Trabajo siempre habrá, pero nuestros hijos nunca volverán a ser así de pequeños

Cuando nace un bebé, independientemente de si es el primero, segundo o tercero, llegan muchos cambios a la rutina familiar. Ahora el más pequeñito es prioridad y nuestro estilo de vida puede requerir tomar decisiones importantes. Una de ellas, es si mamá (o papá) regresará a trabajar después.

Aunque ésta es una decisión única y diferente que depende de las necesidades de cada familia, hoy comparto una experiencia personal, para aquellas madres que se encuentran ante la encrucijada de volver al mundo laboral o quedarse en casa con sus hijos.

Antes de continuar con esta historia, me gustaría aclarar que este escrito no va de hacer sentir mal o culpable a ninguna madre, ni a las que quisieran quedarse en casa pero no pueden, ni a las que teniendo la posibilidad de hacerlo han elegido continuar con su carrera tras tener hijos.

Esta es simplemente una reflexión que he decidido compartir basada en mi experiencia personal, y a la decisión que elegí tomar hace algunos años, cuando mi hija era más pequeñita y se me presentó una gran oportunidad de trabajo.

¿Volver a trabajar o ser madre de tiempo completo?

Quizás esto suena como una decisión fácil de tomar, pero en realidad es más complicada de lo que parece, pues es una decisión que involucra nuestros sentimientos. En mi caso, tuve la posibilidad de renunciar a mi trabajo de tiempo completo en una oficina cuando mi hija tenía un año.

Estaba cansada de no poder pasar más tiempo con ella, de continuar perdiéndome esos momentos tan especiales de sus primeros años, como aquel día en el que dio sus primeros pasos y yo me encontraba trabajando. Naturalmente, esto implicaba hacer varios sacrificios y cambiar muchas cosas de nuestra rutina.

Así que con mucha valentía (y al mismo tiempo mucho miedo), me dirigí a la oficina de mi jefe y le agradecí la oportunidad de haber trabajado con ellos todos esos años, pero le expliqué que necesitaba estar con mi hija. Lo que vino después fueron semanas llenas de emociones encontradas: tristeza porque dejaba un gran equipo y un gran jefe que no quería dejarme ir, pero alegría porque finalmente estaría con mi hija.

Después de varios meses siendo mamá de tiempo completo, cuando mi hija estaba por cumplir dos años, se me presentó una gran oportunidad de trabajo. Me habían recomendado para ser la encargada de relaciones públicas de una persona con un puesto alto y me llamaron porque les había interesado mucho mi perfil.

Naturalmente, era un trabajo con muy buena paga y grandes beneficios, que resolvería muchas situaciones pendientes en casa y nos haría sentir más relajados en el aspecto económico. Era un trabajo al que sería de locos decir que no. Pero también, era una posición muy demandante, que requería que yo saliera de viaje frecuentemente, con estadías fuera.

Y aunque inicialmente me emocionaba mucho y moría de ganas de decir que sí por todo lo que ofrecían, me dieron oportunidad de pensar en su oferta durante tres días. Estuve pensándolo sin parar durante ese tiempo y finalmente les devolví la llamada. Tal y como imaginas por el título de este escrito, decidí agradecer su impresionante oferta, pero al final la rechacé.

Por qué elegí quedarme en casa con mi hija

Este fue sin duda uno de los momentos cruciales de mi maternidad, y en el que pude comprobar eso que muchas veces dicen: la maternidad cambió mi forma de pensar. Siempre me ha gustado trabajar y mantenerme ocupada. Me gusta crear y pensar en cosas nuevas.

Antes de tener a mi hija, probablemente habría aceptado ese trabajo sin dudarlo. Pero ahora que ya soy mamá, no fue tan sencillo. Y en esos días de reflexión e indecisión, me di cuenta de una realidad: trabajo siempre habrá, pero mi hija solo será pequeña una vez. Y el tiempo no regresa.

Tres años después de esa oferta de trabajo, celebro mi quinto aniversario como mamá, y sé que tomé la decisión correcta. La vida al lado de ella hubiera sido muy diferente de haber dicho que sí, y me hubiera perdido de muchos momentos pequeños, pero muy emotivos a su lado.

Y es que hay algo muy claro: ningún trabajo o salario podrá igualarse o siquiera compararse a la experiencia y recompensas que da el estar con tus hijos y verles crecer. Desde luego, es una decisión que implica sacrificios por el aspecto económico, pero que sin duda, hace que dejar de tener comidas o cenas fuera valga la pena.

Claro, la realidad es que el mismo trabajo no siempre estará ahí y podrá ser difícil o complejo volver, pero siempre habrá diferentes oportunidades u opciones de trabajo, aunque se tenga que volver a empezar desde cero o desde abajo.

Sé que tomar una decisión así no es una posibilidad para todas las familias, y que quedarse en casa no es algo accesible para todas las madres. Pero cuando se tiene la opción de elegir entre una cosa u otra, es lindo y muy positivo aprovecharla, pues son años y etapas que sólo se viven una vez.

Desde luego, no quiero imponer ni decir que si se tiene esta opción se deba elegir sí o sí quedarse en casa. Hay mujeres que eligen continuar con su carrera solamente por pasión y no por necesidad, y eso también está bien y es un gran ejemplo para sus hijos.

Al final, la decisión de cada madre es respetable y única de acuerdo a sus condiciones y necesidades, pues no todas piensan, sienten y viven lo mismo. Pero si tienes la opción de elegir, y estás dudando, espero mi experiencia te sirva, pues trabajo siempre habrá, pero nuestros hijos nunca volverán a ser así de pequeños.

Fotos | Pexels, Unsplash

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