'Cambiemos la letra': nueva campaña de concienciación. Millones de niños en el mundo están obligados a trabajar

'Cambiemos la letra': nueva campaña de concienciación. Millones de niños en el mundo están obligados a trabajar
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‘Cambiemos la Letra’ es una campaña que tiene como objetivo llamar a nuestras conciencias y contarnos que en el mundo hay millones de niños que deben trabajar, viéndose desposeídos de derechos muy básicos para su desarrollo.

La canción a la que podemos cambiar la letra es conocida por todos nosotros, ¿recordáis? ‘martes antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que coser…’ Los niños que protagonizan esta melodía son pequeños que únicamente tienen asignada una tarea dentro de su casa. El problema viene cuando hay menores en todo el mundo obligados a recolectar, pegar suelas de zapatos para su venta, o realizar otro tipo de actividades encaminadas a ayudar económicamente a su familia.

Se pierden con ello la posibilidad de jugar, leer, estar con sus padres, estudiar…, porque no es lo mismo barrer la cocina que estar 12 horas al día metido en una fábrica

La magnitud de las cifras (escandalosamente apartadas de nuestra cotidianeidad)

Según Naciones Unidas cerca de 1 de cada 6 niños y niñas de entre 5 y 14 años sufren trabajo infantil. Comparativamente, el trabajo infantil afecta a más niños que niñas. Sin embargo los trabajos que realizan las niñas están más ocultos: el trabajo doméstico y algunas de las peores formas de trabajo infantil, como la prostitución y la pornografía. Se estima que el 90% de los menores que trabajan en el servicio doméstico son niñas.

El trabajo infantil supone una grave vulneración de los derechos más básicos de la infancia: daña el desarrollo físico, mental, emocional o moral de niños y niñas; les priva de la posibilidad de ir a la escuela; son separados de sus familias, expuestos a graves peligros y enfermedades y/o abandonados a su suerte en la calle de grandes ciudades.

El trabajo infantil roba a los niños su infancia y sus posibilidades de desarrollo porque los niños trabajadores, privados de educación y salud, tienen escasas perspectivas de futuro en su vida adulta. Además reciben los salarios más bajos y reciben las peores condiciones laborales, lo que puede causarles lesiones físicas permanentes y problemas de salud crónicos.

¿De quién es la responsabilidad de acabar con el trabajo infantil?

Una parte ineludible de la lucha contra el trabajo infantil recae en los gobiernos afectados, que deben impulsar políticas económicas y sociales que protejan a los sectores más vulnerables de la población frente a la explotación laboral y la desprotección en caso de pérdida del empleo.

Entre otras posibles acciones, y de acuerdo con un informe recientemente publicado por la Organización Internacional del Trabajo, una cobertura de seguridad social universal, al menos a un nivel mínimo adecuado, es clave en la protección de niños y niñas frente al trabajo infantil.

Esta responsabilidad de los gobiernos no excluye ni exime al sector productivo de su responsabilidad en el respeto a los derechos de sus trabajadores. Unas mejores condiciones laborales globales redundan en un mejor sostenimiento de las familias, evitando el trabajo infantil. Por otra parte, es necesario un control riguroso de la cadena de producción, ya que en muchos casos, niños y niñas trabajan a través de subcontratas.

Cambiemos la letra contra el trabajo Infantil

Mediante el envío de un SMS cambiando la actividad que el niño está destinado a hacer (bailar, estudiar, leer…), se dona 1,20 euros a UNICEF, y se recibe un código para volver a ver el vídeo cambiado.

Acciones reales con impacto en el trabajo infantil

Pero cuando se quiere cambiar algo tan grave como la situación de tantísimos niños, no basta con un mensaje de texto, un ‘me gusta’ o un reenvío. No es que haya perdido la confianza en estas formas de solidaridad moderna, es que creo que una implicación real es obligarnos a informarnos sobre estas situaciones, y dejar de consumir productos que hayan sido elaborados o recogidos por niños.

Como consumidores tenemos un papel importante en la erradicación del trabajo infantil: la compra responsable, la reflexión sobre los efectos de nuestros patrones de consumo en la cadena productiva y el rechazo a comprar productos que sospechamos que pueden haber sido producidos en condiciones de explotación son claves para realizar una presión efectiva contra el trabajo infantil.

Los consumidores pueden reclamar a las empresas una política de transparencia respecto a su cadena productiva, pidiéndoles que informen claramente sobre las medidas que están tomando para prevenir el abuso y la explotación en la fabricación de sus productos.

No me gusta pensar que el problema del trabajo infantil es un hecho lejano a mi familia, al fin y al cabo los niños que lo sufren son niños como los míos, y seguro que se merecen mejores condiciones de vida.

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