"Mamá, ¡no apagues la luz!": cómo lidiar con el miedo de los niños a la oscuridad, desde mi experiencia

"Mamá, ¡no apagues la luz!": cómo lidiar con el miedo de los niños a la oscuridad, desde mi experiencia
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El miedo a la oscuridad es uno de los más frecuentes entre los niños. Suele aparecer alrededor de los dos años y puede durar incluso hasta los ocho o nueve. La oscuridad hace aflorar en los pequeños los pensamientos negativos, los personajes terroríficos de los cuentos, el temor a los monstruos, a los fantasmas, a los ogros, a la soledad...

Salvo noches puntuales de pesadillas, mis hijos nunca habían manifestado miedo a la oscuridad. Pero hace dos años pasamos por una racha complicada con mi niña -que por entonces tenía cinco años-, y el momento de ir a la cama comenzó a convertirse en un problema.

Te comparto cómo fue nuestra experiencia durante aquella etapa y cómo conseguimos lidiar con el miedo a la oscuridad.

De dormir sola y en completa oscuridad, a necesitar compañía y luz

Como comenté hace tiempo en este post, mi hija decidió dejar de hacer colecho con nosotros con tan solo 18 meses, y aunque nunca ha llegado a dormir sola en una habituación (pues desde entonces ha compartido cuarto con alguno de sus hermanos), siempre ha mostrado una gran independencia y autonomía en el dormir.

Desde que era muy pequeñita tiene muy interiorizadas las rutinas previas a ir a la cama (ponerse el pijama, lavarse los dientes y hacer pis) que lleva a cabo sin ninguna indicación ni recordatorio por nuestras parte, y tras el rato de lectura compartida, ella misma apaga la luz y se queda dormida en pocos minutos.

Además, se da la circunstancia de que mi hija tiene una gran sensibilidad sensorial, y los ruidos, pero sobre todo las luces, le afectan mucho a la hora de coger el sueño, por lo que la habitación debe estar completamente oscura y en silencio cuando duerme.

Con estas rutinas y patrón de sueño tan instaurado desde siempre, es de imaginar cómo reaccioné el día en que tras nuestro cuento y beso de buenas noches me pidió angustiada que no le apagara la luz de la habitación. Tenía entonces cinco años y era la primera vez en su vida que mostraba miedo a la oscuridad.

¿Qué está pasando?

miedo a la oscuridad

Aunque podía haberme limitado a encender la luz y no dar ninguna importancia a aquel episodio (pues sabemos que los miedos en la infancia son naturales, frecuentes y normales), por el tono de su voz y la angustia de su mirada enseguida sospeché que algo le preocupaba realmente.

Al principio me costó averiguar la causa, pues cuando le preguntaba sobre ello sentía que mi hija se agobiaba cada vez más. Hasta que una noche me confesó entre lágrimas que cuando estaba a oscuras se le venía a la mente la imagen de un payaso malo y burlón, y eso le asustaba mucho.

Ante su confesión me sentí realmente confundida, pues si hay algo que cuidamos mucho en casa son los contenidos de televisión que consumen mis hijos, además de que jamás habíamos hablado de esa imagen tergiversada o terrorífica de los payasos.

Poco a poco fui tirando de hilo con mucha prudencia y tacto. Mi intención era saber de dónde había sacado aquella idea o por qué tenía esa imagen de la figura del payaso.

Fue entonces cuando me contó que en los recreos, un amigo del cole les relataba historias sobre 'payasos asesinos' e incluso imitaba caras y gestos. En palabras de mi hija, "esas caras se le habían quedado grabadas en la cabeza y se le aparecían por las noches si apagaba la luz".

Lo que hicimos para superar el miedo a la oscuridad

miedo a la oscuridad

Una vez averiguada la causa de su miedo a la oscuridad, comencé por intentar ayudarle a vencer el miedo que había desarrollado a los payasos. Para ello me ayudé de cuentos, canciones y vídeos de payasos divertidos y amables (¡Miliki fue nuestra tabla de salvación!), y poco a poco su percepción sobre estos personajes fue cambiando.

También hablé con la mamá del amiguito del cole, que me contó que su hijo había visto de forma accidental un tráiler de la película de terror 'It' y las imágenes le habían impactado mucho. Como es lógico entre niños de cinco años -y más cuando algo impacta tanto- , el peque se lo había contado a otros compañeros, y los más impresionables, como mi hija, se habían visto especialmente afectados.

Solucionado el tema 'payasos', así fue como logramos vencer el miedo a la oscuridad:

  • Compré una lamparita de 'luz quitamiedos' para dejar encendida toda la noche.
  • Antes de ir a la cama leíamos juntas un cuento divertido y acabábamos con una sesión de cosquillas, besos y abrazos para aumentar los niveles de las hormonas del bienestar (oxitocina, serotonina y endorfinas)
  • También realizábamos juntas ejercicios de relajación y respiración consciente.
  • Una vez terminado el cuento y la relajación, me tumbaba a su lado en la cama y le daba la mano hasta que se dormía. Poco a poco, a medida que fue ganando confianza y el miedo a la oscuridad se fue disipando, ella misma me decía que ya no era necesario que me quedara a su lado.
  • Aunque mis hijos siempre han colechado con nosotros a demanda y saben que la cama de papá y mamá está abierta para ellos cuando lo necesitan, durante aquella etapa de miedo a la oscuridad le reforcé esta idea continuamente para que tuviera la tranquilidad de acudir a nosotros siempre que quisiera.

En aproximadamente dos meses, el miedo a la oscuridad (y a los payasos) desapareció. Aunque los miedos infantiles son comunes y naturales, es importante que los padres actuemos con empatía y respeto para ayudar a nuestros hijos a superarlo y ganar confianza y seguridad.

Fotos | Pexels (Artem Podrez)

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