En Bebés y Más hemos hablado en varias ocasiones de la importancia de inculcar el hábito lector a los niños, acercándoles los libros desde pequeños y despertando su amor por la lectura. Y es que leer no solo es un excelente pasatiempo, sino que tiene grandes beneficios para su desarrollo.
Pero, ¿qué ocurre si a pesar de seguir todas las recomendaciones de los expertos nuestro hijo no quiere ver un libro ni en pintura? ¿Qué hacemos con esos niños a los que leer no les motiva en absoluto?
Yo he pasado por esa situación con uno de mis hijos, y como amante de las letras y la literatura confieso que es realmente frustrante ver que tu hijo no te acompaña en esta afición. Por eso me he animado a compartir mi experiencia y contaros cómo ha sido el proceso que hemos vivido hasta despertar su interés por la lectura, así como las cosas que nos han funcionado y las que no para motivarle.
Su afición por la lectura comenzó a caer en picado a partir de los seis años
La mayoría de los colegios comienzan a adentrar a los niños en la lectoescritura a partir de los cuatro años, a pesar de que los expertos aseguran que no es hasta los seis cuando su cerebro está realmente preparado para ello.
No obstante, en esos dos años previos a iniciar la etapa de Primaria hay niños que aprenden a leer rápido y otros a los que les lleva más tiempo. Mi hijo formaba parte del primer grupo y con tan solo cuatro años dominaba la lectura de una manera asombrosa.
Fue maravilloso verle descubrir el universo de las letras y emocionarse leyendo todo lo que caía en sus manos, desde folletos propagandísticos de supermercados, hasta nombres de calles, titulares de periódicos y por supuesto libros. Pero con el paso a Primaria su interés por los libros comenzó a caer en picado y la amplia biblioteca de títulos infantiles que teníamos en casa dejó de captar su interés.
Sin embargo no fue así, y aunque a menudo le regalábamos libros y desde el colegio incentivaban a los alumnos con títulos recomendadas, los cursos fueron pasando sin que la lectura ocupara lugar entre sus aficiones.
Cosas que funcionaron y errores que cometí a la hora de incentivar el hábito lector de mi hijo
Como padres, hicimos de todo para intentar fomentar el hábito lector en nuestro hijo, y aunque siempre actuamos con la convicción de estar haciendo lo correcto, con el tiempo me di cuenta de que algunas de las estrategias no fueron adecuadas.
Ahora, a punto de iniciar el ciclo de Secundaria mi hijo es un ávido lector, pero es difícil saber si la pasión por la lectura le ha llegado por un simple tema de madurez o como consecuencia de alguna de las prácticas que durante años hemos estado poniendo en práctica y que a continuación os comparto.
Lo que NO funcionó
Comprar libros de moda. A la hora de regalar un libro a mi hijo siempre me decantaba por los títulos de moda entre los niños de su edad, pensando que por el mero hecho de que a otros les gustara también tenía que gustarle al mío.
Visitar bibliotecas y grandes librerías comenzó a convertirse en una práctica rutinaria todos los viernes. Mi intención era que entre aquellos inmensos pasillos de libros, descubriera el título perfecto que atrapara su interés y le introdujera en el mundo lector.
Pero aquella estrategia nunca nos funcionó, y lejos de mostrar interés, mi hijo se sentía apabullado entre tanto título e indeciso a la hora de elegir qué leer. Algo así como el niño que tiene tantos juguetes que acaba por perder el interés en ellos.
Fue entonces cuando decidí cambiar la estrategia y dejar de atosigarle con la lectura. Confiaba en que dejándole espacio acabaría leyendo por sí solo. Pero tras días, semanas e incluso meses sin verle acercarse a ningún libro, me di cuenta de que aquella decisión tampoco fue acertada.
Crear un carnet de lectura que a medida que fuera completando le diera acceso a ciertos privilegios, tales como regalos, tiempo de pantallas o planes especiales. Mi objetivo era incentivar su esfuerzo lector, pero mi hijo acabó identificando la lectura como un "sacrificio" que debía hacer para obtener otras recompensas. Y es que ya sabemos que educar con premios es muy perjudicial.
Lo que SÍ funcionó
Creamos un rincón de lectura con estanterías divertidas, vinilos de pared y un espacio cómodo y acogedor para disfrutar de esta actividad. Mi hijo participó en su decoración, y durante un tiempo, contar con este espacio propio y divertido le animó a leer.
Incorporar ratos de lectura dentro de otras actividades lúdicas. Por ejemplo, si íbamos de excursión al campo llevábamos un libro en la mochila para leer juntos mientras comíamos o descansábamos a la sombra de un árbol. Esta idea le resultaba especialmente motivadora, quizá por la posibilidad de salir de los entornos habituales de lectura en los que siempre se movía, y que se limitaba a casa, cole o biblioteca.
Compartir rato de lectura antes de irnos a dormir. Leer un cuento a mi hijo antes de dormir siempre había sido una práctica habitual. Sin embargo, a medida que fue dominando la lectura dejamos de leer juntos. Volver a recuperar ese rato de conexión en familia instantes previos a ir a la cama supuso un antes y un después, y leer juntos se acabó convirtiendo en nuestro momento preferido del día y ayudando a generar un hábito.
- Observar sus intereses y regalar libros sobre estos. Sé que este consejo puede sonar a perogrullo, pero personalmente me llevó tiempo descubrirlo. Sin embargo, en el momento en que comencé a observar a mi hijo mientras jugaba, a descubrir más sobre sus intereses y a hablar largo y tendido sobre sus aficiones, es cuando por fin entendí el tipo de libros que podían captar su atención.
Mi hijo ha devorado enciclopedias de dinosaurios, de Star Wars, del cuerpo humano o de bichos raros. También ha leído sin pestañear atlas (tuvo una época en la que le obsesionó la geografía) y libros sobre el sistema solar y el universo. E incluso pasó por una época en la que cualquier libro o artículo médico llamaba poderosamente su atención.
Así pues, si a tu hijo no le gusta leer y parece no interesarle ninguno de los títulos de moda entre los niños de su edad, prueba a hablar con él y a averiguar más sobre sus intereses y aficiones. Sean las que sean, seguro que encuentras el libro perfecto que capte su interés y le anime a leer con motivación y ganas de seguir aprendiendo.
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