Sabemos que los bebés prematuros son pequeños grandes héroes que luchan por sobrevivir y gracias a los avances médicos cada vez más de ellos salen adelante. Pero no siempre sucede así y esta imagen, junto a las palabras que la acompañan, nos golpean con una triste realidad, transmitiéndonos la emoción de una enfermera que abraza a un bebé sin vida.
Nos resulta inimaginable el dolor por el que pasan los padres al perder un hijo, así como toda su familia, pero en pocas ocasiones nos planteamos lo que sienten en estos casos las personas cercanas a un bebé hospitalizado, los profesionales que lo cuidan, que pasan mucho tiempo con él y a los que, sin duda, también se les va algo si el pequeño muere.
Ella es Brittany Denise, una enfermera de Ohio, Estados Unidos, y sus palabras son todo un homenaje a los recién nacidos prematuros o enfermos que no sobreviven. Compartir sus palabras, a la vez, puede ser un homenaje a su profesión, un reconocimiento de la dura y compleja labor que hacen. Porque nos cuenta lo agradable de su trabajo, cuando todo sale bien, pero también la parte más dura.
Brittany quiso sostener al bebé ya sin vida y así los vemos en esta emotiva imagen que ha compartido en Facebook con el permiso de la familia del bebé y que nos transmite todo el cariño que se le puede llegar a tener a un recién nacido, tan frágil, cuando pasas tanto tiempo con él intentado que salga adelante. Os dejamos con el texto que nos ha emocionado.
Como la mayoría sabe, trabajo como enfermera. Realizo mis tareas en cuidados intensivos con niños nacidos prematuros o enfermos. Mucha gente piensa que nuestro trabajo es sólo alimentar y hacer mimos a los bebés, lo cual en ocasiones tengo el privilegio de hacer, pero mi trabajo implica mucho más.
Tengo que cuidar a niños que nacen varios meses antes de tiempo como para sobrevivir sin los avances de la medicina. Trabajo con el equipo encargado de hacer el seguimiento de los latidos del corazón de los bebés, comprobar que respiran y que el sistema de respiración artificial funcione siempre.
Hago diagnósticos, los cuido y me ocupo de darles sus medicamentos. Le enseño a los nuevos padres a cambiar los pañales de su frágil bebé por primera vez. Pongo al bebé en el pecho de la madre por primera vez (a menudo con muchos cables y tubos), cuando ella no ha podido sostenerlo durante días, tal vez semanas. Consuelo a la madre cuando no puede estar con su bebé, los niños prematuros pasan por tratamientos que nadie se puede imaginar. Celebro con los padres cada pequeña mejora, cada vez que se retira un cable, cada nuevo gramo de peso del niño.
Yo vivo con los padres la alegría de poder llevarse su hijo a casa, después de haber pasado meses en las salas de cuidados intensivos. Veo maravillas. Soy testigo de cómo la vida vuelve y cómo puede vencer todos los obstáculos. Pero a veces no es así...
También tengo que ayudar a reanimar a bebés cuando su corazón se para o cuando sus pequeños cuerpos sencillamente no pueden luchar más. Me maldigo a mí misma pensando qué podríamos haber hecho mejor o de manera diferente cuando todas las opciones médicas se han terminado. Dejo a esos tiernos pequeños en brazos de sus padres cuando ya ni la ciencia ni todas las medicinas del mundo son suficientes. Les doy los medicamentos para que no sufran en sus últimos momentos de vida en este mundo. Ayudo a hacer moldes y pequeños recuerdos que sus familias amarán para siempre.
Sí, mi trabajo como enfermera puede parecer simple. Pero la vida me muestra cada día que es mucho más que eso.
Comparto recuerdos con las familias y reímos y lloramos juntos. El hospital se convierte en su casa. Yo abrazo a los padres cuando dejan la habitación de sus hijos por última vez y espero que mis palabras les puedan dar cierto consuelo. Muchas veces, lloro de camino a casa, en la ducha o antes de dormirme. Tengo el apoyo de mis compañeras. Todas esas otras enfermeras con las que tengo la fortuna de trabajar. Aprendo de su sabiduría y experiencia.
La fotografía ha sido compartida con el consentimiento de la madre para mostrar la lucha por la que pasamos. La foto la hicieron cuando el pequeño ya nos había dejado, y fue una bendición estar con él aunque fuese por tan poco tiempo. Sé que las enfermeras del fondo se sienten de la misma manera. Foto tomada por la maravillosa Ashley Trainer-Smas.
Foto | Facebook
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