Por ejemplo, las personas que nacen en otoño tienen más de riesgo de sufrir ataques de pánico y, los varones, más probabilidades de ser alcohólicos.
Algunos estudios coinciden en que la clave está en la luz solar que recibe una embarazada o cómo influye en ella la temperatura.
Según el psiquiatra Emad Salib, del Hospital Peasley Cross, en Inglaterra, mucho tendría que ver cómo la melatonina, una hormona que disminuye con la luz diurna y regula el ciclo sueño-vigilia, influye en la gestación y en los primeros meses de vida del bebé.
Niveles elevados de melatonina durante la gestación, o sea durante los meses de mayor luz solar, serían los causantes de una mayor tendencia del bebé a padecer enfermedades psiquiátricas en el futuro.
Por su parte, la experta en trastornos alimentarios Beth Watkins, señala que son los efectos de las estaciones en las que son concebidos los que influyen en los desórdenes alimentarios.
Demostró, por ejemplo, que los bebés cuyas madres han padecido anorexia tienen ocho veces más riesgo de padecerla. En ese sentido, encontró que las mujeres relacionadas con la anorexia quedaban embarazadas durante los meses de verano, de julio a septiembre, tal vez por la suposición de que las temperaturas altas le darían más energías para gestar.
Por otro lado, se sospecha que la falta de vitamina D en invierno aumenta el riesgo de esquizofrenia.
La conclusión, después de toda esta sarta de teorías relacionadas con las estaciones del año y la salud del futuro bebé es que a mi humilde modo de ver inciden más otros factores (medioambientales, genéticos, sociológicos) que el momento en el que un bebé haya sido concebido o haya nacido.
Vía | La Nación En Bebés y más | Los bebés nacidos en invierno más listos que los de verano