Con 9 años, a Guillén le diagnosticaron un linfoma de Burkitt, una rara forma de cáncer del sistema linfático que afecta predominantemente a gente joven. Además de lo devastadora que resultó la noticia para toda la familia, el niño no podría asistir a clase, por lo que perdería el curso escolar, aunque era que menos preocupaba a los padres ante la posibilidad de que perdiera también la vida.
Pero Javier Mur, el profesor de Guillén, les dijo que no perdería ni lo uno ni lo otro. Ideó un proyecto con el que sus 22 compañeros le darían clase a Guillén para que no perdiera el curso. Resultó ser un éxito: el niño pasó de curso, el proyecto fue premiado por el Ministerio de Educación, y lo más importante, Guillén se curó.
Uno más en el aula
El niño venía sufriendo fuertes dolores de tripa por lo que lo llevaron al médico y el diagnóstico fue el peor. Le diagnosticaron el linfoma en julio de 2014, luego vinieron seis sesiones de quimioterapia, días en aislamiento y un gran deterioro físico. A pesar de que les dijeron que había un 80 por ciento de posibilidades de supervivencia, sus padres no hacían más que pensar en el otro 20 por ciento.
Guillén tendría que haber comenzado su cuarto curso en septiembre, pero los padres explicaron en el colegio que no podría hacerlo debido a la enfermedad que le habían detectado.
Al enterarse, Javier, el profesor, habló con el resto de los profesores del Colegio Minte de Monzón (Huesca) al que asistía el niño:
"Cuando me enteré de que tenía cáncer, estuve hablando con el claustro. Les dije a mis compañeros que teníamos que hacer algo para que el niño se sintiera uno más en el aula. Busqué y busqué y no vi ninguna metodología para estas situaciones".
"Tenía que ser algo motivante, que implicara a todos. Y que mantuviera enganchado al niño enfermo. Así que decidimos que los niños serían los profesores de Guillén. Que estarían pendientes de enseñarle y de corregirle. De hacerlo juntos. Y funcionó... La clave es que, por mucho que yo quiera, no puedo empatizar con un niño como lo hacen ellos".
Coordinados por el profesor, se crearon cuatro grupos de trabajo entre los que se repartieron las materias (Lengua, Matemáticas, Inglés y Conocimiento del Medio). Los niños crearon material didáctico, ejercicios para que Guillén practicara, cartulinas y hasta un blog en el que intercambiaban vídeos y textos... Cada 15 días le llegaba nuevo material.
Un ejemplo a seguir
Por un lado, los 22 niños tuvieron que afianzar conocimientos para enseñárselos a Guillén, y a su vez, Guillén se mantuvo entretenido durante su tratamiento, consiguiendo sacar el curso adelante. Una fórmula en la que todos se beneficiaban. Una lección de la que todos aprenden. Una maravillosa historia.
La madre de Guillén ha dicho las palabras justas:
"Con una situación así, otro profesor no habría ideado esto", apunta su madre. "Esto sólo se le puede ocurrir a un enamorado de su profesión como es Javier. Los niños son plastilina. Si caen en manos de alguien que merezca la pena pueden cambiar el mundo".
En España se diagnostican cada año 1.400 nuevos casos de cáncer infantil. Familias a las que se les desmorona la vida cotidiana para dedicarse en exclusiva al tratamiento de la enfermedad. Más proyectos Guillén darían mucho ánimo a los niños que atraviesan un tratamiento de cáncer.
Vía | El Mundo
Más información | Cedec
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