Con el invierno y encima con el frío que hace es muy posible que terminemos con algún resfriado. Si tenemos un bebé y dormimos compartiendo con él la cama o la habitación podemos dudar si sería mejor trasladarlo o si sería mejor evitar el colecho o la lactancia con el resfriado.
Podemos colechar con resfriado
En principio no existe recomendación en contra. De hecho, si estamos cuidando al bebé va a entrar igualmente en contacto con los virus, que se contagian por el aire.
No habría que tener más precauciones que las habituales de ventilar la casa, lavarnos las manos frecuentemente y evitar estornudar y toser sobre él, pero la realidad es que es casi imposible aislarlo de posibles contagios en la vida normal y compartir la habitación no está contraindicado.
Podemos dar el pecho con resfriado
Si le damos el pecho, a través de la leche materna le van a pasar las defensas que el sistema inmunitario está fabricando para combatir esa infección, así que sobre todo hay que mantener la lactancia. Incluso con fiebre la lactancia no tiene riesgos.
Aunque sea necesario tomar algún medicamento recordemos que casi todos son perfectamente compatibles con la lactancia y, en caso de duda, podemos consultar la página de e-lactancia con el asesoramiento del médico tratante, pues en ella se especifican los posibles riesgos de cada uno de ellos o de los principios activos.
Por experiencia os cuento que no siempre los médicos de adultos la conocen, por lo que no está de más ir preparadas a la consulta y pedirle que busque una medicación compatible.
Quitar la lactancia es peor que usar incluso algunos de los medicamentos que no tienen riesgo 0, por lo que, en caso de duda, si nos dicen que debemos suspender la lactancia, se puede pedir una segunda opinión de un experto pediatra con formación específica en lactancia.
Además, el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría tiene un foro donde podemos directamente hacer nuestras consultas sobre lactancia y medicamentos. Es de enorme utilidad en esos casos.
Hay un documento publicado por IHAN que habla precisamente de los riesgos que suponen determinados compuestos para el bebé si se presentan en la leche materna. También, los médicos, si descubren un efecto adverso de un medicamento, pueden enviar la información a la MedWach, una página de referencia a la que se acude mundialmente.
Es muy interesante lo que dice sobre los medicamentos que se deben recetar a las lactantes. Primero, solo se deberían prescibir medicamento si son estrictamente necesarios. Segundo, habría que buscar los que tengan menos riesgos entre los posibles. Tercero, tener en consideración las concentraciones plasmáticas de los medicamentos en la leche según la edad del niño. Y por último, prescribir que se tomen después de la tetada o antes de que el niño tenga un periódo largo de sueño.
Resfriadas, situaciones reales
Normalmente nos vamos a encontrar con la situación contraria, el bebé malito y nosotras contagiadas. En ese caso, la cercanía y la atención para el pequeño supondrán una ayuda para encontrar fuerzas para recuperarse o soportar las molestias.
En algunos casos, sin embargo, podríamos decidir no tenerlo en la misma cama, pero si pegado a ella para poder seguir atendiéndolo, sobre todo si hablamos de fiebres muy altas que nos dejan incapacitadas para tener reacciones normales o si los medicamentos nos producen sopor. No suele pasar, pero no hay que descartarlo. Siempre el colecho debemos practicarlo de manera segura.
Yo, en toda mi lactancia, si hubo dos momentos en los que decidí sacarlo de mi cama y tenerlo cerca pero con ayuda de otra persona para acercarlo a tomar el pecho, una vez cuando tomé unos calmantes muy fuertes por la extracción de una muela que me dejaban atontada y otra, en la que, con la gripe, tenía más de 39 grados y tampoco me sentía segura, pues confirmé que los medicamentos eran compatibles. En otras ocasiones he tomado antibióticos, pero también buscamos la opción más segura para seguir con la lactancia.
Si estamos resfiadas podemos seguir dando el pecho o colechando sin que eso suponga un riesgo añadido en la gran mayoría de los casos. Además, nuestro bebé no es consciente de que nos encontramos mal, por tanto, excepto como decía, casos especiales, va a necesitar igualmente nuestra presencia constante.
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