Los papás de ahora ya no somos como los de antes y por eso algunos hasta nos atrevemos a contarlo, porque somos más cercanos, más empáticos y estamos más comprometidos con el cuidado de nuestros hijos.
Ahora bien, hay una frase universal que debe ser tan vieja como la humanidad y que aún hoy, a pesar de todo, sigue vigente, que dice que "madre no hay más que una", y que podría explicarse, en parte, porque el cerebro de las mujeres responde más intensamente ante la tristeza y el dolor de los demás.
Diferencias entre madres y padres
Esto, si lo extrapolamos al papel de padre y madre en la crianza, viene a decir que las madres se ven más afectadas y responden más cuando su hijo les muestra dolor o tristeza, que más o menos vendría a ser cuando lloran. No es que los hombres no actuemos, no es que no acudamos cuando lloran o nos necesitan, es que nuestra respuesta cerebral a esos inputs es menor. A esta conclusión han llegado científicos de la Universidad de Navarra, que no han visto diferencias en la respuesta de los cerebros masculino y femenino ante un rostro feliz.
Al parecer quisieron estudiar y analizar las raíces biológicas de la empatía, para saber en qué punto del cerebro y de qué modo se produce. En algunos experimentos vieron que cuando una persona querida sufre dolor, se activa en el cerebro los mismos centros afectivos del dolor físico que la persona que lo padece de verdad, siendo mayor la respuesta cuanto mayor es el cariño hacia la persona que sufre. Esta activación, ese sentir dolor sin estarlo padeciendo realmente, hace que las mujeres puedan sentir compasión y puedan entender lo que está viviendo la otra persona.
Es más, en los experimentos vieron que a través del rostro de los demás somos ya capaces de reconocer sus deseos e intenciones y de hacernos cargos de su situación interior. Acertaremos más o lo haremos menos, pero a través de su comunicación no verbal, a través de sus gestos, podemos intuir muchas cosas. Esto vendría a ser algo así como la primera impresión, esa que nos da la primera información y nos hace estar tranquilos ante una persona que sabemos o creemos que juega limpio (se activan las zonas cerebrales de la recompensa) y que nos hace estar nerviosos ante una persona cuyo rostro nos muestra ser un insolidario, al haber poca reacción cerebral.
¿Y de qué nos sirve saber esto?
Pues nos sirve para conocernos un poco más hombres y mujeres y para entender por qué las mujeres suelen ser más atentas y dispuestas con los hijos, más protectoras, y los hombres tendemos a creer que los niños tienen que espabilarse un poco más, que no digo pasar de ellos para que lo hagan todo solos, sino confiar más en sus posibilidades para encontrar una solución a los problemas que se les puede presentar.
La duda es qué fue antes, si el huevo o la gallina, si las madres reaccionan más ante el llanto y el dolor de los niños porque siempre han sido así o si, fruto del establecimiento de roles hace miles de años, con el hombre tratando de buscar alimento y la mujer, con menos aptitudes físicas, dedicándose al cuidado de los niños, acabó por producirse la adaptación de sus cerebros a esa función de cuidadoras y protectoras.
Vía | Europa Press Foto | Mike Renlund en Flickr En Bebés y más | ¿Qué sucede en el cerebro de la madre cuando está embarazada?, El cerebro desarrolla la empatía y pierde memoria durante el embarazo, El cerebro de la madre crece después del parto