Hoy en día, y gracias a los avances de la medicina, los riesgos para la salud de madre y bebé durante el parto son mínimos en la mayoría de los casos, y los procedimientos e intervenciones médicas son muy distintos a los de siglos atrás.
Sucede que los partos de antaño eran muy riesgosos, y los médicos, con el limitado conocimiento que se tenía entonces, recurrían a toda clase de técnicas, aparatos y artilugios de la época - que, afortunadamente para las mujeres, ya son obsoletos.
De hecho, un dato curioso (y, vamos a decirlo, inquietante) que muchas personas no saben, es que dentro de esos aparatos utilizados en los partos se encuentra la motosierra, que a pesar de ser distinta de la que actualmente conocemos, originalmente se creó para facilitar el nacimiento del bebé.
Así eran los partos hace 300 años
Como sabemos, los bebés actuales tienen dos formas de nacer: de manera natural y saliendo por vía vaginal, o mediante cesárea, una cirugía recomendada para casos especiales y de emergencia, en el que se se extrae al bebé realizando incisiones en el abdomen y útero de la madre.
Sin embargo, hace tres siglos las cesáreas no eran una de las opciones de parto, debido a que tenía un alto riesgo de mortalidad. En ese entonces, los médicos hacían otro procedimiento quirúrgico llamado sinfisiotomía, en el que el cartílago de la sínfisis púbica, una articulación que une ambas partes de la pelvis, se dividía para permitir que el bebé saliera.
Este procedimiento, aunque era una práctica bastante extendida en Europa por aquellos siglos, se reservaba solo para casos especiales o de emergencia, como cuando el bebé era muy grande o cuando éste venía de nalgas, ya que ayudaba a abrir más la pelvis y permitía que el bebé saliera en caso de haberse atascado.
Inicialmente, la sinfisiotomía se realizaba a mano, utilizando un cuchillo pequeño y una sierra para cortar la sínfisis púbica. Lo más terrorífico del asunto, es que todo el procedimiento se hacía sin anestesia y a medio parto, pues ésta no se había inventado aún y además no había forma precisa de saber con antelación cómo venía el bebé.
La sinfisiotomía, como podemos imaginar, era lenta, extremadamente dolorosa y desastrosa, pues la madre perdía mucha sangre durante este procedimiento.
Hasta que llegó la sierra quirúrgica en el siglo XVIII
A mediados de la década de 1780 los médicos escoceses John Aitken y James Jeffray, cada uno por su cuenta, idearon una nueva herramienta para facilitar este tipo de procedimientos quirúrgicos: una sierra mecánica. Aunque ambos pensaron en su idea por separado, tanto la sierra de Aitken como la de Jeffray consistían en una sierra manual de cadena, con eslabones finos y dentados.
En el caso de Aitken, su sierra era utilizada por él mismo para los partos y fue incluida en su libro Principios de Obstetricia o Medicina Puerperal, publicado en 1785; mientras que Jeffray, quien pudo producirla hasta 1790, la pensó más como una herramienta para cortar huesos, particularmente rodillas y codos.
Así, a finales del siglo XVIII y durante gran parte del siglo XIX, esta sierra se convirtió en la herramienta comúnmente utilizada para la sinfisiotomía, especialmente tras el desarrollo de anestésicos a mediados del siglo XIX.
La sierra mecánica fue evolucionando y mejorando con el tiempo, incluyendo otras creaciones similares, como el osteótomo del médico alemán Bernard Heine fabricado en 1830, hasta que a finales del siglo XIX fue reemplazada por la sierra Gigli, una sierra de alambre torcido inventada por el obstetra italiano Leonardo Gigli.
Eventualmente, y con los avances en medicina que hicieron de la cesárea una opción más segura para los casos de parto complicados, tanto la sinfisiotomía como la sierra mecánica dejaron de usarse con ese fin, pero su capacidad y facilidad para cortar hueso hizo que su uso se trasladara a otros sectores donde se necesitaba cortar diversos materiales, como la carpintería y la construcción, evolucionando hasta la motosierra con motor que conocemos hoy en día.
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