Que el sexo del bebé ha sido tremendamente importante a lo largo de la historia, es algo que ha quedado registrado en ella. Se han producido guerras debido al simple e irrisorio hecho de no existir un varón, o existir más de uno con los mismos derechos, para calentar los fríos tronos de este y de otros muchos países. Aún hoy existen lugares donde nacer bajo uno u otro sexo le garantiza a uno unos derechos u otros (o no tener ninguno).
Por eso no es de extrañar que en la antigüedad proliferaran adivinos e incluso algún que otro científico, que malgastasen su tiempo, y el dinero de los demás, en métodos y teorías sobre como conseguir un bebé de uno u otro sexo. Regresamos con nuestra serie sobre aquellos maravillosos años y os presentaremos cinco maneras de asegurarse un niño varón, de hace 100 años.
Habría que decir, en defensa de los nombrados a continuación, que por mucho doctorado y estudios que tuvieran, los conocimientos sobre la biología de por aquel entonces, distaban mucho de los que ahora poseemos.
La ciencia es para los que no tienen imaginación
Nuestro primer doctor en la materia es Laura Davis, quien escribió La Ley de Determinación del Sexo y su aplicación práctica en 1916, tras treinta años de observación práctica de sus propias experiencias. Quien quiere fórmulas matemáticas si puede pasar a la práctica.
Pues esta señora determinó que si quieres tener un hijo varón sólo tienes que elegir el ovario adecuado. ¿Cómo te quedas? Cinco niñas y todo consistía en que no usabas el ovario correcto.
Elige un ovario
Seguimos con la selección ovárica. De acuerdo con Davis, sí la señora del punto anterior, los ovarios determinaban el sexo del bebé, así el ovario derecho generaba óvulos que daban como resultado machos y los del lado izquierdo darían hembras.
¿Y cómo consigo yo a mi niño vestido de azul? Pues muy fácil, usando la gravedad, que por aquel entonces estaba muy de moda. Si una pareja quería un varón sólo tenía que recostarse sobre su lado derecho para que el esperma se desplace hacia ese punto. ¿Ven qué fácil? Y ustedes subiendo las piernas en vertical. Así no hay forma de saber a qué ovario va el esperma.
Percy John McElrath que escribió la Clave para el control del sexo en 1911 compartía la misma teoría, afirmaba que después de una inseminación la mujer debería permanecer recostada entre tres y cuatro horas, está claro que esta técnica no vale para "un aquí te pillo, aquí te mato", del lado donde el ovario esté madurando el óvulo. En caso de no saber cuál es el ovario que está trabajando, entonces se debe elegir el lado en el que una esté más cómoda (todo muy científico como pueden ver) y permanecer así entre cinco o seis horas. Así que por la cuenta que les trae, es mejor que sepan cuál es el ovario que trabaja ese día.
Debilitarse a uno mismo
A ver cómo explico yo esto. Henri Médile Gourrier no creía que la gravedad y mucho menos los ovarios tuvieran nada que ver con el sexo del bebé y allá por el 1886 determinó que el sexo del bebé venía determinado por el sexo que en el momento de la concepción fuera el más débil.
"Si existen signos marcados de debilidad en uno de los sexos, este sexo se produce de forma natural, sin ningún tipo de esfuerzo", afirmaba Gourrier.
Así que si un hombre quería tener un hijo varón tenía que debilitarse, mediante lo que él llamaba su "dieta de debilitamiento". Que consistía en sopas finas, carnes blancas, como la carne de ternera, pollo y cordero; almidón de maíz y pastas, verduras y en verano, las frutas. Para beber: agua y té suave. Si una persona desea alcanzar un mayor grado de debilidad, es necesario restringir la dieta, hacer ejercicio físico, y bañarse con frecuencia con agua tibia.
Así que ya sabes, si a tu marido le ha abandonado el desodorante y se tira el día sentado en el sofá, tener un niño va a ser muy complicado.
En caso de que el "régimen de debilitamiento" no "debilitase" lo suficiente como para tener un varón, el doctor permite a sus pacientes hacer más ejercicio y tomarse una copita de vino. Si aún así el cromosoma "Y" se nos sigue resistiendo (ojo, que ya vamos al menos por las dos niñas y camino de familia numerosa) debemos tomar bebidas de aperitivo (imagino que se debe referir a un vino dulce de la época) y practicar ejercicio hasta fatigarnos. (Anda, justo como suele uno terminar después de una, ¿cómo lo llaman? Ah, si, inseminación.)
Aunque para tener un varón, está claro que el Sr. Médile no nos va a devolver el dinero, es tener sexo cuando uno está pasando por una peligrosa enfermedad. Así que la próxima vez que el mercurio suba hasta los 39 y le confirmen que alguna de sus hijas le ha contagiado un rotavirus no pierda el tiempo pidiendo vez en el médico, que de todas formas al ser vírico no le va a poder recetar nada que le cure, y métase en la cama con su compañera a por ese niño, no me sea remolón hombre.
Si después de todas estas pruebas, seguimos sin ver cola en el ecógrafo, lo sentimos pero usted y su pareja están condenados a una vida entre faldas y lazos. Ánimo, no es el fin del mundo.
No culpemos a papá
En 1911, Simon Newcomb, hizo un estudio estadístico sobre los nacimientos de 1900 llegando a dos conclusiones:
El cuerpo no tiene ni idea de que es lo que está pasando y por tanto el sexo del bebé no se selecciona en un momento determinado, sino que es la suma de un conjunto de acciones que provocan que un bebé sea de un sexo o de otro. Es lo que se llama un "me salgo por la tangente".
El padre no tiene una intervención sexual en este asunto, es decir, el sexo del bebé lo selecciona la madre exclusivamente.
Como comprenderán ustedes en 1900 no pretenderán que un hombre acepte culpa alguna en este tipo de acciones.
Ruptura orgásmica
Percy John McElrath puede puede que no supiera mucho acerca de las mujeres, pero estaba seguro de que sabía cómo llegar a tener un hijo. Creía que los hijos resultan específicamente por la intervención del folículo de Graaf en el ovario. Para tener un hijo varón, era necesario romper el folículo antes y la mejor manera de hacer eso era teniendo un orgasmo. Bueno, al menos hasta aquí no suena mal.
Se debe conseguir que el espermatozoide llegue al óvulo antes de que envejezca y para ello, atención que ahora vienen curvas, debemos eyacular al mismo tiempo que se produce el orgasmo femenino y se rompe el folículo de Graf. (No protesten que no les está pidiendo que levanten la pierna derecha y reciten a Góngora mientras.) Este orgasmo provoca la ruptura del folículo unos días entes de que este lo hiciera de forma natural. Una vez realizada la inseminación no se recomienda volver a repetir este acto, pues se sabe que el orgasmo de la mujer es capaz de evitar que el óvulo fecundado se adhiera a la pared del útero. ¿A qué no sabían esto? Y ustedes pidiendo la píldora del día después y lo único que tenían que hacer es seguir jugando.
McElrath era contrario a Gourrier y afirmaba que sólo los hombres fuertes podían engendrar hijos varones. Así que para ello disponía de su propia dieta fortalecedora, que consistía en patatas, alejarse de las mujeres y lavarse los testículos a diario.
El método definitivo para engendrar hijos varones según Mr. McElrath consistía en seguir una dieta a base de almidón durante dos o tres meses, mantenerse alejado de las mujeres durante todo este tiempo y realizar ejercicio constante. Cinco días antes debe expulsarse el semen una vez al día, más veces no que eso ya es vicio, para sí asegurarse que el esperma es el más fuerte y que el hombre puede conseguir hacer llegar a la mujer al orgasmo.
Para resumir la técnica: Evite las mujeres, tanto antes como después de la concepción. Son criaturas míticas constantemente temblando al borde del orgasmo, capaces de controlar su sistema ovulatorio a voluntad. También, no se olvide de masturbarse. De esa manera, si tienes suerte, sólo tiene que tener sexo una vez para asegurar la propagación de la gloria de la virilidad.
Pero no nos quedemos en la superficie. Todas estas personas intentaron llegar a una conclusión, intentaron explicar, con los métodos y conocimientos de aquella época, el por qué del sexo de los bebés.
Foto | xornalcerto en Flickr Vía | metal floss