A esa edad los niños están faltos de léxico para poder transmitir lo que recuerdan, además se sabe que no pueden retener información a voluntad al igual que lo hacemos nosotros. Nosotros podemos retener en la memoria una dirección, un número de teléfono, etc., ellos por el contrario, no pueden hacerlo y tampoco pueden evocar la memoria cuando quieran, aunque esto no indica que no posean recuerdos.
A esta edad es el sistema de supervivencia el que determina qué recuerdos merece la pena almacenar en su cerebro, todo lo que interesa o motiva es recordado con gran precisión, el entorno, las personas con las que el pequeño convive, sus progresos y aprendizajes con el mundo que le rodea, etc. Se almacena mucho mejor una imagen que no las palabras y ambas cosas son superadas por la realidad. Para ayudar y facilitar los recuerdos el niño tiene un gran aliado, la afectividad, gracias a ella recuerdan mucho mejor todo lo que aprenden de la mano de los papás.
Pero hemos hablado de buenos recuerdos, también los malos son recordados, como el sabor de una comida, un jarabe que es amargo, todo lo que les pueda desagradar será perfectamente recordado. Además ese sistema de supervivencia les permite que recuerden perfectamente las promesas como por ejemplo, un regalo o un trozo de pastel tras una determinada acción.
En fin, a pesar de que no domine el léxico, los recuerdos están presentes y éstos evolucionarán a medida que adquiera la capacidad de hablar, la comprensión espacio-tiempo, etc. Los niños a esa edad no pueden traer sus recuerdos, pero nosotros sí podemos ayudarles a ello evocándolos, ¿te acuerdas cuando fuimos a casa de los abuelos, que te dieron esa tarta de chocolate tan rica?, el recuerdo del día pasado será evocado y traído al presente.
Más información | Poggioli