Durante el embarazo y postparto la mujer sufre importantes cambios en la mucosa vaginal, además de darse otra serie de circunstancias que pueden aumentar el riesgo de sufrir infecciones vaginales.
Te explicamos por qué se producen las infecciones vaginales, cuáles son los tipos más frecuentes de infección en estas etapas de la vida y cómo podemos tratarlas y prevenirlas.
Por qué en el embarazo y postparto aumenta el riesgo de infecciones vaginales
Durante el embarazo, el flujo vaginal aumenta como consecuencia de las hormonas. Se trata de un flujo claro y lechoso muy parecido al que se presenta antes del periodo menstrual, aunque más abundante.
Estos cambios fisiológicos son completamente normales, pero no siempre se informa de ellos con antelación a la embarazada, de manera que cuando se presentan, muchas mujeres creen erróneamente que padecen una infección o que no se están aseando correctamente.
Esto puede hacer que caigan en dos errores que podrían tener consecuencias negativas:
- Por un lado, automedicarse al creer que padecen infección por hongos vaginales.
- Por otro lado, aumentar la frecuencia de la higiene íntima y/o comprar ciertos productos que podrían alterar el PH vaginal y predisponer a sufrir irritaciones e infecciones.
Además, conviene recordar que los cambios hormonales provocan alteraciones en el sistema inmune, disminuyendo las defensas y aumentando el riesgo de enfermedades, lo que hace que la embarazada sea más propensa a sufrir infecciones vaginales.
Por su parte, durante el postparto ocurre el fenómeno contrario y debido al descenso de los estrógenos la lubricación vaginal desciende, muy especialmente si la mujer está dando el pecho.
Esta sequedad provoca tirantez vaginal, picor, relaciones sexuales dolorosas y una mayor predisposición a sufrir infecciones, una de las complicaciones más frecuentes durante esta etapa.
Infecciones vaginales: síntomas y tipos
Los síntomas de una infección vaginal pueden variar dependiendo de cuál sea la causa, aunque lo más común es que la mujer experimente escozor en la vulva y la presencia de flujo vaginal más abundante de lo normal y con diferente color, olor y consistencia. También podría presentarse dolor y ardor al orinar y durante o después de mantener relaciones sexuales.
Por lo general, las infecciones vaginales más frecuentes son:
- Vulvovaginitis irritativa por contacto con agentes irritantes como son el papel higiénico, ropas sintéticas y ajustadas, jabones perfumados, cuerpos extraños, espermicidas...
- Candidiasis vaginal o infección por hongos. Se produce cuando los niveles normales de ácido y la cándida (hongo) en la vagina están desequilibrados. Esto permite que la bacteria crezca demasiado, causando la candidiasis vaginal, una infección muy incómoda aunque no peligrosa.
- Vaginosis bacteriana. Es la infección más frecuente, y su aparición está asociada a un desequilibrio de las bacterias 'buenas' y 'dañinas' que normalmente se encuentran en la vagina de la mujer.
La vaginosis bacteriana puede ser peligrosa durante el embarazado, pues se ha asociado con un mayor riesgo de ruptura prematura de membranas, bajo peso del bebé al nacer y amenaza de parto prematuro. También conlleva un mayor riesgo de padecer endometritis (inflamación del endometrio del útero) en el postparto.
¿Cómo se tratan las infecciones vaginales?
En ningún caso debemos autodiagnosticarnos y medicarnos nosotras, pues no solo podría no ser necesario, sino además ser contraproducente para nuestra salud, muy especialmente si estamos embarazadas o dando el pecho a nuestro bebé.
Si el diagnóstico de vulvovaginitis se confirma, el médico nos indicará el mejor tratamiento a seguir:
- Para infecciones por levaduras el especialista puede recetar supositorios, geles, pomadas o cremas vaginales.
- Si se trata de una vaginitis bacteriana, el médico recetará un tratamiento oral inmediato.
- Si estamos ante una infección de transmisión sexual, además del tratamiento a seguir, se recomienda no mantener relaciones sexuales hasta que la mujer y su pareja ya no tengan la infección, o el uso de preservativos.
- Por último, si se trata de una vulvovaginitis irritativa causada por un producto, es necesario averiguar qué la provoca y evitar ese producto.
A parte del tratamiento médico recomendado, en estos casos también puede ayudar el uso de geles con esencia de árbol de té, vitamina E e incluso probióticos.
Cómo prevenir la aparición de infecciones vaginales
- No utilicen tampones para retener el exceso de flujo durante el embarazo, pues puede provocar una infección. Tampoco se recomienda utilizarlos para retener las secreciones vaginales y loquios en el postparto.
Si el aumento del flujo vaginal nos incomoda, podemos recurrir a salva slip de algodón durante el embarazo o a compresas postparto, que cambiaremos con frecuencia para que la zona siempre esté seca y no se irrite.
- Tras la ducha o el baño debemos secar muy bien la zona, prestando especial atención a los pliegues, pues la humedad podría predisponer a que aparezcan hongos vaginales.
- Por el mismo motivo se recomienda utilizar ropa interior de algodón, ya que facilita la transpiración y evita que la zona genital se humedezca. También hay que evitar las prendas muy ajustadas.
- Cuando vayamos al baño debemos limpiarnos de delante hacia atrás, prestando especial cuidado tras la defecación, por podríamos arrastrar bacterias fecales del ano a la vulva y provocar infecciones urinarias.
- Evitar las duchas vaginales, el exceso de higiene en la zona y el uso de jabones irritativos, pues podríamos eliminar la flora vaginal, alterar el pH natural y propiciar la aparición de infecciones.
- Si tras el parto la mujer experimenta sequedad vaginal, es muy importante lubricar bien la zona antes de mantener relaciones sexuales. Los lubricantes de base acuosa son el mejor aliado, aunque es recomendable consultar previamente con el especialista para que nos indique el que más nos conviene.
- Beber agua en abundancia, pues no solo es primordial durante el embarazo y la lactancia, sino que también ayuda a prevenir infecciones ya que el agua evita que se acumulen gérmenes en el tracto urinario, eliminándolos en la orina.
- La dieta debe ser equilibrada, limitar la ingesta de azúcar que promueve el crecimiento de estas bacterias e incluir yogur con lactobacillus acidophilus.
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