El último informe Eroski Consumer pone de manifiesto que “el poder adquisitivo de las familias españolas se hunde”. Un aumento del desempleo superior al 24 %, y reducción de salarios de las personas que mantienen el empleo, se notan en la economía familiar. No queda más remedio que imponer recortes, pero ¿de dónde recortar cuándo ya se han adoptado estrategias de pura supervivencia?
Expertos nutricionistas coinciden en que con presupuesto limitado no se puedan hacer las mejores elecciones, y se produce un desequilibrio nutricional. En agosto y septiembre de este año, se ha realizado una encuesta online a 2000 personas de entre 25 y 69 años. Todos los consultados eran responsables en su casa de las decisiones en la compra de productos de alimentación (en solitario o compartiendo con otras personas).
En los últimos cinco o seis años, el 92 por ciento de los entrevistados por Eroski Consumer, está comparando los precios de los productos alimenticios; y el 83, presta más atención a las ofertas… el 77 por ciento adquiere productos de marca blanca
Cada mes, las familias encuestadas por EROSKI CONSUMER dicen gastar en comida una media mensual de 343 euros. En Galicia, ese montante alcanza los 368 euros mientras en Navarra los cifran en 295 euros. La Encuesta de Presupuestos Familiares del INE en 2013, parecía indicar que los presupuestos familiares para alimentación, ya se habían reducido entonces un 10,5 por ciento desde el inicio de la crisis en 2008.
Además de mirar más y comparar, los consumidores sustituyen alimentos considerados caros, por otros más económicos, moderando la cantidad de productos que adquiere; así como la calidad, según manifiesta el 51 por ciento de los entrevistados.
Tendencias insanas relacionadas con la crisis
Casi una cuarta parte de las personas que han participado en la encuesta, afirma que la dieta actual es menos saludable por la disminución del poder adquisitivo y el aumento de los precios.
Entre las tendencias insanas que se han observado está el aumento de consumo de bollería y repostería industrial barata (de muy baja calidad nutricional). Así como el aumento de precocinados como croquetas, salchichas, pizzas… con muchas harinas, grasas saturadas, sal y calorías.
Cenas rápidas e insanas, y menos consumo de frutas frescas, verduras y hortalizas, son elementos que también caracterizan a esta tendencia en nutrición.
Según los criterios de alimentación sana, estas malas elecciones pueden acarrear consecuencias para la salud y para el físico, ya que se pueden desajustar los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico a la vez que se gana peso.
Lo que pasa es que yo si que entiendo que quizás con menos presupuesto, acceder a verduras y frutas, no es tan fácil; pero creo que si que se puede adoptar una cocina más tradicional a base de legumbres, cereales como el arroz y maíz, carne de ave, y algunas hortalizas económicas; además de que las frutas de temporada no suelen ser caras. Eso y desayunar pan integral en lugar de bollería (por ejemplo), podría mejorar la nutrición. Me quedan quizás los lácteos, y claro, hablo a nivel doméstico: sé que en casa se gasta menos cuando se compran productos básicos y frescos, que elaborados, solo que de esa forma se debe cocinar más (pero vale la pena).
Imágenes | Alison Benbow, Informe Eroski Consumer
Más información | Eroski Consumer
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