Mostrar empatía y solidaridad con los que nos rodean, puede suponernos tan sólo un pequeño gesto que, sin embargo, cambie positivamente la experiencia que una persona esté viviendo en un momento determinado. Encontrar una mano amiga o alguien que te entienda y te ayude, puede ser el mejor de los regalos cuando las cosas se complican.
Volar con niños pequeños puede no ser, a priori, una tarea fácil. El espacio es reducido, en muchas ocasiones deben permanecer sentados todo el trayecto y los viajes pueden ser largos. Por eso, cuando esta madre encontró en un pasajero desconocido la ayuda que necesitaba para calmar a su hijo, los testigos se conmovieron con la escena y la historia se volvió viral.
La espectadora de esta historia se emocionó tanto con lo que estaba viendo, que quiso compartirlo en sus redes sociales para demostrar al mundo que si queremos, podemos llevar a cabo pequeños gestos que pueden tener un gran impacto en la vida de una persona.
La historia se viralizó rápidamente, compartiéndose más de 30.000 veces y ensalzando la figura de un pasajero anónimo que, como padre, sabía lo que estaba viviendo la mujer a la que decidió ayudar.
Pequeños gestos que hacen la vida más fácil
Los hechos ocurrieron en un avión que volaba hacia Atlanta desde Minneapolis, y en el que una mujer embarazada y con un niño pequeño, estaba pasando muy mal rato porque su hijo no paraba de llorar.
En ese momento, uno de los pasajeros decidió ayudarla tomando en brazos al pequeño para que la madre pudiera descansar. Se presentó como "un papá que sólo quería ayudar" y caminó durante todo el vuelo con el niño en brazos tratándole como si fuera su propio hijo.
"Aquel hombre era un extraño para esa mujer pero se ofreció a ayudarla. Ella estaba embarazada, sola y con un niño pequeño que se mostraba molesto e irascible. El hombre podría haberse quedado en su asiento, lamentando la suerte de la mujer, pero decidió hacer algo por ayudarla" - escribió en su página de Facebook, Ángela Byrd, la espectadora de esta historia.
Ángela, confiesa además que lloró ante la escena que presenció:
"Lloré de la emoción ante lo que vieron mis ojos. No porque él fuera blanco y ella de raza negra, sino porque me di cuenta de que todavía hay gente buena en este mundo convulso"
Por suerte, nos hemos hecho eco de este tipo de historias más de una vez. Auxiliares que calman a bebés durante el vuelo, pilotos que en un momento dado ayudan a una madre desbordada, azafatas que pasean a un niño que llora o, como hemos visto en esta ocasión, padres y madres dispuestos a tender una mano a quien tienen al lado.
Mi experiencia personal durante unas vacaciones
Como madre, este tipo de gestos me emocionan mucho y también los he vivido en primera persona. Embarazada de mi tercer hijo, estábamos disfrutando de unos días de vacaciones en un hotel.
Una mañana de piscina, mi marido y mi hijo mayor se habían ausentado para hacer unos recados, por lo que yo estaba sola al cuidado de mi hija. Mi tripa de 35 semanas era descomunal, los tobillos los tenía hinchadísimos y me costaba mucho seguir el ritmo de mi pequeña, que por aquel entonces tenía poco más de 15 meses.
De pronto, recuerdo que mi niña echó a correr sin previo aviso hacia la piscina y aunque me levanté de la tumbona a toda velocidad para impedir que se acercara al borde, la ayuda de un hombre que tenía sentado justo a mi lado fue impagable. Interceptó la carrera de mi pequeña, la tomó en brazos bromeando sobre su rapidez y me ofreció su ayuda desinteresada para ocuparse de ella:
"Mi mujer y yo llevamos un rato observándote y se te ve cansada. Como ves, estamos sentados justo a tu lado jugando con nuestros niños a hacer construcciones sobre la toalla, y nuestro peque debe tener la misma edad que tu niña. ¿Quieres que nos ocupemos de ella hasta que regrese tu marido y así descansas?"
Confieso que inicialmente me quedé sin palabras ya que aquel ofrecimiento venía de parte de un completo desconocido. Pero accedí a su propuesta porque a mi hija se la veía entusiasmada por jugar con otros niños y porque además, estaban sentados justo a mi lado.
Aquella experiencia marcó el inicio de una bonita amistad con esa pareja y sus hijos. Sus pequeños y los míos hicieron muy buenas migas y se convirtieron en inseparables durante los días de vacaciones que permanecimos en el hotel; y tanto el hombre como su mujer, siempre se mostraron dispuestos a echarnos una mano.
Y es que en ocasiones, vamos por la vida con el "piloto automático" encendido; sin darnos cuenta de la gente con la que nos cruzamos, de sus necesidades o emociones. Quejándonos por los llantos de un niño, reclamando nuestra parcela de tranquilidad y mirando solamente por nosotros y nuestros intereses.
Vía Babble
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