Cuando se introduce la aguja a través de la piel, existe la posibilidad de que parte del pigmento del tatuaje sea arrastrado hacia el interior y se deposite en el canal espinal pudiendo originar patologías sistémicas.
Por este motivo y en la mayoría de los casos, el anestesista intenta realizar la punción evitando la zona tatuada y si no es posible, pueden recurrir a practicar un pequeño corte previo en la zona donde se inyectará la anestesia y así reducir el riesgo de arrastre. Pero si el tatuaje es demasiado denso, el anestesista, para prevenir riesgos, opta por no aplicar la epidural. Actualmente ya se está informando en las clases preparto sobre el tema, incluso las preparan para un parto sin epidural y no es para sorprenderse, pero muchas mujeres afirman que de haber conocido este problema, no se hubieran realizado el tatuaje en esa zona, que además de ser precisa para el parto, puede necesitarla en otras operaciones que en un futuro pueda necesitar.
El tema de los tatuajes y la anestesia todavía no está reflejado en los protocolos preanestesia, pero seguramente deberán incluirlo, pues los profesionales pueden necesitar ver apoyada su decisión y responsabilidad y las futuras mamás respetarla.
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