Antaño, los estudios sociológicos definían al hijo único como un pequeño tirano, algo insociable y muy consentido. También esto ha cambiado, ahora los estudios son más realistas y acordes con la situación, son además mucho más positivos que antes.
El hecho de ser hijo único no determina ni el futuro ni la personalidad del niño, la evolución y el carácter de éste, vendrá marcada por la educación que reciba de los padres, al igual que ocurre con los niños que tienen hermanitos. Según una recopilación de datos realizada por los psicólogos norteamericanos D. Polit y T. Falbo, si un hijo único crece en un ambiente que sea armonioso y estable, el niño poseerá un desarrollo intelectual elevado, será generoso, sociable o seguro de sí mismo entre otros aspectos. De hecho estas características suelen darse en los niños que fueron hijos únicos hasta que llegaron los nuevos hermanitos.
La explicación es la siguiente: el niño posee la atención exclusiva de los padres, lo que le permite sentirse querido, importante y confiado. Estos sentimientos, posibilitan el asentamiento de las bases que permitirán una personalidad decidida y muy segura.
Al no haber ningún hermano por medio, el niño suele compararse con sus padres e intenta a su manera ponerse a la altura de ellos, comportándose como ellos en todo. Este dato es importante ya que como hemos dicho en numerosas ocasiones, el comportamiento de un niño en la mayoría de ocasiones es el reflejo del comportamiento de los padres.
Un trato habitual con las personas mayores favorece al hijo único el trato con los profesores y por tanto repercute directamente en los estudios. También, contrariamente a lo que se creía, el hijo único se muestra más abierto a relacionarse con otros niños debido a la curiosidad y al interés que le pueden despertar. Tampoco les importa jugar solos y suelen ser más pacíficos que los niños que tienen hermanitos.
Aunque no todo van a ser ventajas, un hijo único quiere ser siempre el centro de atención, de hecho, está acostumbrado a ello y esto puede hacer que sea algo egocéntrico y cuando no le hacen caso, lo sufre con más intensidad que un niño con hermanitos.
Un hijo único suele pecar de ingenuo, al no estar habituado a las disputas entre hermanos, no sabe defenderse y cuando se enfada con sus amiguitos puede salir peor parado.
Sea hijo único o con hermanos, es el comportamiento de los padres, la educación, la atención y el cariño que reciba de ellos lo que marcará su personalidad y su proceder en la vida.
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