¿Recuerdas la última vez que te sentiste feliz de verdad? Tal vez fue tomando un café con tu mejor amigo, recibiendo una buena noticia, sintiendo paz en tu pecho, contemplando un bonito paisaje o sintiendo un abrazo reconfortante.
Sabemos que la felicidad no es algo permanente, y de hecho, justamente tiene que ver con aceptar esta impermanencia de las cosas tanto buenas como malas. Tampoco es algo que debamos tener o a lo que debamos llegar como un objetivo, sino algo que vamos construyendo en el día a día, mientras tratamos de vivir (se trata pues, de disfrutar del viaje hacia ella).
Como psicóloga, gracias a mis pacientes, y a través de mi propia experiencia, (antes de psicóloga soy humana), he aprendido que hay tres cosas que nos ayudan a construir esta felicidad y otras tres, que nos alejan de ella.
El concepto de la felicidad
Antes de nada, es imprescindible recordar que la felicidad es un estado completamente subjetivo, y que para unas personas significa una cosa, y para otras, otra totalmente distinta (aunque hay elementos que nos ayudan a disfrutar de ella).
Por lo tanto, es algo que se vive desde dentro, aunque tiene mucha relación con conceptos más objetivos y medibles, como la calidad de vida, la salud física y mental o el bienestar.
Dicho esto, a grandes rasgos yo definiría la felicidad como un estado de bienestar, satisfacción y paz con uno mismo y con los demás. Pero es un estado más transitorio y efímero que el bienestar, son "ratitos" en los que nos sentimos contentos, tranquilos o ilusionados. Pero, ¿cómo construir estos ratitos?
Tres cosas que te acercan a la felicidad
Hay muchas cosas que nos acercan a la felicidad o que nos alejan de ella (que tienen que ver con uno mismo y con nuestras emociones, pero también con elementos de fuera, de la propia vida); sin embargo, he seleccionado los seis que me parecen más relevantes.
1. Cultivar vínculos profundos: el poder de las amistades y la familia
Tal y como demostró el mayor estudio de la felicidad del mundo, las relaciones sociales son claves en nuestro bienestar. De lo que me he dado cuenta (y así lo afirman los estudios) es de que las personas que se sienten más solas son las más propensas a desarrollar problemas de salud mental, como la depresión o la ansiedad, pero también problemas de salud física.
Por ello son tan importantes los vínculos; y no hablo del número de amigos que tengamos, sino del apoyo social percibido (siento que hay personas a mi lado cuando las necesito), de la calidad de las relaciones, de la red afectiva, de las amistades de verdad, de la confianza en estas amistades...
Así, cultivar vínculos profundos y verdaderos, buscar tiempo para la socialización y crear relaciones en las que podemos ser nosotros mismos sin sentirnos juzgados y en las que podamos disfrutar, es esencial para nuestra felicidad.
2. Dedicar tiempo al autocuidado y a conocerse a uno mismo
Dedicar tiempo a conocerse a uno mismo y al autocuidado también me parecen elementos claves. Cuando hablo de conocerse a uno mismo me refiero a: pasar tiempo a solas, permitirse la soledad para identificar qué nos gusta, cómo nos sentimos...
Y con el autocuidado, me refiero a cuidarnos por dentro y por fuera, aprender a poner límites en nuestras relaciones, descansar, hacer terapia si sentimos que la necesitamos y si podemos, buscar tiempo para nuestros hobbies...
Hacer esto es una forma de amor propio y autoestima (y de recordarnos que somos importantes), que nos ayuda a equilibrarnos y por lo tanto, a estar más centrados y serenos en nuestro trabajo, con nuestra familia, etc.
3. Practicar el agradecimiento
En un artículo anterior hablamos de tres preguntas que podemos hacernos antes de ir a dormir para cultivar la gratitud. Y me parece otro elemento clave para la felicidad. Cuando somos capaces de apreciar lo que tenemos, por pequeño que parezca, somos capaces de conectar con la gratitud, y esto fomenta estados de calma y bienestar.
Los momentos felices no solo debemos construirlos, sino también, saber apreciarlos, porque son muy efímeros y no sabemos cuándo se volverán a repetir. Por ello cultivemos una mirada agradecida hacia la vida, aunque pasemos por dificultades y problemas (y una cosa no quita la otra), seguro que hay algo que aún es valioso en tu día o en tu vida.
Tres cosas que te alejan de ella
1. No poner límites
No poner límites nunca nos aleja de la felicidad porque los límites son esenciales para establecer un equilibrio en la vida. Sin límites, nos exponemos a agotarnos física y emocionalmente, ya que no podemos satisfacer todas las necesidades y deseos ajenos (ni propios).
Hablamos de aprender a decir "no" si algo no nos apetece, de ser asertivos en el trabajo o de seleccionar bien nuestras amistades, por ejemplo. Y es que, la falta de límites puede llevarnos a la sobreexigencia, la ansiedad y la insatisfacción, ya que perseguimos metas inalcanzables y además, estamos anteponiendo las necesidades de los demás a las nuestras.
2. Valorar todo como si fuera "blanco o negro"
Siempre digo que cultivar la flexibilidad mental es clave para nuestro bienestar, y además nos permite adaptarnos a una realidad en constante cambio. Si yo veo todo como si fuera "blanco" o "negro", estoy reduciendo la realidad a dos estados, y esto no es verdad. Si yo pienso que "las cosas se hacen perfectas o no se hacen", si no las consigo hacer a la perfección, me sentiré muy mal.
En cambio, si pienso que puedo tratar de hacerlo bien y si no me sale, mejorarlo, esto ya es un escenario flexible para mí, que me permite equivocarme sin sentir culpa.
Además, ser extremistas nos limita y nos hace tener también emociones extremas, desajustando así nuestro estado de ánimo. Se trata de entender que la realidad puede interpretarse de múltiples formas, y considerarlas todas, no cerrarnos a dos solas porque eso es una distorsión cognitiva (se llama pensamiento dicotómico) que además, nos genera malestar.
3. Creer todo lo que pensamos o fusionarnos con nuestros pensamientos
Nuestras experiencias tienen un impacto enorme en nuestras creencias; si a mí de pequeña me decían que no valía para nada, creceré con la idea de que así es. Pero es importante entender esto; que nuestras creencias y nuestros pensamientos están muy influenciados por nuestros traumas y por lo que hemos vivido.
Si nos creemos todo lo que pensamos (también los pensamientos negativos o dañinos hacia uno mismo), lo pasaremos muy mal, y además, tomaremos decisiones equivocadas. Se trata de empezar a distanciarnos de nuestros pensamientos (esto en terapia se llama "mentalizar"), de aceptarlos pero sabiendo que "no somos eso" y que podemos actuar diferente a cómo pensamos.
Siguiendo con el ejemplo anterior, si yo me creo que no valgo nada, no voy a intentar nada; en cambio, si pongo en duda ese pensamiento, y lo intento, es más probable que consiga cosas y estas experiencias de éxito me ayudarán a ser más feliz.
Así, la clave está en aprender a relacionarnos de otra forma con nuestros pensamientos; en lugar de creérnoslos todos y de fusionarnos con ellos, se trata de no apegarnos a ellos, de observarlos desde fuera y dejar que pasen. La meditación y el mindfulness por ejemplo son herramientas muy útiles para trabajar todo esto.
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