"Mi cesárea respetada fue la experiencia más bonita de mi vida": cuatro madres nos comparten sus historias de cesáreas humanizadas
Cuando nos quedamos embarazadas, uno de los pensamientos más recurrentes es el nacimiento de nuestro bebé. Soñamos con una experiencia de parto positiva y respetada, y ansiamos que todo marche bien. Por eso, cuando surgen complicaciones o se hace necesario optar por una cesárea solemos sentirnos abrumadas, pues en la mayoría de las ocasiones no es el parto con el que soñábamos.
Además, aún persisten protocolos hospitalarios arcaicos en donde la mujer no puede estar acompañada, y madre y bebé son separados tras el nacimiento. Por suerte, cada vez más hospitales se están sumando al concepto de cesárea humanizada o provínculo como parte de sus protocolos de parto respetado.
Y es que aunque la cesárea no es un camino fácil, la experiencia puede ser maravillosa y positiva si se ponen los medios para ello. Y así han querido compartirlo con nosotros estas cuatro madres: cuatro historias de cesáreas respetadas y humanizadas que han marcado la vida de estas mujeres.
"Poder ver cómo nacía mi hija fue algo que jamás olvidaré"
Raquel es de Valencia y ha querido compartir con nosotros su experiencia con las cesáreas de sus hijos, nacidos en 2012 y 2015. Sus embarazos habían transcurrido con normalidad, pero tras varias horas con contracciones y actividad uterina, tuvieron que practicarle cesárea porque no dilataba.
"Llevaba muchas horas con dolores de parto pero no había dilatado nada. Estaba agotada, y cuando el médico me dijo que tenía que ir a cesárea me sentí aturdida y muy asustada, pero rápidamente mi ginecólogo me tranquilizó. Con mucho tacto y cariño me explicó en qué consistía la operación, y preguntó a mi marido si quería entrar conmigo al quirófano"
Su primer hijo llegó al mundo en una cesárea respetada y acompañada, aunque Raquel cuenta que tres años después, con el nacimiento de su segunda hija, los protocolos habían cambiado tanto que la cesárea fue más humanizada si cabe:
"Durante la operación, el médico me animó a incorporarme para ver cómo salía mi hija, y es algo que le agradeceré siempre porque me marcó mucho. Además, a diferencia de la primera cesárea, en esta ocasión no fue mi marido quien sostuvo en brazos a nuestra hija sino yo. La enfermera me la puso al pecho cuando nació y estuvimos las dos piel con piel mientras me cosían".
"Quería un parto vaginal tras dos cesáreas previas, pero no pudo ser. Aún así, fue una experiencia maravillosa"
Cuando Almudena se quedó embarazada de su tercer hijo buscó un médico que respetara su deseo de tener un parto vaginal a pesar de sus dos cesáreas previas. En el camino encontró a una matrona que le dijo algo que cambiaría su forma de pensar, y le ayudó a afrontar su tercera cesárea de una manera positiva:
"La matrona me dijo que todas deseamos un parto soñado, pero que es importante ser flexibles y adaptarse a la nueva realidad cuando las cosas se tuercen. Esta reflexión me ayudó mucho a afrontar mi tercera cesárea de otra forma, pues cuando el médico me dijo que de nuevo tendría que pasar por ello, inicialmente me vine abajo"
Y es que aunque la ginecóloga que había llevado el embarazo de Almudena respetaba su deseo de intentar un parto vaginal, los datos que arrojaron los últimos monitores abocaron de nuevo a esta madre a pasar por quirófano:
"Los monitores salieron alterados y había que sacar al bebé cuanto antes, aunque sin urgencia. Al no poder inducirme el parto por dos cesáreas previas hubo que programar otra cesárea. Pero esta vez lo afronté de otro modo, pues el hecho de que fuera una cesárea programada y no de urgencia, -como me ocurrió las otras veces-, me aportaba tranquilidad"
La cesárea de Almudena fue humanizada y respetada. Su marido la acompañó en todo momento, y también una matrona de confianza a la que había contratado en la recta final de su embarazo, y que fue un apoyo emocional y físico muy importante para ella:
"Tener a mi lado y en exclusiva a una matrona de confianza fue maravilloso. En todo momento me contó lo que iba ocurriendo, y me trató con un cariño increíble, aunque en realidad todo el equipo médico lo hizo, sobre todo el anestesista que estuvo muy pendiente de mí en todo momento"
"Cuando mi hijo nació no pude ponérmele al pecho porque surgieron algunas complicaciones que obligaron a mi marido a salir de quirófano con el bebé. Pero en todo momento se respetaron los protocolos de parto humanizado y no le separaron de él para medirle o pesarle; lo hicieron más tarde en la habituación, con nosotros presentes.
"Durante el tiempo que estuve en reanimación el anestesista estuvo muy pendiente de mí, y la matrona iba y venía contándome cómo estaba mi bebé e interesándose por mi estado. Incluso me propuso sacarme calostro para que el papá pudiera ofrecérselo utilizando la técnica dedo-jeringa, por si mi estancia en reanimación se alargaba".
"Tras dos partos traumáticos, la cesárea de mi tercer bebé me ayudó a sanar mis heridas"
La historia de Mónica es muy diferente a las que acabamos de compartiros, pues fue ella misma quien eligió la cesárea para alumbrar a su tercer hijo, tras dos partos vaginales previos que le dejaron experiencias muy traumáticas.
Su primer parto tuvo lugar en León, donde reside, y de él guarda dolorosos recuerdos. Mónica afirma que sufrió violencia obstétrica, no dejaron entrar a su marido al paritorio, le hicieron una gran episiotomía que posteriormente se infectó, y su bebé sufrió rotura de clavícula al nacer.
Para su segundo parto se trasladó a Madrid con el fin de vivir una experiencia diferente, y si bien se sintió escuchada y respetada por su médico en todo momento, tampoco pudo disfrutar de un buen parto, pues su hijo nació muy grande y como consecuencia de ello presentó distocia de hombros y rotura del nervio braquial. Este y otros factores posteriores sumieron a Mónica en una depresión postparto de la que le llevó tiempo recuperarse.
"Lo pasé tan mal que a pesar de desear un tecer hijo tardé mucho tiempo en decidirme. Así que cuando me quedé embarazada tuve claro que quería vivir un parto humanizado y disfrutar de su nacimiento; algo que no había podido hacer con mis otros dos hijos"
A las traumáticas experiencias vividas se sumaba un problema de coagulación que hace que los embarazos de Mónica sean de riesgo, por lo que todo ello le llevó a plantearse la opción de elegir una cesárea para dar a luz a su tercer hijo, y hacerlo de nuevo en Madrid.
"Inicialmente, el ginecólogo me animó a dar a luz de manera natural pues ya había parido dos veces y me decía que era una lástima que optara por una cirugía. Pero en la revisión que me hizo en la semana 38 se vio que de nuevo mi bebé era macrosómico, y que además venía con dos vueltas de cordón, por lo que al final decidió hacerme una cesárea"
Mónica afirma que en todo momento se sintió cuidada y escuchada, y que el respeto que tanto el médico como la matrona le demostraron le ha hecho sanar las heridas de sus anteriores partos. Además, vivió una cesárea humanizada, su marido pudo estar a su lado, y tanto él como su bebé le acompañaron durante las cuatro horas que permaneció en reanimación.
"Hace una semana que nació mi hijo, pero mi recuperación está siendo muy buena, y se que en parte es debido al estado emocional en el que me encuentro. Estoy muy feliz y eso influye. Por fin he podido disfrutar de mi postparto y de mi recién nacido".
"Tras una cesárea deshumanizada, pude disfrutar del nacimiento de mis otros dos hijos"
Y yo también quiero sumarme a los testimonios de cesáreas humanizadas relatando cómo transcurrió la cesárea de mi tercer hijo, pues a diferencia de mi primera experiencia, esta supuso un momento maravilloso que deseo compartir con vosotros.
Por motivos médicos (malformación uterina y trombofilia) y dos cesáreas previas, sabía con antelación que mi tercera cesárea debía ser programada, por lo que me dio tiempo a preparar un plan de parto por cesárea y a comentarlo con mi ginecólogo.
Él fue quien me atendió también en mi segunda cesárea, y aunque aquella experiencia fue maravillosa, respetada, humana y llena de cariño por parte de todo el equipo médico, faltó una pieza importante: el acompañamiento de mi marido.
Y así fue como me enfrenté de nuevo a una cesárea, la tercera para mí y la primera para mi marido, quien además tuvo plena libertad de movimiento para estar sentado a mi lado o ponerse en pie y ver cómo trabajaban los médicos, siendo testigo del precioso momento en que sacaron a nuestro hijo de mi vientre.
Durante toda la operación el personal médico actuó con gran delicadeza y tacto, informándonos claramente de lo que estaba ocurriendo, hablando en un tono de voz suave y respetuoso, y preocupándose en todo momento por mí.
A diferencia de mi primera cesárea mis brazos no estaban atados, así que pude sostener a mi hijo nada más nacer. Los minutos en los que los tres nos fundimos en un abrazo y besos sin tregua fueron mágicos, pero por desgracia escasos, pues sufrí una brusca bajada de tensión a causa de una hemorragia y mi marido tuvo que abandonar el quirófano apresuradamente con nuestro bebé en brazos.
Aún así, la matrona le explicó cómo debía colocársele al pecho para hacer piel con piel, y bajó las persianas de la habitación para atenuar la luz y hacer la estancia más acogedora para el recién nacido.
Debido a las complicaciones surgidas tuve que pasar en reanimación más tiempo del deseado, aunque en ningún momento me sentí sola. Cuando por fin me llevaron a la habitación, mi bebé me recibió llorando en brazos de mi marido, cubierto de vérnix y desnudito. En aquel momento le puse al pecho y ya nunca más nos separamos.