El amor es indudablemente una de las emociones más bonitas que podemos experimentar en diferentes circunstancias y momentos de nuestra vida, así como con diferentes personas. Tenemos por ejemplo, el amor de pareja, el amor hacia nuestros padres, el amor hacia aquellos amigos que se volvieron familia.
Pero hay un amor en particular que, desde mi punto de vista, es el más grande que existe: el amor hacia nuestros hijos. Por eso, y con motivo de San Valentín, escribo una carta a los amores de nuestras vidas, nuestros hijos.
El amor más grande del mundo
¿Por qué pienso que el amor hacia nuestros hijos es el más grande del mundo? Como madre, y seguramente muchas otras madres y padres coincidirán conmigo, cuando nacen nuestros hijos, descubrimos que en nuestro corazón existe otra forma de amar, una que nunca antes habíamos experimentado.
Ese nuevo amor, es un amor muy distinto a cualquiera que hayamos vivido, pues es un amor de carácter incondicional, inmensurable, capaz de hacer que movamos cielo, mar y tierra. En un sentimiento difícil de describir, pero que muchos definiríamos como "sentir que se nos desborda el corazón".
Así es el amor de padres y madres. Es un amor que nos llena el alma, nos hincha el corazón y nos dibuja una enorme sonrisa en el rostro. Un amor que no tiene comparación y al cual no hay absolutamente nada que se le iguale.
Y por eso, aunque usualmente cuando lo decimos en voz alta relacionamos este término o frase con el amor de pareja, realmente nuestros hijos son el amor de nuestras vidas.
Porque no existe nada en la vida que nos haga sentir lo mismo que sentimos por nuestros hijos. Y como sabemos, no importa realmente lo que hagan o no nuestros hijos: igual les vamos a amar de forma incondicional. Por eso, hoy escribo una carta a los amores de nuestras vidas.
Carta al amor de mi vida, mi hijo o hija
Querido hijo/a,
Hoy celebramos San Valentín, y como tal, es un día en el que el amor toma protagonismo, y en nuestro caso, el amor que nos tenemos mutuamente también debe ser celebrado. Voy a tratar de explicar con palabras lo mucho que significas para mí, aunque estoy segura que no me serán suficientes.
Verás, cuando llegaste a mi vida, pensábamos que sabíamos todo sobre el amor. Creíamos, ilusamente, que ya habíamos conocido por completo esa sensación de cariño y cercanía, con nuestra pareja, familia y amigos. Sin embargo, tú llegaste a mostrarnos un amor diferente.
Desde el día de tu nacimiento hasta hoy, he sido testigo de cómo ese amor que siento por tí crece y crece cada día más, a la par que tu continúas creciendo, avanzando y desarrollándote. Este amor que siento, es difícil de describir, pues es un sentimiento que conocemos hasta que tenemos nuestros propios hijos.
Sin importar la edad que tengas, para mí siempre serás ese precioso bebé que llegó a cambiar todo lo que pensaba acerca de la vida. Cada detalle, cada paso que das y cada avance nuevo que vas alcanzando, hace que mi corazón se llene de alegría. ¿Y qué puedo decir del amor que me das? Sin duda es el más puro y tierno del mundo.
Me encanta todo de ti... Escuchar tu risa y conversar contigo hacen que me muera de amor. Verte crecer, saberte feliz, acompañarte en todo lo que me permites y estar ahí cuando me necesitas, y también, corregirte cuando has hecho mal, son las distintas formas que tengo de amarte.
Quizás a través de estas palabras y frases llenas de cariño puedes imaginar lo mucho que siento por ti, pero te aseguro que es mucho más grande de lo que imaginas. Si algún día decides tener hijos, podrás finalmente entender porque tú, mi hijo, eres el amor de mi vida. Mi amor por ti es incondicional. Feliz día de San Valentín, cariño mío.