Llevamos unos días hablando de las posibles intervenciones rutinarias durante un parto hospitalario para mostrar un poco qué evidencia hay detrás de ella y explicar por qué se recomiendan o por qué están desaconsejadas.
Se habla de este tipo de intervenciones, sobretodo, porque se han venido haciendo durante muchos años pese a no ser del todo necesarias, pudiendo llegar a ser alguna de ellas molesta para la mujer e incluso pudiendo provocar algunos riesgos.
Tras hablar de la amnioscopia y del enema hoy vamos a hablar del rasurado perineal, que se ha hecho desde hace mucho tiempo de manera sistemática a todas las mujeres por la creencia de que disminuía el riesgo de infección y facilitaba la sutura en caso de episiotomía (teniendo en cuenta que a la mayoría de mujeres se les ha venido haciendo una episiotomía) o de desgarro.
El rasurado no está exento de riesgos
El rasurado perineal y pubiano (en ocasiones se rasura todo) no está exento de riesgos, ya que en ocasiones se producen pequeñas erosiones en la piel que, como toda herida, pueden dar lugar a colonización por microorganismos. Además se trata de una acción que puede ser desagradable para algunas mujeres pues causa malestar y picor cuando el vello crece.
Por estas dos razones deberíamos saber hasta qué punto el rasurado mejora los riesgos de infección que puedan producirse durante el parto.
Qué dice la evidencia científica
En una revisión Cochrane realizada en 2008 de dos ensayos con una muestra total de 439 mujeres no se encontraron diferencias al analizar la morbilidad febril materna.
A la hora de valorar las diferencias en cuanto a la conolización por bacterias se observa, en uno de los estudios, una diferencia significativa al cuantificar la conolización por bacterias grammnegativas, ya que 54 mujeres, de las 75 rasuradas en dicho estudio sufrieron dicha colonización, frente a 4 de las 75 mujeres que no fueron rasuradas. Es decir, que por el hecho de haber sido rasuradas el riesgo de colonización por bacterias grammnegativas es muchísimo más alto que si no se rasura a la mujer (en ese caso, en los estudios, se les cortaba un poco el vello).
Conclusión
Ante los posibles efectos secundarios de dicha práctica, que en uno de los ensayos se definen como “irritación, enrojecimiento, rasguños superficiales múltiples y ardor y prurito vulvar”, y tras observar que no existen, por el momento, diferencias significativas en cuanto al riesgo de infección en la mujer, se desaconseja el rasurado perineal y/o vulvar a las mujeres que están en trabajo de parto.
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Foto | Paul Schultz en Flickr
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