Empiezan el instituto y se sienten mayores. Ya no les acompañamos a clase y van solos a extraescolares. Y, aunque creamos que "nuestro hijo no bebe ni fuma" lo cierto es que estudios como el 'Informe 2018 sobre alcohol, tabaco y drogas' del Ministerio de Sanidad, demuestran otra realidad.
También la investigación 'Asociación del consumo de cannabis en la adolescencia y el riesgo de padecer depresión, ansiedad o tendencias suicidas en la edad adulta temprana', publicado recientemente en Jama Psychiatry-, llega a la misma conclusión y asegura que el consumo de cannabis en preadolescentes y adolescentes está asociado con un riesgo significativamente mayor de desarrollar depresión o suicidio en la edad adulta temprana.
Un gran estudio con cifras representativas
El artículo de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y de la Universidad de McGill (Canadá) es el resultado de una revisión sistemática y un metaanálisis de 3.142 artículos existentes y del análisis de 23.317 personas (de 11 estudios internacionales) para comprobar si el consumo de cannabis en preadolescentes) y adolescentes está vinculado con depresión, ansiedad y suicidio en la edad adulta temprana, entre 18 y 32 años.
Con los datos sobre papel, los investigadores insisten en el grave problema que supone esta realidad. Se encontró que el riesgo atribuible es de alrededor del siete por ciento, lo que se traduce en más de 400.000 casos de depresión de adolescentes potencialmente atribuibles a la exposición al cannabis en Estados Unidos, 25.000 en Canadá y alrededor de 60.000 en Reino Unido.
En España, las cifras tampoco son alentadoras. Según el 'Informe 2018. Alcohol, tabaco y drogas ilegales en España', el cannabis es la sustancia psicoactiva ilegal con mayor presencia entre los estudiantes de 14 a 18 años. En 2016, el 31 por ciento de los adolescentes había consumido cannabis alguna vez antes de cumplir 15 años.
Un grave problema para el desarrollo de los jovenes
El doctor Andrea Cipriani, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Oxford, explica cómo realizaron el estudio:
"Observamos los efectos del cannabis porque su uso entre los jóvenes es muy común, pero los efectos a largo plazo aún no se conocen bien. Seleccionamos cuidadosamente los mejores estudios realizados desde 1993 e incluimos solo los metodológicamente sólidos para descartar importantes factores de confusión, como la depresión premórbida".
Y añade que sus hallazgos sobre la depresión y el suicidio son muy relevantes para la práctica clínica y la salud pública:
"Aunque el tamaño de los efectos negativos del cannabis puede variar entre los adolescentes individuales y no es posible predecir el riesgo exacto para cada adolescente, el uso generalizado de cannabis entre las generaciones jóvenes lo convierte en un importante problema de salud pública".
El ingrediente activo del cannabis, el THC, incide en la mayoría de los efectos psicoactivos y relacionados con el estado de ánimo y tiene propiedades adictivas. Se cree que esta sustancia puede alterar el neurodesarrollo fisiológico (corteza frontal y sistema límbico) de los cerebros adolescentes. Los jóvenes que consumen cannabis de forma puntual no sufren ningún cambio en el cerebro, pero sí los consumidores habituales y de grandes dosis.
Vistas así las cosas, creo que sería interesante que nuestros hijos conocieran los nefastos efectos que esta droga ilegal puede provocarles ahora y de adultos.
Es fácil entender que fumar cannabis multiplica entre tres y cinco veces las posibilidades de tener un episodio psicótico. Y que, en ocasiones, esos episodios psicóticos no son reversibles y acaban produciendo patologías como la esquizofrenia.
Deben entender que su consumo no solo afecta negativamente a su salud, sino que también interfiere en otras esferas de su vida: problemas legales, familiares y mal rendimiento académico, tal y como expllican los informes del Proyecto Hombre, centros de ayuda a la drogodependencia, al hablar del cannabis.
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