prevención-, hasta la aplicación de otras medidas por parte de otros organismos sociales.
En este sentido, la Fundación ANAR y la Fundación Mutua Madrileña, a través de su proyecto conjunto Acabemos con el bullying, llevan tiempo trabajando para concienciar a los jóvenes en la necesidad de luchar contra el acoso escolar, elaborando estudios sociológicos y campañas sobre la realidad de este problema.
Los datos de la última encuesta realizada por las dos entidades, en la que participaron 2.600 alumnos de 6º de primaria, 1º de la ESO y 2º de la ESO, y un centenar de profesores de colegios e institutos, alertan de la lacra social que supone el acoso escolar, un problema que lejos de desaparecer, va en aumento.
Datos sociológicos del acoso escolar
Según los alumnos encuestados, uno de cada tres afirma que en su clase existe acoso escolar, y en un 67 por ciento de los casos éste se produce por parte de un grupo, aumentando esta situación en 11 puntos porcentuales con respecto al estudio anterior de 2016.
Las edades más habituales en las que los alumnos se ecuentran con este problema son los 12 y 13 años (correspondiente a los cursos de 1º de la ESO y 2º de la ESO). A partir de esta edad los casos comienzan a disminuir.
En cuanto al perfil del acosador, el 62 por ciento de los alumnos encuestados afirma que los acosadores actúan de esta forma porque se consideran superiores al resto de los compañeros, aunque también manifiestan que lo hacen para divertirse.
Por su parte, la mayoría de los profesores señalan que los complejos, la inseguridad, la baja autoestima o el miedo al rechazo son las características principales del alumno que acosa, seguidas de la agresividad y el sentimiento de superioridad.
En lo que respecta al perfil del alumno acosado, el estudio pone de manifiesto que el bullying afecta casi en la misma proporción a niños que a niñas, siendo ligeramente más alto en este último grupo (el 51 por ciento frente al 49 por ciento de los chicos).
Por otro lado, y según la encuesta, los motivos que convertirían a un alumno en objeto de burlas o acoso por parte de otros compañeros serían:
Ser poco hábil en las relaciones sociales
Estar fuera de la moda o no seguir las mismas tendencias o gustos que la mayoría
Tener defectos físicos
Tener alguna discapacidad
En algunas ocasiones, los niños y niñas acosados destacan por su inteligencia, su atractivo físico o sus características de personalidad (son los más brillantes, los más divertidos, los que tienen mejor comportamiento...)
Un 31 por ciento de las víctimas no lo cuenta
Los niños y niñas que sufren acoso escolar tardan una media de 13 meses en pedir ayuda, aunque desgraciadamente no todos alzan la voz contra esta situación, y casi el 31 por ciento de las víctimas no llega a contárselo a sus padres.
Entre los motivos que se esconden detrás de su silencio están, según la encuesta:
No querer preocupar a la familia o hacerles sufrir con este problema.
Temor a una sobrerreacción de los padres ante el colegio o los acosadores.
Temor a contarlo porque en casa existen situaciones conflictivas por las que los padres no se sienten satisfechos ni orgullosos de ellos.
Señales de alarma
Por eso es fundamental que tanto los padres como los compañeros y los profesores estemos pendientes, y ante cualquier señal de alarma actuemos para frenar la situación.
En este sentido, los padres deberíamos preocuparnos...
Si vemos que el niño se aísla o no se relaciona como antes.
Si empieza a manifestar enfermedades psicosomáticas, como dolor de estómago o de cabeza.
Si pone excusas para no ir al colegio.
Si cambia el carácter, muestra una mirada huidiza, presenta cambios posturales o cambia sus hábitos de ropa para cubrirse.
Si vuelve del colegio con material roto o perdido.
En cuanto a los profesores, es importante que hablen con el alumno si perciben...
Tristeza o vulnerabilidad ante determinadas situaciones.
Faltas de asistencia a clase.
Si al alumno le desaparecen objetos personales con frecuencia.
Cambios de actitud: no participa en clase, bajo rendimiento académico, se relaciona menos con los compañeros...
Marcas o arañazos en partes visibles de su cuerpo
Por su parte, los compañeros también tienen una labor muy importante, dando la voz de alarma ante cualquier situación de la que sean testigos o conocedores. En este sentido, la Fundación ANAR y Mutua Madrileña están llevando a cabo sendas campañas para concienciar a los estudiantes que su indiferencia, silencio o risas también les vuelve cómplices.
Fotos | iStock
Vía | Europa Press, I Estudio sobre el bullying
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