Y un día, tu hermano o tu hermana te dicen que están esperando un hijo... y que ¡vas a convertirte en tía!
El día que supe que iba a ser tía me sentí muy feliz y emocionada, y ya desde ese momento empezaron a crecer dentro de mí las ganas de conocer a mi futuro sobrino, y sobre todo, de quererlo y mimarlo.
Lo que nunca hubiera imaginado era todo lo que iría aprendiendo en este tremendo viaje, desde la llegada de mis sobrinos hasta años después, en los que te das cuenta de que se han hecho mayores sin darte cuenta.
Nueve cosas que aprendí siendo tía
He aprendido muchas cosas siendo tía, aunque he rescatado las más importantes para mí; quizás te sientes reflejada en alguna de ellas:
El amor puede ser incondicional
Sabía que había muchos tipos de amor, e incluso, que el amor podía llegar a ser incondicional. Pero experimentarlo en primera persona fue increíble. Desde el momento en el que conocí a mi sobrino, tuve el instinto innato de protegerlo, cuidarlo y quererlo.
Aunque el amor es algo que se va cultivando con el tiempo, y el que vas construyendo con tu sobrino o sobrina puede crecer y volverse incondicional. Hablo de ese amor que no conoce límites y que te empuja a querer estar siempre cerca de tus seres queridos.
El tiempo pasa volando... se hacen mayores muy rápido
Pero qué mayores, y qué rápido, ¡se hacen los sobrinos! De esto te das cuenta con el paso del tiempo, cuando echas la vista atrás y ves a tu sobrino en su primer día de cole, o de instituto... y de pronto recuerdas ese primer día en el hospital, ese diminuto bebé, con unos ojos tímidos entreabiertos dispuestos a conocer el mundo, los primeros pasos, las primeras carcajadas...
¡Y qué rápido ha llegado a ese momento! Lo que te hace tener aún más ganas de seguir disfrutando de tu sobrino, y de no perderte nada.
Pasar tiempo de calidad con los sobrinos: ¡un regalo!
También aprendí la importancia de pasar tiempo, y sobre todo, tiempo de calidad, con las personas que más quiero (y sobre todo, ¡pensando en lo rápido que crecen los niños!).
Claro que es algo que ya me había pasado por la cabeza muchas veces, y que ya había valorado, pero con el tiempo el valor aumenta y además, te das cuenta de lo importante que es que ese tiempo sea de calidad.
Tiempo de calidad es apagar los teléfonos, mirarse a los ojos, reír a carcajadas, buscar una tarde para "no hacer nada", simplemente para estar con tus sobrinos, remolonear en la cama y hacer guerra de cojines, cocinar magdalenas, ir al cine a ver su película preferida de superhéroes... Eso es tiempo de calidad, el tiempo que importa.
La maravillosa inocencia de los niños
Otra cosa que aprendí gracias al amor de mis sobrinos es lo fácil y bonito que resulta conectar con la inocencia de los niños. Y el poder de esa conexión.
La inocencia que se traduce en la magia que desprende su mirada cuando ven los reyes por primera vez, o en esa ilusión tan infantil cuando esperan a que venga el ratoncito Pérez.
Y esa inocencia me permitió conectar con mi niña interior, aquella que un día fue, que un día creció y que puede hoy disfrutar del amor de sus sobrinos.
"Recuerden, seremos nosotros los niños de hoy quienes haremos del mundo futuro un lugar mejor y más feliz".
-Michael Jackson-
Las tías tenemos nuestro rol
También aprendí "el rol de tía", que es muy diferente al rol de una madre. Y que engloba todo aquello que los sobrinos esperan de sus tías, pero también aquello que nosotras hacemos por ellos y con ellos. Por ejemplo, ser sus confidentes y guardarles los "secretos", darles caprichos y mimarles, protegerles...
Cada tía es un mundo, pero es importante que todas las tías del mundo sepan que tienen un rol y un peso importante en la vida de sus sobrinos.
Podemos ser su ejemplo y enseñarles
Las tías, aunque no tengamos este rol de madre (y toda la responsabilidad que conlleva la maternidad), también podemos ser ejemplo para nuestros sobrinos en algunas cosas. Y es que ellos nos ven así muchas veces, porque nos ven más mayores, porque les enseñamos...
Así, podemos enseñarles cosas nuevas, guiarles, mostrarles... y todo ello son experiencias que también irán fomentando el desarrollo y la madurez de nuestro sobrino, además de nutrirles el corazón.
La infancia es una etapa increíble
La experiencia de ser tía, además de que me permitió re-conectar con mi niña interior, también me recordó la magia de la infancia. Esta etapa de la vida tan llena de primeras veces, de aprendizajes, de descubrimiento del mundo y de mucho amor.
Y es que ver crecer a los sobrinos y acompañarles en sus experiencias, nos permite valorar las pequeñas cosas, y con esto toma fuerza la necesidad de cuidar y proteger la infancia, esta etapa tan vulnerable donde los niños tienen la oportunidad de crecer felices.
"Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz".
-Tom Robbins-
La importancia de vivir el momento
Finalmente, otro aprendizaje que me llevo del viaje de ser tía es la importancia de vivir el momento. Esto parece tan fácil en los niños... que disfrutan con pocas cosas, que están conectados en lo que están haciendo en cada momento y que se entusiasman con los pequeños detalles del día a día.
Creo que es importante crecer sin perder este espíritu de disfrute y de conexión con el presente, ya que a veces perdemos demasiado tiempo rememorando cosas que ya no volverán, o angustiándonos por el futuro, que no existe.
Poner amor en las cosas
Aunque he hablado de algunos aprendizajes gracias al amor de mis sobrinos, el que mensaje que me quedó finalmente de todo ello, es este: debo disfrutar del tiempo con mis sobrinos.
Y con disfrutar no me refiero a "hacer mil cosas con ellos", sino en hacer pocas, pero hacerlas bien, poniendo el amor en todas ellas. Disfrutar de las pequeñas cosas como pasear juntos, dibujar o hacer manualidades.
Y cuando son más mayores, charlar con ellos, darles confianza, que sepan que pueden contar con su tía para pasarlo bien pero también para hablar de las cosas que les preocupan o para acompañarlos cuando se sientan tristes.
Porque en eso consiste el amor de tía, un amor que descubrí que era incondicional, precisamente gracias al amor que recibí.
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