Pues bien, según un reciente estudio los papás no se escapan de experimentar cambios en su materia gris. Investigadores de la Universidad de Princenton han encontrado que la estructura del cerebro de los monos titís es distinta en aquellos que son papás en comparación con los que no lo son. También hallaron que los primeros eran más receptivos a una hormona relacionada con el aprendizaje. Según los autores, esto es lo más cercano en relevancia en humanos que se puede obtener con un animal. El estudio es pionero en tratar de establecer una relación entre la crianza paterna y los cambios físicos en el cerebro de un primate. La investigación "Fatherhood affects dendritic spines and vasopressin V1a receptors in the primate prefrontal cortex" publicada en la revista Nature Neuroscience, demostró que "la experiencia de ser papá altera dramáticamente regiones cerebrales que son importantes para la cognición".
Parece ser que los monos titís papás tienen una mayor desidad de dendritas, las ramificaciones de las neuronas implicadas en la recepción de estímulos; es decir quienes eran padres tenían una mayor densidad de conexiones en la región cerebral conocidad como corteza prefontal que juega un papel crucial en las funciones cerebrales superiores como la cognición. Claro, está región en los humanos está más evolucionada.
Pero no fue el único hallazgo, los investigadores también encontraron que los cerebros de los titís papás tenían más receptores de una hormona, que en los humanos es crucial para el aprendizaje y la memoria, conocida como vasopresina, un neuropéptido, en esa región; la cual se piensa que participa en la conducta paterna y la formación de lazos sociales. Eso significa que sus cerebros podían procesar una mayor cantidad de esta sustancia química que los de los que no eran padres.
Con estos resultados podríamos decir que el ser papá o mamá es un buen ejercicio para hacerse más inteligente ¿no?
Vía | Clarín