Cómo prevenir en embarazadas y niños los trastornos digestivos típicos del verano

Con la llegada del verano y las vacaciones tendemos a cambiar nuestros hábitos alimenticios: variamos nuestros horarios y rutinas, comemos más veces fuera de casa, hacemos picnic y barbacoas y, en general, cometemos muchos excesos con las comidas que no se producen en otras épocas del año.

Aunque es normal cierta flexibilidad, es importante cuidar mucho lo que comemos en esta época del año, pero muy especialmente en el caso de los niños y mujeres embarazadas. Esto no solo nos ayudará a evitar empachos o problemas digestivos, sino también a prevenir intoxicaciones alimentarias por una mala conservación o técnica de cocinado de los alimentos.

Problemas digestivos más frecuentes en verano

Durante las vacaciones de verano cambian nuestras rutinas habituales. Nos relajamos más, solemos ser más flexibles con los horarios, y como es normal, estos cambios repercuten también en nuestra alimentación y en la de nuestros peques. Además, el calor y las altas temperaturas favorecen la proliferación de patógenos en los alimentos, responsables de las principales intoxicaciones alimentarias en verano.

Expertos farmacéuticos de DosFarma nos detallan los principales problemas digestivos del verano:

Las intoxicaciones alimentarias

Las toxiinfecciones alimentarias, o intoxicaciones, son enfermedades que se producen por ingerir un alimento contaminado. La mayoría son enfermedades leves que se curan a los pocos días, con reposo y tomando muchos líquidos. No obstante, hemos de ser muy precavidos cuando se trata de niños y embarazadas.

Hay muchos gérmenes que pueden causar una intoxicación, principalmente bacterias. Estas son las que más suelen contaminar la comida durante el verano:

  • Campylobacter: produce una enfermedad conocida como 'campilobacteriosis', principal causa de gastroenteritis en el mundo. Esta bacteria vive en los intestinos de los animales y puede pasar a los humanos. Lo más habitual es que este patógeno se transmita por las heces que contaminan la carne del animal mientras aún está vivo. Los alimentos en los que crece son, principalmente, carnes: pollo, ternera y cerdo. También puede contaminar otros productos derivados de los animales, como la leche cruda, o incluso el agua.

  • Salmonella: estas bacterias están presentes en muchos animales y son las causantes de la salmonelosis. Estos patógenos pueden contaminar alimentos de origen animal como los huevos, la mayonesa, la carne de ave o la leche, aunque también puede aparecer en otros productos como hortalizas que se hayan podido contaminar con el estiércol. Además, hay que tener cuidado, porque se puede transmitir entre personas por medio de las heces (por ejemplo, después de ir al baño).

  • E.coli: esta bacteria vive en el intestino de muchos animales, incluidos los humanos. Sin embargo, algunas de sus cepas provocan intoxicaciones alimentarias. Por ejemplo, es una de las principales causas de la llamada "diarrea del viajero", un problema frecuente entre personas que viajan a otros países con unas condiciones higiénico-sanitarias inferiores a las del suyo. Las intoxicaciones por E.coli se producen por alimentos crudos o poco hechos, como la carne picada, la leche y sus derivados, y las hortalizas y semillas germinadas.

  • Monocytogenes: esta bacteria produce la listeriosis, una enfermedad grave, especialmente en el embarazo. Este microorganismo se encuentra en la naturaleza, en el suelo y el agua, o en el tubo digestivo de algunos animales. Por eso, puede pasar a los humanos al consumir hortalizas, carne (o cualquier producto de origen animal) o agua contaminados.

  • Staphylococcus: las enfermedades que generan los estafilococos causan distintos tipos de infecciones en la piel, en las vías urinarias o una intoxicación alimentaria, la opción más probable durante el verano. Esta intoxicación puede aparecer por una escasa higiene con la comida o por dejarla expuesta a la temperatura ambiente. Afecta a productos lácteos y de pastelería, como la leche, la nata o las natillas, a las carnes y a los pescados.

  • Anisakis: el anisakis es un parásito que se encuentra en pescados y cefalópodos (calamares, pulpo, sepia...). En verano, los destinos de playa son los más populares para las vacaciones y se incrementa el consumo de estos alimentos, por lo que hay que extremar las precauciones.

Acidez

La acidez es un problema que sufren de forma intermitente más del 40 % de los españoles; sin embargo, esta sensación se acrecienta con más intensidad durante el embarazo, especialmente en la recta final.

La acidez provoca una sensación de ardor que aparece en el pecho o la garganta. Sucede cuando la abertura que separa el estómago del esófago no se cierra totalmente y permite que los ácidos del estómago pasen. Si se come demasiado rápido o en grandes cantidades, se desequilibran los niveles de ácido del estómago, que harán presión y se escaparán hacia el esófago.

Algunas de las cosas que puedes hacer para prevenir la acidez son masticar bien los alimentos, evitar atracones, no tumbarse inmediatamente después de comer y evitar ciertos alimentos que elevan el nivel de acidez, como los muy grasos, los fritos, los picantes, los alimentos muy especiados, las frutas cítricas...

Estreñimiento

La rutina puede cambiar drásticamente durante el verano y eso se nota en nuestro tracto digestivo, afectando especialmente a niños y embarazadas y provocando estreñimiento ocasional. Puede deberse a un cambio en la dieta (por ejemplo, porque no consumimos la suficiente fibra) o al sedentarismo.

Uno de los motivos más habituales de estreñimiento en los meses de calor es la deshidratación producida por las altas temperaturas. Si el cuerpo está deshidratado, extraerá los líquidos de donde pueda, como de las heces, que se resecarán y serán más difíciles de expulsar.

Por ello, para evitar el estreñimiento es importante estar bien hidratados y aumentar la ingesta de fibra, frutas y verduras que contribuyan a una correcta motilidad intestinal.

Gases estomacales

Las vacaciones son el periodo ideal para salir a comer fuera. Eso suele implicar grandes comilonas acompañadas de largas conversaciones, desajustes en los horarios y consumo de bebidas carbonatadas, cóctel perfecto para los gases.

Los gases estomacales se producen durante la digestión y es normal eliminar el exceso mediante eructos o flatulencias. Sin embargo, a veces hay dolor abdominal y malestar y no se pueden expulsar. Un aumento del gas en el estómago suele deberse a tragar una gran cantidad de aire. Eso puede ocurrir si comemos muy deprisa, sin masticar bien, o si hablamos, reímos o gritamos mientras comemos.

Los gases son especialmente molestos en el embarazo, pero también los niños pueden llegar a sufrirlos.

El 'corte de digestión'

Curiosamente, lo que llamamos 'corte de digestión' poco tiene que ver con la digestión. En realidad, es el síncope de hidrocución y surge cuando hay un cambio muy brusco de temperatura; por ejemplo, si nos metemos al agua fría después de haber estado al sol.

El cuerpo intenta adaptarse a la nueva temperatura y, para garantizar el flujo sanguíneo al cerebro, deja de enviar sangre a otras zonas y el corazón va más lento. Si el cambio de temperatura es muy brusco, podemos llegar a perder el conocimiento. Estar haciendo la digestión es un factor de riesgo, pero no está directamente relacionado. Durante la digestión, se dirige gran parte del flujo sanguíneo hacia el aparato digestivo y hay menos sangre en el cerebro, por lo que el síncope es más probable si hay cambio de temperatura.

Cómo prevenir los trastornos digestivos durante el verano

  • Lavarse bien las manos tras ciertas prácticas de riesgo, como después de ir al baño, sonarse la nariz, sacar la basura, tocar a un animal o cambiar pañales. Recuerda que las intoxicaciones se producen cuando los microorganismos llegan a la comida que estamos manipulando, y muchas veces lo hacen desde las heces por una mala higiene de manos.

  • Siempre que sea posible, pelar las frutas y verduras antes de consumirlas, o en su defecto lavarlas muy bien. Esto también ayudará a evitar otros parásitos muy peligrosos durante el embarazo como la toxoplasmosis.

  • Igualmente, es necesario limpiar los utensilios de cocina que hayan entrado en contacto con la comida cruda.

  • Para eliminar completamente los patógenos hay que asegurarse de que la carne y el pescado queden bien hechos y los huevos tengan la yema totalmente cuajada. Para evitar el anisakis hay que cocinar adecuadamente el pescado durante al menos dos minutos a más de 60ºC o congelar el producto antes de su consumo a -20 grados y durante cinco días.

  • Para conservar los alimentos en buenas condiciones, muchos de ellos requieren estar refrigerados o congelados. Lo óptimo es que el frigorífico esté por debajo de los 4,4 grados y el congelador por debajo de los -18 grados.

  • No rompas la cadena de frío de los alimentos, pues se corre el riesgo de sufrir una intoxicación por el crecimiento de microorganismos. Hay que tener en cuenta que un producto que ya esté contaminado no tiene por qué sufrir cambios en el olor, el aspecto o el sabor; si se ha roto la cadena de frío, es mejor descartarlo directamente.

  • Si vas de excursión al campo o a la montaña, no bebas agua de ríos, fuentes naturales o arroyos, pues el agua podría estar contaminada. Lo más recomendable es beber siempre agua embotellada y evitar cualquier fuente si no estamos seguros de que sea agua potable.

  • Nunca se debe consumir leche sin pasteurizar, pues es muy peligroso para la salud. La pasteurización es un proceso térmico que elimina los patógenos de los alimentos, por lo que si no tenemos la certeza de que un lácteo está pasteurizado, es mejor no consumirlo.

  • Haz comidas ligeras y sin prisa, y recuerda a los niños la importancia de masticar los alimentos correctamente antes de tragarlos.

  • En verano hay que elevar el consumo de agua y no esperar a tener sed para beber. Las frutas, zumos naturales y recetas refrescantes a base de verduras y hortalizas también ayudan a saciar la sed además de ser fuente de vitaminas.

Fotos | iStock

Vía | DosFarma

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