No hay Navidad que se precie sin su respectiva decoración, y hacer a los hijos partícipes de ese momento será, sin duda, uno de los mejores recuerdos que guarden de su infancia.
Y es que poner el árbol de Navidad con los niños tiene increíbles beneficios para ellos, además de compartir tiempo juntos y perpetuar una tradición que va pasando de generación en generación y a la que nosotros hemos decidido incorporar nuestros propios matices.
En mi casa, poner el árbol de Navidad es el pistoletazo de salida para comenzar a celebrar estas entrañables fiestas, pero sobre todo es ese momento que mis hijos llevan esperando todo el año porque sin pretenderlo, con el tiempo hemos ido haciendo de ello una tradición particular de nuestra familia.
Para empezar, hace tiempo que nos desmarcamos de lo que hace la mayoría de gente que es poner el árbol en el puente de diciembre. Nosotros lo ponemos siempre a mediados de noviembre porque la Navidad nos encanta, nos hace felices y la disfrutamos mucho, así que, ¿por qué esperar para empezar a vivir su magia?
Otra tradición que hemos incorporado es la de comprar cada año un adorno nuevo para el árbol. Nos encanta ir en familia a la tienda y elegir cada uno de nosotros el adorno que más nos gusta, sin importarnos el estilo cada vez más ecléctico que nuestro árbol va adoptando.
Y es que lo que realmente nos gusta cuando lo decoramos es ver reflejada la esencia y el gusto de cada miembro de nuestra familia en cada uno de esos pequeños adornos. Además, siempre suele haber alguna anécdota divertida en torno ellos que nos encanta rememorar entre risas año tras año.
Poner el árbol es una tradición que hemos convertido en una fiesta familiar que dura todo el día y en la que participamos los cinco.
En ella nunca faltan los villancicos -comenzando siempre con el clásico "All I Want for Christmas Is You"- las fotos y vídeos del proceso, y la inauguración oficial de la Navidad en nuestra casa, que simbolizamos mediante una cuenta atrás del encendido de las luces del árbol.
Para terminar el día nos encanta acurrucarnos en el sofá con nuestros jerséis navideños, prepararnos una taza de chocolate caliente y disfrutar de alguno de los estrenos navideños o algún clásico de siempre.
Pero es que además de ser un momento que nos conecta como familia, nos llena de complicidad y nos hace felices, decorar el árbol de Navidad tiene otros muchos beneficios para los niños, como el fomento de la imaginación y la creatividad, la estimulación de los sentidos, la toma de decisiones y la manifestación de sus propios gustos.
Poner el árbol de Navidad (con todo lo que gira a su alrededor) no es la única tradición que hemos adoptado en nuestra familia en estas fechas. También nos encanta preparar nuestro particular calendario de adviento de experiencias y actividades y adaptar a nuestros gustos la tradición del 'Elf of the slef', tronchándonos de risa con los escenarios que recreamos para el elfo de la Navidad.
En definitiva, en casa vivimos la magia de la Navidad con todo su esplendor, y adoro crear nuevas y pequeñas tradiciones junto a mis hijos que quizá, en un futuro, ellos continúen perpetuando en sus propias familias.
¿Vosotros también tenéis alguna tradición especial en estas fechas?