Ayer el programa El Hormiguero ha emitido un conmovedor encuentro entre un abuelo de 112 años y una bebé recién nacida, de apenas diez días de vida. Una preciosa escena que nos hace reflexionar sobre el inicio y el final de la vida.
Francisco Nuñez es el segundo hombre más viejo del mundo, según el récord Guiness, mientras que Abril es una niña recién nacida en el mismo pueblo donde viven ambos, Bienvenida, en Badajoz.
Al ver a la pequeña, Francisco, la mira, la toca, le habla, le hace carantoñas: "¡Si esto parece una niña de oro bendito! ¡Ay lo que tengo yo aquí! ¡Ay, qué manos más guapas!". Cuando le piden que le de un consejo a la recién nacida para que le vaya bien en la vida, sus palabras fueron:
El fin y el inicio de la vida
El encuentro transmite una tremenda ternura, así como una gran enseñanza. Por un lado, la experiencia de una persona que ha vivido de todo, incluso una guerra, y por el otro, la esperanza de una nueva vida que comienza, una historia que recién empieza a escribirse.
Los abuelos parecen rejuvenecer cuando se les presenta a un bebé o un niño pequeño. Es, sin duda, una vivencia de la que ambos se benefician, y sucede en todos los ámbitos en los que interactúan abuelos y niños. Los pequeños se nutren de la experiencia y los cuidados de los mayores, y los mayores de la energía y la inocencia de los más pequeños. Por algo se dice que los niños que crecen cerca de sus abuelos son más felices y por otra parte, que los abuelos que cuidan de sus nietos viven más. Una relación destinada a ser un éxito.
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