A pesar de que la educación sexual evoluciona y se dan a conocer los distintos medios para prevenir un embarazo temprano, los embarazos adolescentes se siguen sucediendo. Un embarazo adolescente no puede tratarse como un problema y debe recibir el apoyo por parte de los futuros abuelos, no se debe crear una aureola de fatalidad o desgracia, todo lo contrario, si ya ha ocurrido y la adolescente espera un bebé, tan sólo hay que desear que todo se desarrolle adecuadamente y sin ningún contratiempo. Un futuro padre/madre adolescente empieza a plantearse varias decisiones que marcarán su vida, éstas deben ser exclusivamente fruto de los sentimientos nobles y de una adecuada meditación, casarse o solamente convivir con la pareja, dejar los estudios para trabajar y sacar la familia adelante o no dejarlos, vivir en casa de los futuros abuelos o independizarse.
Una cruda realidad es la economía, muchas decisiones serán tomadas en base a los recursos de los que dispongan los jóvenes adolescentes, en la mayoría de casos nulos. Ambas familias, materna y paterna, deberían entonces mostrar de buena gana su voluntad para ayudar todo lo posible, de hecho es necesario para que todo llegue a buen término.
La prevención es la manera más adecuada para evitar un embarazo temprano, pero cuando ésta ha fallado y el embarazo se ha dado, no hay porque tachar de irresponsables a los futuros padres, ni sacar a la luz los precarios temas económicos de los que se dispongan.
Dedicamos este post a Amanda, una chica que dio hace poco a luz y a la que los padres no han querido ni ver, casos así todavía se dan en nuestro país lamentablemente. Que la vida sonría al recién nacido y a sus papás que le darán todo su amor, que de eso sí tienen. ¡Felicidades!