Desaconsejan el parto en el agua por riesgo para la salud de los recién nacidos

Hace menos de un mes os respondimos en una entrada a la pregunta "El parto en el agua, ¿sí o no?", explicando que los partos en el agua eran recomendables por ser menos dolorosos y por, en consecuencia, hacer menos uso de la anestesia epidural y la oxitocina sintética.

En los estudios que comentamos se vio que el riesgo para los bebés no era mayor que en un parto fuera del agua. Sin embargo, una nueva revisión de estudios realizada por la AAP (Academia Americana de Pediatría) y la ACOG (Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos) concluye que el parto en el agua está desaconsejado por el riesgo que supone para la vida de los recién nacidos.

La dilatación en el agua es segura

Como comentamos en su día y tal y como explican en el estudio que comentamos, la inmersión en el agua durante la dilatación se ha mostrado beneficiosa cuando se realiza a partir de los 5 cm de dilatación, ya que hacerlo antes no hace sino retrasar el proceso y disminuir los beneficios del agua (más epidural y más oxitocina).

Por esta razón son cada vez más los centros que ofrecen la posibilidad de realizar inmersión en el agua para dilatar, hasta el punto que el Real Colegio de Matronas y el Real Colegio de Obstetras y Ginecólogos (ambos de EE.UU.) hicieron un comunicado apoyando el parto en el agua para mujeres sanas con embarazos sin complicaciones.

Dilatar sí, parir no

Según explican, al revisar los estudios relativos a los partos en agua vieron que no todos diferencian el trabajo de parto del mismo parto y que, en consecuencia, los resultados positivos que se producían durante la dilatación no podían ni debían extrapolarse al momento del nacimiento.

Además, en los diferentes estudios la inmersión en agua no es siempre igual, ya que hay variaciones en la duración de la inmersión, la profundidad de la bañera o piscina, la temperatura del agua e incluso en el uso o no de chorros de hidromasaje.

A esto suman que la mayoría de estudios realizados contaban con muestras pequeñas de sujetos (pocas madres) y que las posibilidades de sesgo eran altas.

Aún así, consideran que a falta de mayor evidencia la dilatación en agua puede considerarse positiva, por la disminución del dolor y por la mejor experiencia por parte de las madres.

Ahora bien, a la hora de dar a luz en el agua, a la hora del expulsivo, recomiendan el exterior porque, aunque se suele pensar que puede ser positivo para los bebés, por ser un nacimiento más suave, una transición menos traumática del interior líquido al exterior líquido, hay riesgos que no deben obviarse.

Estas dos asociaciones han analizado informes de casos individuales y grupales donde se han visto complicaciones para la madre y el bebé. Hablan de mayor riesgo de infección materna y neonatal, sobre todo si ha habido rotura de membranas, de dificultades en la termorregulación neonatal, de avulsión y ruptura del cordón al sacar al bebé de debajo del agua o maniobrar desde arriba, dentro de la piscina, produciéndose hemorragia y shock, dificultad respiratoria, hiponatremia por aspiración de agua, convulsiones y asfixia neonatal.

¿Cómo puede ahogarse un bebé, si al nacer no respira?

Esto mismo me preguntaba yo al leer el estudio. Los bebés al nacer no respiran, no jadean y no tienen aún el reflejo de inmersión. Están recibiendo el oxígeno por la placenta a través del cordón umbilical y por eso no pueden ahogarse.

Sin embargo, estudios con animales muestran que cuando hablamos de bebés o fetos comprometidos (que pudieran tener alguna dificultad) el reflejo de inmersión puede estar presente, produciéndose algún jadeo o aspiración de lo que rodee al bebé. Muestra de ello es que algunos bebés nacen con el síndrome de aspiración de meconio.

Esto podría dar explicación a los casos descritos de bebés que han sufrido dificultad respiratoria grave tras nacer en agua, o los casos de ahogamientos o casi ahogamientos.

Hablamos de pocos casos, de muy pocos casos, pero de casos potencialmente graves, con riesgos evidentes para la vida (con un caso incluso de fallo multiorgánico por sepsis tras aspirar agua en el parto), que podrían evitarse, según sugieren, promoviendo el parto fuera del agua.

De hecho, aseveran que no se ha demostrado aún ningún beneficio para el bebé o la madre por realizar el expulsivo dentro del agua, así que sugieren la revisión de las recomendaciones para que tener al bebé en el agua no se convierta en una norma, ni en los casos en que las mujeres quieran dar a luz en casa ni cuando los partos sucedan en los hospitales.

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